Visitas: 0
Teatro Yucateco
LXXXIII
Aristeo Vázquez Delgado
Mérida de mis recuerdos
Revista regional y de evocación
CUADRO QUINTO
Una calle de Mérida. TEODOSIO lee un papel. Por un término aparece el PROFESOR. TEODOSIO se sorprende y guarda el papel.
PROFESOR: Pero muchacho ¡donde habías estado! Desde que salí del cuarto me propuse buscarte.
TEODOSIO: Andaba de vacilada Profesor, un poco destanteado.
PROFESOR: Eso digo, hace algunos días que te veo preocupado y eso me llama la atención, puesto que sabes que te tengo como a un hijo y me gustaría saber cuál es esa tu preocupación. (TEODOSIO permanece con la vista al suelo y como muy pensativo.) Ah… ya sé, a mí se me figura que estás enamorado.
TEODOSIO: (Resuelto.) Pues sí, Profesor, para qué negarlo; estoy locamente enamorado.
PROFESOR: Bueno ¿y la muchacha lo sabe?
TEODOSIO: ¡Cómo no! Si ya es mi novia, me declaré a ella cuando volvimos de Chichén.
PROFESOR: ¿Pero tan pronto?
TEODOSIO: Yo no creo que se necesite mucho tiempo para decirle a una mujer que se le ama.
PROFESOR: Efectivamente, para decirle que se le ama, no; pero para saber si se le quiere eso sí.
TEODOSIO: En la época de usted ¿a los cuántos días de conocer a la muchacha se hacía la declaración?
PROFESOR: Ah, esa era cuestión tardía; un mes, dos meses, según la categoría de la muchacha y de la familia. Además, en aquella época era todo corrección más moderación en el trato, más decencia y sobre todo más moral.
Es cierto; los tiempos cambian y con ellos las costumbres; ahora cuando te describo la vida de la sociedad de aquellas épocas pasadas, me dices que te parece un ridículo y que son mejores los tiempos actuales y no dejo de ser de tu parecer; pero ten entendido que mañana, cuando los años transcurran y tú ya seas un viejo, las cosas de ahora las conservarás con gratos recuerdos y rechazarás los modernos. Así es la vida: todo cambia, todo perece.
TEODOSIO; Y ustedes ¿se divertían como nosotros en aquellos tiempos? ¿Cuáles eran las diversiones favoritas?
PROFESOR: (Con notable alegría.) Ah, en aquellos tiempos, teníamos nuestras románticas serenatas en las que se dejaban escuchar las canciones de nuestros inolvidables Chan Cil, Huay Cuuc; florecía la época de oro del teatro de Mérida que procuraba distracciones sanas con el género chico español y para esto, se contaba entonces con varios teatros: el Principal, el Variedades, el Actualidades, el Iris, el Independencia y el más divertido y famoso de ellos, el Apolo, que estaba en la Plaza de Santiago en donde tuvimos la dicha de conocer a: Avendaño, a Pardavé, a Varela padre, al «Guayabo», a nuestros coterráneos Camelo y al Tauch Dorantes y a las hermanas del Castillo, yo era aficionado a este teatro.
TEODOSIO: Enamorado de alguna artista ¿eh?
PROFESOR: Enamorado de todas, si de ahí nació mi afición a las mujeres. ¡Qué recuerdos me trae el teatro Apolo!
(Puede a gusto del director cambiarse el cuadro con el pórtico del teatro Apolo que representa la cara de un payaso, por cuya boca entraban los espectadores. Así mismo puede adaptarse una o dos variedades de alguna obra del género chico español. Terminado cae el…)
Telón
Compilación de Fernando Muñoz Castillo
Continuará la próxima semana…