Letras
Juan José Caamal Canul
Dos lustros suman ya el proyecto virtual y el sitio digital de Diario del Sureste, espacio en el que confluyen creadores y textos originales del más diverso tema y cuna, siendo el aglutinador principal, la amistad y la fe en una idea de quien le dio expresión, el Maestro Luis Alvarado.
En mi caso, debo expresar mi agradecimiento por la invitación permanente y reiterada a colaborar en este espacio donde nunca nadie se ve, pero que trabaja con ahínco para publicar una nueva edición cada semana.
Por estas páginas digitales transitan escritores de todo bagaje, conocidos y por conocer; hemos compartido textos que vieron la luz, primeramente, en la edición impresa de Diario del Sureste, o tal vez fueron libros impresos de los Talleres Gráficos del Sudeste, empresa editora del Diario del Sureste, o ambos casos, primero uno y luego otro.
Nos acompañan los maestros y los alumnos más aventajados, como fue siempre el ambiente de la redacción, los talleres, la administración y todo ámbito del lugar físico que un día fue el inolvidable Diario.
Está también la amistad, insisto, que nos otorga el Maestro Luis Alvarado. Quiéralo o no en esta etapa, siempre prevalecerá mencionarlo y referirnos a su cobijo intelectual, a su entrañable compañerismo. En lo personal, a él debo mi formación básicamente autodidacta pues, en los primeros momentos, tuvo la paciencia de revisar y corregir mis – puedo decirlo sin ninguna pena– incipientes, todavía incipientes, escritos.
Por supuesto, nos queda la memoria del edificio que habitaron las personas que integraron la planta de trabajadores del Diario, porque eso fue el Diario: la casa de muchos.
Mis recuerdos vagan aún por las azoteas, por los espacios que conformaban los talleres, la bodega de papel, la vieja maquinaria, las áreas de formación, encuadernación, imprenta, las y los cajistas, las máquinas Chandler. Por los linotipos que conocí en los años ochenta, maquinaria arrumbada en apariencia, pero que vi operar a solo unos cuantos en ese entonces. Por cada espacio, columna, escalón, mesa de trabajo, la redacción original y reformada, “la escalera secreta” (por llamarla de algún modo) que era la escalera de emergencias, pero por su diseño integrado a la arquitectura de la fachada daba esa impresión.
Y, por supuesto, guardo en mis recuerdos la presencia de uno de sus últimos directores: Don Oswaldo Baqueiro López.
Larga vida al Diario del Sureste.
Seguimos adelante.