Editorial
Un partido emergente, sumatoria de fuerzas progresistas dispersas, con un candidato perdedor en dos contiendas presidenciales anteriores, golpeado desde todos los ángulos por su edad, historia partidista previa, que fuera funcionario priista, con recursos económicos escasos, rompiendo la barrera de los grupos políticos tradicionales, del gran capital mexicano, y aquel otro aliado con el capitalismo extranjero, etc., se levantó el día primero de julio de 2018 con un consenso de treinta millones de votos de mexicanos a su favor.
Como decíamos los antiguos, estamos ante un caso para Ripley, aquel acucioso recopilador de datos interesantes y hasta increíbles: Jamás en la historia de nuestro país se había dado un hecho similar, y tal sismo político conmocionó el territorio de América, y eso ya es mucho decir en este caso político de excepción histórica.
El Movimiento de Regeneración Nacional tiene un sitio relevante ahora en la historia de México, como el vigoroso movimiento que aglutinó el hastío ciudadano hacia un sistema imperante por un largo período.
Nuestros movimientos de Independencia –de afirmación ideológica juarista y revolución social cruenta, histórica también por su millón de muertos traicionados por alianzas políticas que empedraron un camino de sangre, traiciones– fueron intentos de resurgimiento estructural y guerras políticas intestinas que llegaron a su parte culminante con el asesinato de Luis Donaldo Colosio, cuando como candidato se abría la esperanza de atender al pueblo que él veía “con hambre y sed de justicia.”
Todo ello fue concretando una vía dolorosa, la ruta de reflexiones que inició con los cambios que se fraguaron con la derecha política, empeorada aún más con la mezcla de intereses contra México de dos períodos insulsos, doce años presidenciales de marcha al pasado comandados por el partido blanquiazul, que se sumaron a otros seis de nuevos y mayores abusos y alianzas de intereses anti México.
Esta sumatoria de hechos llevó a la fecha postrera del ajuste de cuentas histórico-político y un Movimiento de Regeneración Nacional que con treinta millones de votos captados en las urnas ha afirmado la voluntad soberana de rescatar las raíces de un México con gobiernos al servicio del pueblo y atención preferente para las clases desposeídas, en suma de los mexicanos que ansían justicia social, rescate de su esperanza de una vida más decorosa.
No será fácil, los gatillos asesinos ubicados entre el poder corrupto desplazado, contrario al ánimo popular, se agazapan entre sus intereses creados para afilar las garras y dientes, a fin de atacar de nuevo, continuando su nefasta permanencia.
Ellos desean un nuevo destino que convenga a sus particulares intereses, no integrarse a la decisión histórica de una mayoría de treinta millones de mexicanos.
Con voluntades reunidas podremos superar este reto histórico.
Esperemos que así sea.