Colonia Yucatán
El padre John Martin O’Donnell, ex párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en Colonia Yucatán, aclara que al ingeniero Alfredo Medina Vidiella no lo conoció, pero sí a una buena cantidad de personajes de ese inimitable municipio.
A los profesores Conde, a sus hermanas, a doña Colon y su hija Berta María, Estela Bolio, Porfirio Matos, Manuel Araujo y su esposa Mechita sí, me acuerdo de ellos.
Cuando vine a la Colonia no había fiesta patronal como ahora: que yo recuerde, no había en ese tiempo. En la Colonia Yucatán trabajé 3 años junto al padre Petrucci, después fui a una parroquia en la unidad Independencia en la ciudad de México, pero no duré mucho: no estaba muy contento y me fui a tomar un curso de 2 semestres a Nueva York de Psicología Pastoral. Regresé en el ‘71 a México, trabajando en muchas colonias como San Juan de Aragón, unidad Independencia; con otro compañero iniciamos una parroquia en la Colonia Arenal.
En español fluido, con acento extranjero, habla con serenidad, claro y con el corazón a flor de piel el estimado padre Juan. Entre sus escritores favoritos destaca a Pierre Teilhard, famosísimo científico paleontólogo, reconoce el padre, pero también escritor espiritual, con una visión revolucionaria formidable. Ha influido mucho, muchísimo, en el pensamiento en el mundo; no tan solo en círculos eclesiásticos, sino en el mundo, por su perspectiva tan revolucionaria. Hay otros autores como el padre Bedde Griffiths, monje inglés benedictino que fue a la India hace 60 años y se especializó en el dialogo interreligioso hindú. Siempre leía yo sus obras asociadas con esa línea de diálogo interreligioso, y así varios autores más, responde un poco ya relajado este buen hombre a quien el deporte le sigue apasionando. Corro en la mañana, reviso la correspondencia, entro a internet principalmente; me gusta también leer y convivir con mi familia. Cuando vienen mis amigos aquí, disfruto cenando con ellos y también visitándolos. Sí, explica cuando se le cuestiona cómo pasa un día “normal”, ya me adapté un poco a la puntualidad del Yucateco, y he sido muy paciente y tolerante: ahora hasta yo me encuentro llegando máximo 15 minutos tarde a mi compromiso, dice entre risas.
El padrino de Alicia Nuñez, hija de Adonay, quien le celebró su misa de XV años en la parroquia de Nuestra señora de Santa Clara en Cenotillo, es admirador de Rolando Hessler. Lo admiro por su forma de vivir tan fielmente su vocación misionera, porque él se interesaba por grupos o personas fuera de la iglesia, lo que me llamaba la atención; pero no tenía yo la reflexión, como la tengo ahora, de cuando se estaba en México apoyando a un compañero visitando otras parroquias. La impresión que me dio es como un sueño, pero ahí quedó; después supe que aquí lo que estaba haciendo me parece es igual a lo que hacen otros sacerdotes en los Estados Unidos, pero este es otro país, es lo mismo pero ¿qué hay de misionero en esto? Como que explícitamente había yo soñado con llegar a gentes que no pertenecían a la iglesia e introducir la convivencia cristiana entre ellos; de alguna manera, es lo que esperaba en mis compañeros y encontré sacerdotes actuando como sacerdotes diocesanos en mi país. Fue una reacción que tuve momentánea y que suprimí durante muchos años, porque el ambiente entre ellos no era así, como para poner en tela de juicio lo que estaban haciendo, y yo menos. Chamaco recién salido del seminario, qué iba a saber yo de esas cosas, pero desde el principio de mi presencia aquí experimenté realmente la diferencia entre el cuidado pastoral de una comunidad cristiana y la apertura hacia los que no participan en la comunidad. Es lo que yo admiraba mucho de este compañero Hessler: él tenía una actitud bastante amplia y se metía en diferentes grupos y cosas así fuera de la organización parroquial. Hessler ya falleció, en Cuernavaca está enterrado, abunda el compadre de Manuel Nuñez e Inés Gamboa y, por si fuera poco, compadre también de Chary Nuñez y su hija Teresita.
No, nunca he tocado ningún instrumento musical, pero cuando llegue al Cielo mi primera petición va a ser que me dejen tocar el piano, ja ja ja se carcajea, como disculpándose por carecer de esa habilidad musical.
Por una parte le alegra mucho que se vaya a Estados Unidos porque voy a estar más cerca de mi familia y con otros familiares y amigos de la infancia; voy a poder convivir con ellos, porque cuando iba de vacaciones no había tiempo, estaba apurado. También pienso que hay otro desafío para mí en la cuestión interreligiosa: viví muchos años conviviendo muy estrechamente con creyentes musulmanes e hindúes de diferentes tradiciones, tanto en la India como en Bangladesh. Pienso que sería muy bonito volver a refrescar esas experiencias porque son parte de mi historial. Por ejemplo, el mes pasado, en diciembre, se cumplieron ya 36 años que fui a Bangladesh para iniciar esa carrera de mi vida interreligiosa, de vivir con musulmanes. Así que tengo raíces bastantes profundas de esa área de relación interreligiosa con los creyentes. En Bangladesh estuve 6 años y medio, y en la India 3, en total 10 años estuve en 2 épocas diferentes. También para dedicarme más de lleno a la comunidad de extensión contemplativa que se va a los retiros y grupos de orientación contemplativa, estableciendo un nuevo estilo de vida contemplativa, cosa que antes se notaba imposible porque había que ser monje o monja para aspirar a la vida contemplativa, continúa el padre Juan, quien acostumbra vestir siempre de blanco, calzar sombrero a sus 1.85 metros, aproximadamente, de estatura. Con larga barba blanca que aprovechaba para vestirse de Santa Claus en las posadas de diciembre que él mismo organizaba, salió quebrado en la que organizó en la Colonia Alemán de esta ciudad hace unos años, a pesar de mucha gente asistió.
Continuará…
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO