Colonia Yucatán
El padre John Martin O’Donnell, ex párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en Colonia Yucatán, concluyó sus remembranzas hablando de otros estados de nuestro país que ha recorrido a lo largo de su destacada trayectoria como sacerdote.
De México, he conocido muchos lugares como Guanajuato, Guadalajara, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Tuxtla Gutiérrez, Campeche, Chetumal…y lo único que me falta hacer –dice haciendo una pausa, reflexionando con la mirada fija- es,bueno, dedicarme a escribir lo mejor y lo más que pueda para compartir los frutos de mi experiencia con otras personas. Eso es lo que anhelo hacer.
Desde luego, en mis 15 años aquí, por mi presencia física, con prácticas estoy compartiendo mi experiencia; ahora quiero hacerlo de una forma reflexiva, es decir, reflexionando, pensando sobre lo que hice para sacarle más jugo, tanto para mi propia integración entre mí mismo y también compartir esa experiencia. Este año sabático no es un año común, es la antesala del resto de mi vida.
Al hablar de los avances tecnológicos que hoy día invaden nuestro mundo lo hace con cierta preocupación. ¡Claro que sí! La invasión tecnológica ya llegó, y no cabe duda que ha beneficiado a mucha gente. Pero también pienso que mucha gente tiene a la tecnología como un nuevo dios al que hay que respetar, que acatar y para el que hay que vivir. Por ejemplo, la gente me pregunta porqué no tengo celular. Bueno, tengo una puerta, y si alguien quiere venir toca la puerta le abro, entra y platicamos; tengo un teléfono donde me pueden hablar; tengo internet y me pueden escribir. Esos 3 servicios no se me han saturado, cuando se me saturen por completo aaaa lo mejooooor voy a pensar en un celular, no sé.
Me pregunto si a nivel espiritual la gente está viviendo una mayor intimidad personal e interpersonal o no. Me temo que no, porque están enamorados de la tecnología, que no garantiza que puedas desarrollar una capacidad de intimar, de comunicarte con las personas, ¡no lo garantiza! Están hablando todo el día, ¿qué están haciendo tan necesario? Bajan de su coche, suben, salen del baño y están con su celular. ¿Qué tanto hablan?
La gente se ha sometido a los dictados de la tecnología; existe, digamos, esta obsesión-compulsión: si hay mejor tal cosa, hay que comprarlo. Como que lo más nuevo es mejor, siempre es mejor, y si tengo que gastar más dinero, no le hace, es mejor. Quién sabe para qué, ni se fijan ni se preguntan: salió uno nuevo y lo tengo que comprar…
De todos estos años acá entre nosotros, ¿qué se lleva, padre?
Me llevo… ¡juuu! miles y miles de recuerdos, ¡já! –responde de nuevo al estilo yucateco. Me voy satisfecho, contento, sí. Ya son 15 años y he dado lo mejor de mí, para la capilla allá donde estuve.
En San José Obrero fueron ocho años; me esforcé mucho en formar a los laicos en la responsabilidad. Puedo decir que aprendieron muy bien la lección: el sábado pasado tuvimos un desayuno y comentaban que, de las muchas capillas de San Sebastián, ellos se dan cuenta que mucha gente no hace nada porque dicen que el padre no lo ha hecho, es decir, la dependencia del sacerdote, fuera de eso no tienen iniciativa. A la gente de la Sambulá las entrené para tomar decisiones y gozar de su libertad; por ejemplo, yo he colaborado con el encuentro matrimonial 13 años y eso me alegra mucho.
El padre John Martin O’Donnell finaliza la plática satisfecho, con una amplia sonrisa y un agradecimiento a su interlocutor. Se siente “halagado” que entreviste, grabadora de por medio, a este buen hombre que bien pudiera calificarse como un aventurero en busca de tesoros, de corazones no perdidos, aunque un tanto extraviados para convivir, entregarse y vivir en este mundo de las tecnologías que, si bien son necesarias, también nos están quitando eso de vivir en convivencia, de hacer comunidad.
Gracias, Padre Juan.
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO