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Microficción – XCIV

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XCIV

Leche para el gato

Había en él esa mirada perturbadora que sólo tienen los gatos. Por las noches se lamía todo el cuerpo hasta quedarse dormido. Murmuraba palabras incomprensibles cuando había luna llena; al hacerlo, provocaba en mí un efecto parecido al de los gatos cuando se les erizan los pelos del lomo.

Con el tiempo me acostumbré a sus pisadas sigilosas por todo el departamento. Hubiese apostado cualquier cosa que se trataba de un gato.

Una mañana lo sorprendí parado en el filo de la ventana, y sin darme cuenta lo comencé a llamar como se llama a un gato. Olvidé por un momento que quien estaba a punto de lanzarse por la ventana era Gerardo, mi hermano menor. Luego de ese susto mantenía las ventanas herméticamente cerradas. Sin embargo, los sillones lucían cada día como despojos extraídos de un basurero, las marcas de sus uñas se podían ver por todas partes: jirones de tela regada siempre por los pasillos y entre el baño y la habitación.

Tomé la decisión una noche mientras viajaba de regreso a casa.

El tren se había detenido en una de las estaciones próximas a la colonia. Ante la demora, bajé del tren y me eché a caminar.

En medio de la confusión de mis pensamientos y los pasos extraviados de mi atormentada vida, entré a una tienda y compré víveres.  Estaba determinado, debía aceptar mi destino y también, de manera inexorable, el sino sombrío de mi pequeño hermano.

Al llegar, busqué desesperadamente el platón metálico que hacía las veces de frutero y, acto seguido, lo llené de leche fresca. Lo coloqué con cuidado en el piso cerca del televisor.

Algo en mi interior me reclamaba, incesante, penetrante, como la daga asesina que se hunde sin piedad en la blanda carne. Como un acto reflejo, casi instintivo, se aproximó, primero tímidamente; luego, entregado por completo al placer, lengüeteaba aquel líquido blanco que le escurría por los pronunciados bigotes

Mientras bebía, un par de afilados colmillos le comenzaron a crecer…

                                                                                  JORGE PACHECO ZAVALA

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