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XXVIII
BARTOLOMÉ ALONZO CAAMAL
(1949)
Maestro Distinguido 2006
«Hoy, a más de 500 años después de la colonización, existen sectores de la sociedad que siguen pensando que la pluralidad cultural es la causa principal de las desigualdades sociales, lo que es un grave error de percepción. La diferencia étnica y cultural ha sido utilizada como pretexto para justificar la discriminación y la opresión social.» Así se expresó en 2012 este Maestro Distinguido al recibir el reconocimiento “Dip. Prof. Pánfilo Novelo Martín”.
El maestro Bartolomé Alonzo Caamal nació el 18 de agosto de 1949 en la cabecera del municipio de Tixméhuac, hijo de don Manuel Cirilo Alonzo Solís y doña Justina Soledad Caamal Can, siendo el menor de siete hermanos. Sus padres se dedicaban a la agricultura: sembraban maíz y hortalizas (rábanos, colinabos, cilantro, remolachas, tomates, chiles) y además eran floricultores. En esa época la mayoría de los campesinos se dedicaba a la milpa tradicional; la familia cultivaba la cantidad prevista para la venta.
Cuando tenía la edad de cinco años, su padre falleció, y doña Justina se encargó por completo de la familia. El niño Bartolomé comenzó a asistir a la escuela del pueblo, pero no terminó la primaria. Cuando tenía siete años sus hermanos mayores se avecindaron en el municipio de La Presumida, en el estado de Quintana Roo, con la finalidad de lograr mejores condiciones de vida. En aquel tiempo ese pueblo era de reciente creación.
Sus hermanos, motivados por un tío que vivía ahí, trasladaron a toda la familia Alonzo Caamal a La Presumida, donde el joven Bartolomé continuó sus estudios en la escuela de la población. Siendo mayahablante, aprendió a leer y escribir en español hasta el tercer grado. Para entonces doña Soledad decidió que esa población no era un lugar adecuado para educar a su familia y regresó con sus hijos al municipio de Tixméhuac.
De nuevo en su pueblo natal, el joven Bartolomé cursó el cuarto grado de primaria. Recuerda bien a sus profesores enseñando y ayudando a los alumnos en cualquier problema que se presentara. Al pasar a quinto grado, el profesor Felipe Pérez le propuso estudiar en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. La institución recomendada fue el reconocido internado para jóvenes Gral. Lázaro Cárdenas del Río, una de las primeras obras del presidente de la República al integrarse el Territorio de Quintana Roo al Gobierno Federal en 1935. El gobierno otorgaba becas de alojamiento y comida a los jóvenes y les enseñaba a trabajar.
El profesor acudió a casa de doña Justina para plantearle la oportunidad que se le presentaba a Bartolomé. Preocupada por su hijo menor, le preguntó si quería asistir y él le respondió que sí, siempre y cuando ella le diera permiso. El internado contaba con una estricta disciplina, pero el joven Bartolomé se adaptó rápidamente porque en su casa doña Justina siempre fue una persona organizada y autoritaria. Así, a los trece años inició los estudios en el internado.
La disciplina del internado era de tipo militar. Los 150 alumnos que ahí estudiaban se levantaban a las seis de la mañana con el sonido de la corneta. Cada uno arreglaba su cama y, después de lavarse la cara, todos se vestían en quince minutos. Ya enfilados, se pasaba lista y se organizaban en pelotones, a los cuales les correspondía limpiar un espacio del local: el patio, los baños, el dormitorio…, todo en un lapso de media hora. A las siete de la mañana se dirigían al comedor para desayunar en media hora; se lavaban los dientes, tomaban sus útiles escolares, y a las siete y media asistían a sus clases, todo en un ambiente de orden.
A los 16 años concluyó el internado y regresó al municipio de Tixméhuac. En ese entonces uno de sus hermanos mayores que vivía en Peto le aconsejó a doña Justina que el joven Bartolomé ingresara a la secundaria de dicho municipio. Él se dirigió al poblado e inició los estudios secundarios. Sus compañeros del internado que coincidieron con él le hablaron de una institución que solicitaba promotores para alfabetizar a los niños de las comunidades mayas, recomendándole que trabajara ahí. Se trataba del Instituto Nacional Indigenista (INI).2
En 1966 el joven Bartolomé se entrevistó con el director del instituto y le mencionó que había estudiado en el internado de Carrillo Puerto. Fue así que obtuvo, junto con otros tres compañeros del internado, una vacante de promotor. Inició sus labores a la edad de 17 años con un curso de capacitación en la Escuela José María Iturralde Traconis de la comisaría de Kanxoc, donde la mayor parte de las actividades era en lengua maya. Él jugaba con sus alumnos, párvulos que se integrarían a la primaria después de un curso. El profesor se sentía bien en el ambiente cultural y así se lo demostró a sus alumnos. La tarea principal de los promotores y del INI era alfabetizar y castellanizar a los indígenas. Posteriormente el profesor fue asignado a la escuela primaria rural, donde conoció a maestros egresados de la Escuela Normal Rural de Hecelchakán Justo Sierra Méndez, quienes le enseñaron a elaborar su plan de clases y atender a los grupos. Durante cuatro años aprendió todo lo que ellos le concedieron.
Al profesor Bartolomé le alentaba la idea de continuar con sus estudios, ya que el INI tenía un convenio con el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM)3. Simultáneamente, ejerciendo el trabajo de profesor, se inscribió a ese instituto, por lo cual cada 15 días viajaba de Valladolid a la ciudad de Mérida para asistir a las clases que se impartían en los altos del Cine Aladino4, Cursó la secundaria y la Normal en el Instituto Federal, titulándose en 1973 como Profesor de Educación Primaria en un lapso de seis años durante los periodos vacacionales de primavera, verano e invierno. A la fiesta de graduación lo acompañó su madre, doña Justina.
El IFCM editaba libros que el profesor utilizó para su educación, toda vez que estudiaba pedagogía, teoría de la enseñanza, filosofía e historia de la educación. En su periodo de estudiante participó en foros y eventos de educación indígena. Al titularse intensificó su asistencia a congresos, asambleas y foros en diversas ciudades del país.
De la comunidad de Kanxoc obtuvo su cambio a Temozón, donde laboró durante tres ciclos escolares. Luego trabajó en la Escuela Primaria Lázaro Cárdenas del Río de la localidad de Popolá, donde fundó una escuela primaria que fue transferida al Sistema de Educación Indígena. Ahí laboró durante dos ciclos escolares. En 1973 fue promovido como supervisor escolar en el estado de Campeche. En 1975 fue director regional y posteriormente regresó a desempeñar el cargo de supervisor escolar en Carrillo Puerto (1977) y Valladolid (1978), Yucatán, y Hopelchén, Campeche (1979).
En su desarrollo como profesor perteneciente a un grupo étnico se interesó en el estudio de la historia, con dudas e interrogantes en torno a la situación de los pueblos indígenas. Ingresó a la Escuela Normal Superior de México con el pensamiento de instruirse para aclarar su incertidumbre. Después de dos cursos de verano, estando en el tercero, el profesor Bartolomé tuvo en sus manos la convocatoria de un programa de formación lingüística del Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Un amigo suyo, el poeta náhuatl Natalio Hernández, le aconsejó aprovechar dicho programa que ofrecía una beca y era dirigido por el Dr. Guillermo Bonfil Batalla. Con ánimos de seguir estudiando, el profesor Bartolomé asistió a las entrevistas y aprobó los requerimientos para iniciar en 1979 como estudiante del Programa de Formación Profesional de Etnolingüistas. Por tal motivo, fue comisionado por la Dirección de Educación Indígena para cursar este plan de estudios que se desarrolló en periodos trimestrales alternados con trabajo de campo durante tres años.
La preocupación por obtener respuestas de lo que sucedía en su entorno se le presentó desde muy joven, tal como lo expresa a continuación:
“Cuando era un muchacho, aquí en Valladolid caminaba en el parque de Santa Ana y vi un letrero escrito en una lámina en un rincón del jardín que decía: «Aquí fue fusilado el indio Manuel Antonio Ay». Aquí fue fusilado, pero nunca en la escuela se habla de Manuel Antonio Ay. Pasaron los años y en mi vida veo en el parque de Chichimilá un monumento con un bajorrelieve que dice: «Manuel Antonio Ay, protomártir de la Revolución…» En mi adolescencia siempre me planteaba por qué en mi casa hablo maya y me siento bien con mis padres… Cuando salgo en las instituciones, principalmente en la escuela, ¿por qué siento que no me desenvuelvo bien?, ¿por qué las instituciones no valoran la cultura de la población maya? Cuando estudio historia de México, historia regional, tantos textos de etnolingüística, y descubro el proceso colonial, entiendo todo, porque estoy así, porque mi comunidad, porque la diversidad de idiomas, de apellidos, de situaciones, de perfiles, lo resolví en el plano de entenderlo, pero no en el plano de que las cosas todavía no son como la sociedad quisiera. Entonces estudié etnolingüística.”
Con una vasta experiencia y un deseo de exponer el trabajo etnolingüístico, el profesor Bartolomé presentó la tesis denominada Los mayas en la política, donde analizó a la comunidad de Chichimilá y la vida de don Manuel Antonio Ay. Este trabajo de investigación fue asesorado por el Dr. Guillermo Bonfil Batalla, eminente antropólogo del centro de estudios. En la tesis está presente siempre el pensamiento que sintetiza al maestro Bartolomé:
“…creí y sigo creyendo firmemente que en la población maya, la cultura maya y la historia hay una relación de conflicto con la sociedad no indígena que es la causa principal de las desigualdades sociales, de modo que el programa me ayudó a entender con mayor claridad el momento histórico. Existen culturas previas a la cultura española, cuya presencia se dio en una situación de conflicto terrible, muy doloroso en sus primeros 300 años, y aun cuando pienso en estos conflictos, éstos no se han resuelto. La situación de Yucatán y México estriba en que el estado mexicano no ha encontrado la manera de crear las condiciones institucionales para que los pueblos indígenas recuperen su dignidad, que desarrollen sus potenciales culturales y económicos y que sean capaces de resolver sus necesidades.”
Desde 1980 organizó con otros ciudadanos homenajes a la memoria de los héroes y mártires indígenas de la Guerra Social que se inició en Yucatán en 1847, con la finalidad de difundir y reconocer la realidad histórica. Entre estos personajes de la historia regional se encuentran Manuel Antonio Ay, Cecilio Chi y Jacinto Pat.
Como etnolingüista trabajó durante tres años en la Dirección de Etnolingüística del INI, en la capital del país. Después del terremoto de 1985 regresó a Yucatán con el apoyo del programa de transferencia de personas a la provincia, toda vez que la capital del país se vio muy afectada por ese fenómeno natural. En la entidad se desempeñó como supervisor escolar. En 1990 la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) sede Valladolid lo invitó a trabajar en el plan de estudios orientado a reconocer la diversidad lingüística y cultural y en la formación de maestros indígenas con un enfoque bilingüe e intercultural. En los 10 años que laboró en la UPN contribuyó y participó en el mejoramiento de la formación de maestros, asesorando varias tesis de titulación. En 2000 regresó a laborar al área administrativa como supervisor de la 304 Zona Escolar de Educación Indígena, con cabecera en Chichimilá, cargo que había desempeñado durante varios periodos de 1985 a 2012, año de su jubilación.
El profesor Bartolomé ha publicado artículos en diversos medios; elaboró una antología sobre diversidad cultural, conflicto lingüístico reeducación indígena; colaboró con un artículo en el libro Movimientos indígenas contemporáneos; y tradujo al maya el libro Felipe Carrillo Puerto a través de la imaginación, perteneciente a la Biblioteca Básica de Yucatán de la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Yucatán (SEGEY).
Al concluir su primer matrimonio, se casó con María Aurora Cauich. Tiene ocho hijos. Debido a sus estudios y trabajos hizo largos viajes, aun así sostuvo su vida familiar. Actualmente con su familia viven en Yokdzonot, Valladolid, de donde es originaria su esposa. Ha creado un centro comunitario cultural y restaurante autogestivo en compañía de personas de la misma comunidad.
Sus actividades extraescolares como promotor de la cultura maya han sido intensas. Con sus compañeros fundó la Organización Cultural Mayaón, A.C. (Somos Mayas), de la cual fue presidente en 2012. Es miembro fundador de la Organización Jefes de Zonas y Supervisores de Educación Indígena, El hombre sobre la tierra, A.C., y el Seminario de Análisis de Experiencias Indígenas. Se desempeñó como presidente del consejo consultivo de las Organizaciones de la Sociedad Civil de Valladolid y el Oriente del estado.
Durante tres años fue consejero de la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas y del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. De igual manera, fue miembro de la junta directiva de la Universidad de Oriente (Valladolid) desde su creación y de la Fundación Valladolid, A.C.; ha impulsado el movimiento cultural de encuentros lingüísticos y culturales del pueblo maya del que forman parte Belice, Guatemala y México; y ha sido comentarista en presentaciones de libros como Kanxoc. Prácticas culturales mayas, del maestro Antonio Cutz Medina, y Aj Balam Yiumtsilo ob. Cosmovisión e identidad en los rituales agrícolas de los mayas peninsulares, del Dr. Lázaro Tuz Chí.
En mayo de 2006 fue reconocido como Maestro Distinguido del Año, con base en una propuesta de iniciativa ciudadana de la profesora Alicia Dzul Fernández, quien laboró en el Jardín de Niños José María Iturralde Traconis. Durante su mensaje en la Plaza del Maestro el homenajeado expuso lo siguiente:
“En pleno siglo XXI la discriminación del pueblo maya persiste con profundas desigualdades sociales que le impiden tener una vida digna. Pero no es tiempo de lamentaciones; en este análisis sociológico no se admiten víctimas ni culpables. En esta agitada vida moderna que cada día exige que todos los pueblos se unan a nivel mundial, apenas nos da tiempo de asumir los retos y responsabilidades que implican construir consensos necesarios para poner en marcha un nuevo proyecto social en Yucatán que, sin menoscabo de nuestra diversidad cultural, permita que todos sus habitantes accedan a una vida digna y justa.”
Durante el acto fue develada una placa alusiva como parte homenaje que se le rindió dentro del marco de la celebración del Día del Maestro. En ella está plasmada la frase que el maestro Bartolomé alguna vez pronunció: «Por una educación sin exclusiones».
El 9 de enero de 2012 recibió la Mención Honorífica Dip. Pánfilo Novelo Martín, entregada por segunda ocasión por el Congreso del Estado de Yucatán. Este reconocimiento se otorga a los hombres y mujeres indígenas que han destacado en la defensa de la cultura, los derechos y las tradiciones de los mayas. En julio de ese mismo año se llevó cabo la décima edición del Encuentro Lingüístico y Cultural del Pueblo Maya en el que participaron representantes de los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán, así como de Guatemala y Belice. Este encuentro fue organizado por las asociaciones Mayaón, A.C., dirigida por el profesor Bartolomé Alonzo Caamal, Kuch K’ab yéetel J-Men Maya’ob, dirigida por Valerio Canché Yah, el Instituto de Cultura de Yucatán y la Universidad de Oriente.
El evento tuvo como objetivo abrir un espacio de intercambio de experiencias en materia de promoción y desarrollo de la lengua y la cultura mayas de México, Guatemala y Belice, acordando estrategias de gestión para lograr mejores resultados. Los participantes y organizadores se comprometieron a difundir y evaluar los resultados de los nueve encuentros realizados con anterioridad.
Promotor incansable de la cultura maya, el maestro Bartolomé Alonzo Caamal continúa trabajando con organizaciones civiles y dependencias de gobierno para que se compaginen en la adquisición de retos y responsabilidades dentro del marco la diversidad cultural en la que vivimos.
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1 En 1935 fue reconstruido el edificio aledaño a la Iglesia Balam Naj para el internado. Actualmente este recinto es un complejo cultural que alberga al Museo de la Capital de la Cultura Maya de la ciudad de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo.
2 Durante la administración del presidente Miguel Alemán Valdés, en 1948, fue creado el Instituto Nacional Indigenista como un organismo descentralizado del gobierno federal.
3 Fue creado en 1945 como un medio de titulación para las personas que emprendieron la capacitación de los campesinos. En 1971 fue sustituido por la Dirección General de Mejoramiento Profesional del Magisterio (DGMPM).
4 Este edificio actualmente alberga a la tienda Del Sol, ubicada en una esquina de las calles 65 y 60, en el Centro Histórico de la ciudad de Mérida, Yucatán.
5 Actualmente Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
Marion Guadalupe Garrido May
Continuará la próxima semana…