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Letras
Brenda Alcocer
Se dan generosos a manos llenas, a borbotones; se entregan sin medida.
Se dan a las pobres mujeres de senos rubicundos o de escuálidos pezones; de prominentes caderas o de enjutos culitos. Se pierden en carnosos nalgatorios blancos, negros o morenos.
Como torrentes de agua, corren tras de ellas para llenar sus cántaros: sacian la sed de muchas, apagan fuegos encendidos por la soledad.
Pródigos en su amor, lo reparten. Hay para todas, aquéllas que tristes arrastran el alma por los bares, o lloran plegarias en las iglesias; las que tuvieron mucho o nunca han tenido.
Generosos y alegres se dan: no importa a quien ni en dónde, ni la edad ni el color; mucho menos la clase, siempre que sean mujeres.
Y mientras, sus esposas –que los tienen sin tenerlos– dejan sus autos en el estacionamiento del super, para irse con otros dadivosos.
El Juglar núm. 226. Suplemento del Diario del Sureste. Mérida, 21 de septiembre de 1995, p. 6.
[Compilación y transcripción de José Juan Cervera Fernández]