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Material de Concha

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Arqueología

VII

MATERIAL DE CONCHA

Independientemente de las piezas de concha de las ajorcas y los brazaletes que se dejaron en Campeche, se trajeron a la ciudad de México dos pequeñas piezas de concha que se asemejan mucho a dos burdas y grandes agujas de canevá color hueso (de cerca de 8 cm de largo x 4 cm de ancho, y de 12 cm de largo x 2 cm de ancho) y dos conchas bivalvas completas: una con restos mínimos de una capa pictórica color rojo sobre una base de preparación color blanco, de 8.5 cm x 8.5 cm aproximadamente (con dos perforaciones cerca de la charnela) y, otra, inmersa en paleosuelo a la altura de la pelvis del personaje y dentro del envoltorio mortuorio, de aproximadamente 6.5 cm x 7 cm.

Además de estas dos piezas se trajeron cerca de 380 placas de Spondylus perforadas (de entre 2.33 y 1.33 cm).

Ahora bien, en el caso de las piezas de concha tendremos que hacer una separación entre los dos ejemplares de concha en bruto (las cuales se encuentran perforadas, cortadas y pigmentadas) y las piezas de Spondylus de la capa, mismas que serán objeto de un informe por parte de Patricia Meehan y, por tanto, no serán tratadas en este documento. Por otra parte, y en el caso de las «agujas», pese a su excelente estado de conservación no pudimos establecer en su momento la especie de concha de la que provienen por lo que los razonamientos derivados de su análisis deben leerse con ciertas reservas.

Para empezar, es importante decir que el Phyllum de los moluscos es uno de los más grandes de la naturaleza y que existen especies marinas, de agua dulce o terrestres. Una de sus clases más conocidas es la Pelecypodea (lamelibranquios o bivalvos), que se componen de cuerpos de simetría bilateral y dos partes de concha calcárea, unidas por una bisagra llamada charnela. Las dos valvas son iguales y tienden a tener la cima encurvada hacia delante: el umbo56

En este caso, como se dijo, se encontraron dos conchas completas de este tipo, una de ellas presentaba en la parte cóncava una base de preparación blanca con restos de cinabrio en la charnela y dos orificios paralelos en esta misma área, lo que indicaba que se trataba de un objeto para colgar. Representaciones de este tipo se observan en los Murales de Bonampak, específicamente en el muro sur del cuarto 1, en la escena de la «presentación del heredero», donde se observan cuatro personajes con un collarín conformado por tres conchas bivalvas, posiblemente de Spondylus policromadas en tonos amarillo–naranjas.57

Los dos ejemplares en bruto presentaban un alto grado de porosidad y, desafortunadamente, manifestaban una fragilidad generalizada. Esto pudo deberse al tipo de molusco base y a que los dos ejemplares se encontraron rodeados de sustancias químicamente activas como ácidos y bases, de naturaleza débil pero de acción permanente.

En el caso de la concha inmersa en el fardo es poco lo que podemos inferir debido a que no muestra restos de policromía, pero pensamos que podría formar parte de este tipo de collares –generalmente se observa que eran de tres o dos piezas– ya que aparecen tres perforaciones en la charnela. La concha podría haberse encontrado en el área de la pelvis debido a que los roedores la debieron haber trasladado para posteriormente quedar «atrapada» durante las continuas recristalizaciones del paleosuelo; sin embargo, no puede desecharse la idea de que ésta fuera su posición original y la concha hubiese sido colocada sobre el área del pubis con alguna intención ritual.

En cuanto a las «agujas», además de que su estado de conservación era mucho más satisfactorio que el de muchos otros materiales inorgánicos de la tumba, Alberto Ruz menciona que en la Tumba del Templo de las Inscripciones se descubrieron

…tres alfileres que suponemos sirvieron para amarrar el sudario con que el cadáver quedó envuelto. Objetos semejantes, provistos o no de agujeros (en muchos casos la pieza está rota y no puede asegurarse si poseía un ojo o carecía de él) aparecieron en otros sitios mayas como San José, Uaxactún, Copán y el Valle de Belice.58

En este caso es difícil saber si las dos piezas de la tumba 1 cumplieron o no esta función, ya que las que reporta el arqueólogo Ruz son delgadas y finas y en este caso hablamos de objetos gruesos y de «ojo» grande. Pese a ello, como ya se señaló, existen zonas del látex –sobre todo en su área inferior–, que muestran orificios por los que podrían haber cabido estas «agujas».

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56 Suárez, 1981: 7–9.

57 Millar, 1995: 62–64.

58 Ruz Lhuillier, 1973: 199.

 

 

Renata Schneider

 

Continuará la próxima semana…

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