Letras
Jesús Fuentes y Bazán
El clima sofocado. “Estoy en el patio. Debajo de un zapote,” me había chateado. La visualicé sentada en una cómoda silla mecedora de madera, con asiento y respaldo de cuero, con las piernas cruzadas y los pies descalzos, meciéndose, abanicando al viento, leyendo uno de los tantos libros que le agradan, bajo la sombra de frondoso zapote. Su abundante pelo negro, rizado, caracoleando sus hombros, dejándose columpiar por un viento tenue y el calor sofocado.
Le comenté…
Le debo la mecedora: estaba sentada en un tronco. Y no leyendo: veía a las hormigas que se apresuraban a tomar migajas de una conchita que me estaba comiendo y las zurrapas caían al suelo. Escribió poniendo una carita sonriente. Yo aquí, contemplando, reflexionando, concluyo.
La contemplé meditabunda, con la hermosura de su rostro, cejas arqueadas, nariz respingada, labios de corazón, bien delineados, antojo para besarlos (en mis días y en mis noches). “Bésame,” parece me gritan.
Así la registré viviendo ese atardecer en esa comunidad de pescadores y turistas, La Ribera, de calles bien trazadas, con huertas de mango y aguacates de variedad San Miguel con zapotes y mucha más flora; con acantilados y playas níveas en el Mar de Cortés, cerca de Los Cabos.
Era ella a quien había soñado en los eventos literarios, en las juntas escolares con los padres de familia, en el malecón de La Paz disfrutando de un helado, sin importar que la nieve resbale por sus labios. “Aunque me ensucié, no importa, lo disfruto,” dice sonriendo.
La miré de esa manera, con su blusa blanca, calada, y un moño de listón rosa cuidadosamente hecho para cerrar la blusa. Imaginé escucharla decir: “Lo espero en mis sueños, mi muy amado señor; no tarde, por favor.”
Atardece, la carretera serpentea, curvas y más curvas, zona de serranía, con vegetación abundante. Manejo con precaución, a velocidad media, 60 km por hora. “Curva peligrosa” parecen decir todas. Atrás quedó San José del Cabo y su festividad del 19 de marzo.
Olisqueo perfume de gardenias, ¿será su perfume? Siento su presencia junto a mí. Escucho una canción de ocarina. “Para ti, una de mis melodías favoritas,” la percibo decir.
Está conmigo, es mi copiloto. Recuesta su cabeza en mi hombro derecho, los dedos de mi mano navegan en sus rizos azabaches.
La noche empieza a bajar su manto.
Jesús Fuentes y Bazán. Nace en el D.F. (hoy CDMX) en 1950. Estudió Medicina Veterinaria y Zootecnia en la U.N.A.M. Radica en Ensenada, B.C., desde 1992. Escribe cuento, narrativa, poesía. Ha participado en encuentros literarios, Mares de tinta, entre otros. Ha publicado en antologías, revistas virtuales e impresas en México y el extranjero. Publicó en 2018 “El principio de la noche y otros textos”, libro de cuentos, narrativa y poesía. Es integrante del taller La Catarsis Literaria.