Juan José Caamal Canul
“El hombre como medida de todas las cosas” reza el enunciado que se adjudica a Protágoras de Abdera, retomada siglos después como la cosmovisión e ideología para la construcción del mundo del Renacimiento. En ese contexto espacio-temporal, pero en otros ámbitos de la terra ignota, los mayas y su cultura hicieron suyo el concepto; ejemplos de ello es el sistema vigesimal cuya correspondencia era igual al número de dedos, así como la unidad de medida de la milpa, que es a la vez la representación del universo.
Arte, estética, filosofía, semiótica, fueron algunos de los elementos sobre la presentación audiovisual Los mayas y el Popol Vuh que escuchamos en la disertación impartida por el maestro Luis Alvarado Alonzo. Antecedentes históricos y culturales, representados en libros, espacios, cultivos, árboles, direcciones cardinales, elementos de la naturaleza; simbología que ha permeado en la vida, en los detalles más obvios y menos comunes de nuestra vida diaria.
Más que disertación, en lo particular, considero fue una catedra de filosofía maya. Porque los elementos están ahí, porque los símbolos han quedado. Corresponde a la buena labor y estudio del maestro Luis Alvarado Alonzo enhilarlos, darles secuencia y continuidad y, principalmente, razonarlos.
La presentación audiovisual del maestro Luis Alvarado fue sustanciada con paralelismos y similitudes en conceptos que quedaron registrados en el libro sagrado maya quiché. De ahí se derivan los elementos estéticos y simbólicos judeocristianos que son identificables en elementos esenciales de nuestra cultura, refiriéndonos específicamente a la cruz foliada, a la tradición de la cruz parlante, a la kuch cruz, es decir, características sacras y profanas en la vida de los mayas yucatecos que, si los observamos, son hechos de la vida común hasta nuestros días.
Cuando la mayor parte de la presentación del elemento cultural ha quedado a la vista, nos permitirá tener una mejor visión del entorno; dirán algunos: “pero si esas cosas las hemos sabido siempre.” Sí, pero no con la visión holística que no has proporcionado el disertante.
Escuchar al maestro Alvarado Alonzo siempre será una experiencia de aprendizaje. Los temas e imágenes que le ocuparon, y que se encargó de proporcionarnos, son temas de conversaciones informales, charlas, investigación y experiencia propia; de allí su dominio del tema, por eso es que fue un tema filosófico el impartido: porque vivimos, respiramos y concientizamos la esencia de la cultura nuestra en cada acto que nos ocupa.
Este fue el contexto, porque a continuación participamos también en la apreciación de la obra pictórica del maestro Manuel Lizama Salazar, y la escultórica de Reynaldo Bolio, creadores con un repositorio de obras de arte cuyo músculo se ha nutrido y fortalecido con la tradición mística y estética del Popul Vuh y la cultura maya, en general.
Ambos autores en sus obras dejan ver la estética de los mejores valores mayas. El arte figurativo de estos creadores eméritos está sólidamente cimentado y estructuralmente armado con la esencia filosófica y religiosa de nuestro pueblo y cultura. No son obras superficiales, o temas que se tocan de manera adyacente, o aspectos que se ven de soslayo. Cada pincelada, cada forma, ha sido analizada y estudiada; hay una cultura que la respalda; hay un pensamiento abstracto resumido y reelaborado, tal cual corresponde a estos creadores eméritos. Eso da como resultado la representación y trascendencia de una cultura y de un pueblo que mantiene fervorosamente sus valores.
Por supuesto, curiosamente suele darse el caso que este pueblo y esta cultura que exaltamos en ocasiones no es consciente de sí misma y sus representaciones. Para eso y por eso los trabajos como el del maestro Alvarado Alonzo, de los estudiosos, de los aficionados y de los artistas que han sabido ver y enaltecer lo que somos en esta península que mira hacia el norte.
También participo y coincido en la perspectiva del maestro Alvarado Alonzo: nuestra cultura maya yucateca no está exclusivamente en nosotros mismos; la podemos hallar en la tradición escritural, epigráficos o caracteres latinos de la cosmovisión del pasado, y en las afluentes de la cultura ahora diseminada en la península y la zona maya y, por supuesto, inserta en el concierto de la vida del mundo occidental.
