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ROCÍO PRIETO VALDIVIA
Muchas veces las madres, sin saber, criamos hijos rebeldes. Nos enfocamos en nuestra parentela y nos olvidamos de nosotras mismas.
Luego viene el declive de los días de felicidad, nos abandona el ser que decía amarnos. Tomamos esa absurda libertad que nos aniquila, nos transgrede.
Porque para amar a alguien más, primero debemos amarnos a nosotras mismas…
LOS RECUERDOS DE MYRNA
I
MYRNA FRENTE AL ESPEJO
Los días son iguales para Myrna: peina con los dedos sus cabellos,
despide al esposo, hace desayuno.
Y sale a ver el sol…
Adentro de la casa, las sombras del abandono y la mediocridad se han derramado,
las moscas deambulan de traste en traste.
Myrna lo es todo en esa casa, y es ausencia en ella misma.
El espejo se ríe de ella.
Furiosa, estrella sus manos contra su reflejo.
II
LAS NOCHES DE MYRNA
Implacable tiempo, te vas sin darte cuenta,
las horas desandan sus pasos, las sirenas aúllan en las sombras de la noche,
los rincones oscuros, las piedras del sinuoso camino
sangran los pies de la madre.
El hijo ausente es un martirio que se refleja en el espejo de Myrna
todas las mañanas.
III
LOS DÍAS DE TIANGUIS
Los colores, los sabores, son una invitación
al eterno pecado; ella sonríe mientras sirve cada platillo,
después de tres horas de desvenar los chiles, cocer bajo el manto de la noche
los trozos de ternero.
Los pesos tintinean en su bolso
después de medio día.
Habrá que repartir en cada hijo una parte.
En el espejo, una cana se ríe de ella.
Tal vez el próximo día de tianguis
Myrna luzca un nuevo color de cabello.
IV
MYRNA AUSENTE
La infidelidad tocó a su puerta, ella frente al espejo peina sus cabellos,
pinta su boca, y modela su nueva figura
más abstracta, más jovial
menos aburrida, pues no hay nadie para decirle lo que tiene que hacer.
Dentro de ella, un mar se vuelca,
la hace garras, la revuelca.
Ella sonríe, es fuerte.
Está mejor sin él,
se repite una y otra vez…
Toma su bolso.
Baco hoy se enfrentará a ella.
Myrna, ausente de sí misma, da un trago a la primera cerveza.