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Colonia Yucatán
Don José Dolores Sánchez Azueta, mejor conocido como “Rifles”, pionero de la colonia Yucatán, recuerda que tras dejar de tomar todavía tenía el hábito de fumar.
El cigarro igual, es tan duro el vicio. Una vez que se rompió una banda en una máquina nos mandaron a chapear como a tres kilómetros de la fábrica y no te miento: faltaba como un kilómetro para que lleguemos y no llevé mis cigarros. ¡Pues regresé a buscarlos! Creo que es el peor, pero cuando dije ‘hasta aquí’: ¡todo!, juego, todo, por completo, para mí, cosa rara, lo dejé sin ayuda de nada ni de nadie. Ni uno de mis hijos me ha visto con una copa ni para Navidad ni Año Nuevo, nada. Por completo lo dejé, comenta sonriendo con un dejo de orgullo el yerno de don Chelo y doña Ileanita.
Una vez en la Colonia fuimos padrinos de bautizo y ya en la fiesta me dice mi compadre: ‘Aistá compadre’, y me ofrece una cerveza. ‘Nooo, ya no tomo’ le digo. ‘¿Cómo compadre? ¿Cómo que no tomas?’ ‘No, de veras, no tomo’ le digo. ‘A ver: o la tomas o te la echo en la cabeza…’ Pues hasta hoy no nos hablamos.
Pero además había buenas costumbres en la Colonia. Aquel ingeniero mulix que andaba en las calles en su camioneta, despacio; cuando veía un niño descalzo, miraba dónde entraba el niño, iba a su casa y preguntaba por qué andaba el niño descalzo; ‘es que no tenemos dinero para comprarlos.’. Le daba una nota a la señora y le decía: ‘Vaya usted al almacén y saque zapatos, ropa, todo lo que necesite; a su marido dígale que vaya a Lignum después de su trabajo a hacer tres horas de extra.’ Buena gente, no me acuerdo cómo se llamaba.

Vivíamos bien porque teníamos subsidio, la carne te la daban al 50%, un kilo costaba 4.00 pesos, por eso precisamente no permitían que los familiares vayan a hacer más de dos días de visita porque estaban xuxes –alertas-. ‘En esta familia ¿cuántos son?, ¿cinco? Bueno, les toca tanto de leche, de azúcar, frijol, maíz…’ que era para tu consumo, no hay para dos o tres personas más, era para la familia. ‘¿A qué vienes, a trabajar? Pasa a la oficina.’ Yo llegué domingo y el lunes estaba entrando a trabajar, a sembrar árboles en la forestal.
Mi primer empleo en la fábrica fue ayudante de guillotina, aistá el recuerdo, me dice enseñando su pulgar chato. Una vez me accidenté en la pila de agua caliente, ¡180 grados de temperatura! El rolo que se alza ya está cocido, lo enganchan y lo levantan, estaba alto cuando se fue resbalando, se desprendió, cayó al agua hirviendo y me salpicó. Afortunadamente la pila de al lado era de agua fría y ahí me boté, en agua sucia, y pélate a bañar. Yo vivía al lado de doña Luz Chivacan –Sixta Villalobos-, abrí la regadera y está caliente el agua; me salí y hasta que salió el agua fresca me metí otra vez… Solo unas pringuitas tuve… No me pasó casi nada.
Pasamos allá una gran vida a pesar de eso, de veras. Yo llegué a ser jefe de turno cuando estuvo el Judío Max Abonics –en la segunda etapa de la fábrica, después de la huelga del ’75, en la época de David Perló, la empresa EMSA-; antes trabajé de ayudante de guillotina. Tu papá Ariel no me acuerdo si era cortador o trabajó en la ensambladora. Te voy a decir una cosa: de tanta gente que había en la Colonia había muy pocos responsables: estaban el difunto de Cesar Castillo, tu papá, yo y no recuerdo quién más.
Yo me llevé muchísimo con tu papá. A los muchachos les decía que trabajen con vergüenza y fueran a cobrar con descaro. No solamente es cobrar, hay que trabajar. Había mucha gente mañosa. De allá creo que vio el judío cómo trabajaba yo y se empeñó en que fuera jefe de turno. ‘Lo siento, maestro, no sé leer, no sé sacar cuentas, nada.’ No sabía leer ni escribir totalmente, no sabía por la situación que viví, ahora sí leo y escribo, no tan perfecto, pero se entiende. Entonces me dijo él: ‘Vamos a hacer una cosa: pasa una semana; si no te gusta te devuelvo a tu puesto.’ Estaba un tal Medina de jefe, que ya se iba a quitar. ‘Ta’ bueno.’ Pues pasé allá. Soy una persona que de todo hago, solamente me dices ‘quiero esto así y así,’ y con eso me basta, no necesito planos, nada, hazlo así y lo hago.
Continuará…
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO