Letras
Jorge Pacheco Zavala
Quedarse mudo.
Guardar las palabras.
Hacer silencio.
Callarse.
Cerrar el pico.
Hacer mutis.
Ahogar las ideas.
Hacer una pausa, andar con sigilo…
El silencio es más que la ausencia de sonidos o ruidos, representa la inexplicable experiencia de entrar a un hábitat que para cada persona tiene un significado diferente. Para algunos representa un silencio en un diálogo, mientras que para otros es una pausa en el camino para repensar las cosas. Otros lo asumen como la ausencia de ruido externo, aunque por dentro la multitud de voces no se callen nunca. Para una importante cantidad de personas, es la paz interior la que más se parece al silencio, a pesar de que afuera el mundo esté colapsando.
El silencio en la literatura ha sido, es y será un tema de análisis que no acabará nunca. Algunos autores urden sus historias a partir del silencio de los personajes, o entretejen los silencios entre la anécdota y la atmósfera; pareciera en estos casos que el propio silencio habla.
Estos silencios que nos vamos encontrando en diversas obras literarias también nos cuentan parte de la historia.
Juan Rulfo lo expresa así en uno de sus cuentos llamado Luvina:
– ¿Qué es? – me dijo.
– ¿Qué es qué? – le pregunté.
– Eso, el ruido ese.
– Es el silencio.
En la Biblia nos encontramos a un dios que decide de manera cíclica guardar silencio cada vez que su pueblo falla. En la Biblia “fallar” es no dar en el blanco, lo que se traduce como pecar. Leemos desde el libro de Génesis que el silencio de Dios está enmarcado en la desobediencia del Hombre; cada vez que el Hombre decide hacer las cosas a su manera, acto seguido: silencio divino.
Algo similar pasa en las relaciones humanas: cuando dos amigos se ofenden, o uno de ellos ofende al otro, lo primero que se da como acto consecuente es el silencio. Entonces escuchamos expresiones coloquiales como: “Desde entonces me dejó de hablar…”, o “No me habla hace mucho…”. Las fallas pueden ser muchas, así como en la Biblia el pecado es variado. Tal vez el tema de la reconciliación, o la restauración, sea propicio en una futura entrega.
El silencio de palabras puede significar muchas cosas. Existen diferentes razones para guardar silencio, pero el silencio interno, que pocas personas han experimentado, es un cese de los pensamientos y las ideas. El frenesí y la velocidad con que ahora se vive nos impide acallar las voces internas.
Mucho se ha dicho acerca de que el cerebro no para de trabajar y, pese a ello, cuando la mente entra en estado de relajación, todo se detiene y la calma aparece.
Para terminar, diré que cotidianamente hablamos sin hablar, esto debido a que nuestros actos hablan con tanta fuerza que llegan a borrar nuestras palabras. Hablar con el ejemplo, mostrar lo que pensamos con nuestros actos.
El silencio nos habita. Es nuestro cómplice.
El silencio habla a través de nuestros actos.
El silencio…
Reproduzco un fragmento del poema Silencio del maestro José Emilio Pacheco…
Pero no escucho nada.
Solo el silencio que da miedo. Tan raro,
tan raro, tan escaso se ha vuelto en este mundo
que ya nadie se acuerda cómo suena,
ya nadie quiere
estar consigo mismo un instante…