Editorial
El mes de mayo provoca en los mexicanos sentimientos de patriotismo, amor filial, reconocimiento a personajes de nuestra vida diaria y pública. También valiosa rememoración de luchas históricas de nuestros antepasados por defender nuestro territorio con las armas en las manos, porque hubo tiempos en que países europeos creyeron poder anexarse y gobernar parte del territorio patrio.
Los mexicanos de entonces mostraron al mundo desde esa época que México era, de origen y convicción, un país soberano.
Nuestro vecino del norte mutiló una parte de nuestro territorio, pero no ha podido, hasta ahora, erradicar las raíces primigenias de nuestro pueblo.
De esos hechos y duras circunstancias emergió nuestra patria que preserva la memoria de grandes mexicanos como Benito Juárez y su apotegma de que “El respeto al Derecho ajeno es la paz”.
Hemos enseñado al mundo a usar el diálogo en las controversias entre países, en sustitución de la destrucción, la sangre derramada y la muerte de inocentes: La Doctrina Estrada es blasón de nuestro México. De ahí surge el respeto mundial hacia nosotros, humilde vecino ubicado al sur del país más adinerado y saturado de armas destructivas en la faz de la tierra: los Estados Unidos.
Mayo es un mes para reflexionar. Hagámoslo. Los mexicanos tenemos razones y motivos para continuar avanzando hacia un futuro con bienestar compartido, en paz, concordia, honestidad.
Reflexionemos sobre las lecciones de nuestro pasado, tracemos la ruta a seguir en los años por venir.
Los mexicanos de las presentes generaciones ameritan mejores niveles de bienestar y satisfacción colectiva.
Sin utopías, sin sueños de autocomplacencia, continuemos firmes en los valores familiares y patrióticos que nos han hecho avanzar en comunidad como un pueblo pacífico, respetable y respetado.
Así sea.