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Memorias deportivas de don Ramón Vidal – IV

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Colonia Yucatán

El papá de Moncho –por cierto, campeón estatal de carambola de tres bandas en tres ocasiones–, don Ramón, es el único papá de la Colonia que no está orgulloso de tener un campeón en casa. Eso fue su perdición, dice enfático el compadre de Pedro Lazo, un tanto inconforme con la afición de su único hijo varón.

Don Ramón Vidal comenta con orgullo que La Colonia Yucatán fue un lugar bonito, agradable y amistoso. Un lugar de, bueno, tú viste qué bonito era. Yo viví diez años allá, en la Sierra; vino lo del sindicato y se acabó todo. Tuve que emigrar, el camión era mío,» continúa ya encarrilado, nadie lo interrumpe. Su esposa Leny escucha y mueve la cabeza, sonriendo y corroborando lo dicho por su marido de toda la vida; sus hijas atienden la plática en silencio y entre risas cuando escuchan algún comentario jocoso.

Lo que hace uno de joven, dice serio y luego sonríe. Abandoné, renuncié a mi trabajo y me fui a cubrir la ruta de la Sierra a la Colonia. Yo vivía en Tizimín, era camionero de la ruta a Coloradas, Kantunilkin y el Cuyo. Me gustó el ambiente de la Colonia, hablé con el Ing. Rodríguez y me dio la concesión. Decidí  ir a prestar el servicio urbano que antes tenían don Mariano Osorio y Enrique Vales que lo abandonaron, según ellos,  por incosteable. Como diez años lo trabajé, me iba bastante bien, allá estaba cuando se quitó mi hija Loli, que se fue a estudiar, José Ramón igual; allá me sostenía, vivía no rico pero vivía bien. De allá vino los taxis, tenía mi placa en Tizimín, mi coche, y aparte otro camión y uno más que lo volví de carga para meter madera a la fábrica. Ahí entró el sindicato y la decadencia. Ya había hecho un poco de capital y empezó la quiebra, ya no daba el servicio urbano, Malafacha mayormente se dedicaba a manejarlo, a veces de mi dinero tenía que sacar para pagarle.

Se fue la gente cuando cerró la fábrica, se abandonó. Mi hermano Nico me habló y me dijo: ‘¿Qué haces en la Colonia? Fue muy próspero y muy bonito vivir allá, pero ya no se puede vivir así. ¿Qué vas  a hacer? Te vas a descapitalizar’, me decía preocupado. Pero no quería yo vender mis cosas. ‘Cuando lo quieras hacer ya no tienes ni capital.’ Voy a pensarlo. Entonces el tío de mi esposa, José Sosa, me vendió su tienda, que está en la calle 71 x 82 de acá de Mérida. La trabajé muchos años, hasta ahora la tengo, nomás que rentada.

Don Ramón Vidal fue merecedor de un homenaje a su labor en pro del deporte y será recordado con cariño por todos los que alguna vez estuvieron bajo su dirección como entrenador.

Vivimos como trece años en la Sierra, en el ‘73 ó ‘75 del siglo pasado. Nos quitamos después de la huelga. De mis hijos Aurora -Loli-,  la mayor, es maestra; Ramón estudió L.A.E. pero no le dio la gana de titularse; Conchita, Susana, Marita y Ermita, la más chica, la x’tupita, nació en la Colonia, comenta con orgullo el apreciable y un saludable Ramón Vidal Álvarez la tarde de la visita de un día de 2015 de amena plática.

Reconoce que durante su vida en la Sierra fue un empedernido fumador. Sí, fumaba dos, a veces hasta tres cajetillas de cigarro, afirma, pero hace cuarenta y tantos años que dejé de fumar. Hace cuatro años que no te pruebo una cerveza. Tengo mucha fuerza de voluntad, comenta con cierto orgullo, para dejar un vicio es tener mucha fuerza de voluntad, aconseja quien se daba unos tremendos agarrones de ajedrez en la nevería casi todas las tardes con Telmo Pérez, don Catalino Martin, el papá de Víctor Martín quien fuera secretario del sindicato de harineros de Yucatán, y uno que otro aficionado al deporte ciencia, como Patín Uribe. La última vez que tomé una cerveza fue para la boda de mi nieto, ya cuando uno está viejo la agilidad merma, un pequeño tropezón y…

¿Pues estás viejo, Viejo?”, pregunta cariñosamente doña Lenny y festeja entre carcajadas la familia…Don Ramón se une al festejo con buen ánimo.

La última kermesse que organizó la fundación “Amigos de Colonia Yucatán” en 2018 en esta ciudad, don Ramón vivió nuevamente las emociones del softbol, como cuando dirigía en su inolvidable Colonia Yucatán y la Sierra. Lanzó la primera bola de un partido amistoso en un juego de exhibición entre los Madereros y un combinado de Colonos. La Catcher fue Landy Canto. Toda la familia de don Ramón portó camisetas exprofeso y con orgullo, llenas de recuerdos, con la leyenda “Servicio Urbano”.

Sobra decir que el ambiente ese mañana del domingo en el campo del sindicato de harineros fue de muchos recuerdos, como si estuvieran en la Colonia Yucatán.

Con esta reseña rendimos homenaje a don Ramón Vidal Álvarez, quien a principios de este año fue llamado por el Creador.

L.C.C. VICENTE ARIEL LÓPEZ TEJERO

vicentelote63@gmail.com

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