LXXXIV
LA VOZ NOS LLAMA
Ya no quiso leer más. Todas las letras, las palabras, las metáforas y las imágenes creadas carecían de valor frente a su condición.
A partir de esa noche quiso intoxicarse viendo telenovelas, deseó con todas sus fuerzas hundirse en el fango de los talk shows…
Pero todo fue inútil.
Aquella voz inagotable le llamaba, le buscaba aun en sus delirios más perturbadores.
Era la voz de los libros leídos, la voz de las historias que sobrevivían a pesar del amargo sufrimiento.
Era la voz del narrador contiguo a la espera.
Era la palabra misma emergiendo desde lo profundo.
Entonces la voz de Cervantes se eternizó en una oración contundente: “La pluma es lengua del alma…”
JORGE PACHECO ZAVALA