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Teatro Yucateco
Aristeo Vázquez Delgado
Mérida de mis recuerdos
Revista regional y de evocación
CUADRO SÉPTIMO
Una calle de Mérida.
PROFESOR: (Entrando con Dosio)
TEODOSIO: Ahora si maestro, estoy encantado de la vida, porque pronto me voy a casar. ¿No se alegra usted?
PROFESOR: (Abrazándolo.) Cómo no me voy a alegrar muchacho, queriéndote como te quiero.
TEODOSIO: Entonces, ¿por qué le veo a usted ahora triste?
PROFESOR: (Aparenta alegría.) Si muchacho, haces bien, estás en la edad de hacerlo. Yo también como tú amé a una mujer y como tú me casé, pero ya sabes lo que les conté en el pueblo antes de venir aquí en Mérida. Amé en aquella época de romanticismo, cuando entonces Mérida era notable por sus carnavales con sus carros alegóricos, con sus paseos aristocráticos por la calle cincuenta y nueve, por sus alegres serenatas en la Plaza Grande dirigida por el inolvidable don Justo Cuevas, con sus noches dedicadas a celebrar al Santo Cristo de las Ampollas. Y en medio de tanta alegría, en medio de tanto entusiasmo, surge la figura del hombre que supo grabar en el corazón de los yucatecos un recuerdo imborrable de progreso y bienestar.
(Enseguida se apagan las luces y aparece la Plaza Grande de aquella época. Se toca un paso doble, desfilan damas y caballeros elegantemente vestidos. En el fondo, la catedral en una noche de rosario. Si a juicio del director se pudiese, se quemarán fuegos artificiales, cohetes, voladores, etc. etc. Así al terminar, en un momento oportuno, puede aparecer una calesa tirada por caballos, llevando al personaje aludido: don Olegario Molina y…)
Telón
Compilación de Fernando Muñoz Castillo
FIN.