Letras
XXVIII
Martinina, Martinina, deja de hacerle el amor al viento con tu lengua.
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Martinina rompió las hojas de mi diario, dice que aprovecho cuando anda bien pasada para recordar a mi ex y viajar con ella. Lo que no sabe es que arrancó las páginas de los poemas que le escribí y que tanto le gustaron
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Revisé mi diario y también le falta la parte de cuando me corrieron mis papás de la casa… Entonces era Mónica… Bueno, es mejor no volver a recordarlo.
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Ya va a ser nuestro cumpleaños. Ella es Escorpión como yo, aunque estuve a punto de ser Sagitario.
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Arrastré a Martinina hasta el parque, donde está ese gran tubo de concreto que convertimos en nuestra cueva secreta. Tengo que decirle que se ponga a dieta.
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Ayer vimos llover todo el día, ni siquiera salimos de la cueva, Martinina estaba romántica, hasta intentó hacerme una canción Es en esos momentos que la amo, cuando siento que soy suya. La besé mientras cantaba y me comí sus palabras. Ahora su tonada tonta es el ritmo de mi corazón.
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Martinina se dejó tocar por un hombre. Sacó para tres días. Se aprovechó de que andaba viajando. Cuando me pasó el efecto, todavía alcancé a ver cómo se limpiaba la leche de su boca.
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Todavía estoy enojada con Martinina por andar haciendo esas cosas. No tiene la menor idea del respeto que me debe. Acaso habrá olvidado que es mi novia.
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Martinina, Martinina, cierra los ojos que te hace señas la vida.
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He pensado que podría intentarlo.
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Anoche me descubrí haciendo grafitis con un nombre que he olvidado, recordando a una mujer que nunca existió. Solté la lata de pintura y la arrojé a los camiones que pasaban. Esta mañana pasé por ahí con Martinina y le gustaron los grafitis. Dice que la emociona el amor ajeno. Si supiera que yo dibujé ese nombre, ese te amo rosa y negro, si supiera que no pensé en ella sino en la otra que se me perdió en la sangre.
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Martinina encontró una cucaracha gigante y la metió en una bolsa que llenó de aire, luego le ató un cordón y ahora la lleva para todos lados. Dice que es su mascota y hasta nombre le puso. Yo la verdad creo que Caridad no es un buen nombre para una cucaracha, me hubiera gustado más que le pusiera Cuca.
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Estoy cansada de Caridad, creo que se la pasa observándome Hoy estuve a punto de pisotearla para acabar de una buena vez con ella, pero Martinina está contenta con su animalito. Esperaré a que le pase el gusto.
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Martinina ama a Caridad. Le conseguí un pedazo de pan sabroso, de la panadería de los chinos, lo hizo boronas para que comiera su cucaracha. Caridad, Caridad, cuándo me haces el favor de morirte.
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Martinina, Martinina, acaricia tu mascota, enséñale algunos trucos. Tal vez sea tan fiel como un perro. Yo espero a tus pies.
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Soñé que estaba feliz abrazada de una mujer de pelo negro y muy corto. Su alegría me contagiaba y me sentía libre, pura, dispuesta a entregarle todo mi amor. De pronto, de la nada, apareció Martinina y me puso una bolsa de plástico en la cabeza. Mi mujer trataba inútilmente de quitarme la bolsa. Me estaba ahogando en el sueño, en eso desperté y me faltaba el aire. Martinina había sacado a Caridad y me puso su bolsa en la cabeza. La peste me hizo vomitar. Martinina se divertía al verme mientras Caridad sonreía.
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Hoy amaneció muerta Caridad, no supimos cómo fue. Yo creo que ya era una cucaracha con sus años, pero Martinina insiste que tuve algo que ver. La verdad no fui yo, pero qué bueno que se murió, así no me molestará.
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Hemos pasado noches difíciles desde que Martinina no tiene su mascota, está inquieta, en el día ha comido poco. Claro que nuestras noches son las pocas horas que podemos descansar en la cueva, aunque muchas veces nos quedamos en la calle o en la casa de los chemos. Dicen que hay unos cuartos en las alcantarillas. A Martinina le interesó, pero yo no quiero saber nada de eso porque me enferma estar encerrada.
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Martinina trajo otra mascota, una pelirroja de rastas que nunca se ha bañado. Sigue a Martinina como un perro, por eso le puse Firulais. Martinina se rio de mi ocurrencia y ahora ella misma le dice así, y la pelirroja le sigue la corriente. A mí me llama Monina, alguien le contó que ese era mi nombre.
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Firulais se come la ropa, mordisqueó mi suéter y se puso mi blusa. Yo ya no quiero que esté con nosotras, pero a Martinina le gusta que le lama las manos y la cara. Ya no soporto que duerma a su lado. La sorprendí masturbándose mientras acariciaba a su ama. Ya le dije que no la quiero aquí y por poco me muerde.
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No sé de dónde, Firulais trajo salchichas para comer. Martinina estaba muy contenta. Yo pensé que era vegetariana. Me dió dos salchichas y por primera vez Firulais me vió fijamente a los ojos, no sé si me las dio con buena intención o para decirme que me estaba ganando mi lugar junto a Martinina. En ese momento no lo pensé, sólo me comí las salchichas y le di las gracias.
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No ha vuelto Firulais a la cueva, a lo mejor se la llevó la perrera. Es muy raro, pero Martinina no ha preguntado por ella, le lloró más a Caridad. A lo mejor algo pasó que no sé, quién sabe. Ya me estaba acostumbrando a ella.
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Anoche quise hacerle el amor a Martinina. Cuando estaba acostada le levanté la blusa y comencé a besarle el vientre, pero como andaba pasada no reaccionó. Entonces le toqué los senos y lamí sus pezones que se erizaron inmediatamente. Luego le metí la mano por la cadera del pantalón para buscarle el clítoris con mis dedos. Sentí que lo disfrutaba. Después le bajé el pantalón y metí mi boca entre sus piernas. Tuvo un orgasmo y enseguida me baño el rostro con su orina.
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Ella sólo me hace el amor cuando me baja. Le gusta embarrarse el cuerpo con mi sangre.
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Algo pasó ese día, la gente marchaba en las calles vestida de blanco. Ese día conocí a Martinina. Cada marcha por la paz será nuestro aniversario. O sea que cumplimos cuántos meses juntas… dos, tres, seis… Martinina no me deja contar los días porque no quiere que llegue el futuro.
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Nunca supe qué planes tenían para mí mis padres, pero estoy segura de que no me iban a gustar.
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Sigo pensando que podría dejar la droga, a lo mejor lo lograría, pero estoy segura de que Martinina no podría. Ya lo intentó una vez y dice que sufrió mucho. De qué me sirve estar bien sin ella, qué sentido tiene vivir sin Martinina.
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Martinina, Martinina qué te cuesta quererme un poco. Abrázame antes del amanecer porque necesito valor para enfrentar la vida.
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Martinina tuvo una crisis. Se nos acabó el dinero y no encontramos nada para pasarla. Se jalaba su pelo rubio y se rasguñaba la piel blanca de su cara y sus brazos. Conseguí una bolsa de chemo, pero sólo le sirvió para un rato. Yo le dí unos llegues pero sentía que mi rostro ardía, y no bastaba el agua que me echaba para apagarlo.
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Otra vez sin dinero, pero de dónde sacarlo.
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Hace tres días que no veo a Martinina, se ha perdido. Un día desperté y ya no estaba, tampoco sus cosas. La busqué por todos los lugares que siempre frecuenta, pero nadie me dio una idea exacta de dónde pudiera estar. Regresé a la cueva porque pienso que tiene que volver un día, sabe que la estoy esperando.
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Apenas he comido y ya no tengo nada, ni siquiera el chemo. Hoy si voy a salir a buscar algo, tal vez la encuentre por el camino.
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Martinina, Martinina, ¿dónde estás?, ¿dónde estás?…
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No puedo resignarme a perderla. Estoy segura de que olvidó la dirección de la cueva y me anda buscando. Pronto te encontraré Martinina, y esta vez no te dejaré ir sola.
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Patricia Gorostieta
Continuará la próxima semana…
