Tenemos ante nosotros una entretenida novela policíaca que confronta a dos acérrimas rivales: la villana Lizzy Zubiaga y la detective Andrea Mijangos, personajes que conocimos en la anterior obra de Bef, ‘Hilo Negro’.
Zubiega – una mujer alocada, sumamente inteligente, perversa, capaz de torturar animales en una instalación sonora para grabarlos en un absurdo afán de crear arte innovador – está harta de liderar el mundo de las drogas sintéticas. Decide entonces incursionar en los servicios financieros ligados al lavado del dinero y, para construir su nuevo negocio, no tiene empacho en ligar tratos con peligrosos lideres de pandillas del mundo, traficantes de armas, narcotraficantes, la yakuza japonesa, etcétera. Su objetivo es convertirse en corto plazo en la reina multinacional del blanqueo de recursos.
Lo que no imagina es que su archi enemiga Andrea Mijangos (quien dejó la policía judicial cuando se gana el Melate), en medio de sus propias tribulaciones que la hacen viajar por París tratando de superar la muerte de su amado, sigue obsesionada en atrapar a Lizzy, por lo que crea su propia agencia de detectives. Su primer cliente es su propio hermano Santiago, caricaturista de profesión, quien la contrata para solucionar la muerte de Muldoon, un colega medio célebre dentro de la industria del cómic internacional.
Andrea se apoya en su ex compañero en la Judicial, el agente ‘Járcor’, y otros ex colegas para avanzar en la investigación de la ‘aparente muerte natural’ del dibujante, a la par de avanzar en la búsqueda de Lizzy. La DEA, que en un inicio la menosprecia, se ve obligada a reclutarla para realizar una importante operación encubierta para atrapar a su rival y a los líderes que acudirán a una reunión cumbre que marcaría el inicio del nuevo imperio de lavado.
La clave en de esta edición de 348 páginas es el tratamiento que Bef otorga a cada participante. Por ejemplo, Andrea está pasada de peso; no es fea, pero está lejos del estereotipo de agentes sexy que acostumbramos ver en las películas de Hollywood. Todo el proceso de su cambio de imagen para adoptar el papel de empresaria como agente encubierta es muy divertido. En otros pasajes, como el de la extraña relación entre Lizzy y uno de sus socios – el contador Alberto Suárez, de quien cree estar enamorada – es tensa. Los ritmos van variando en cada interacción, descritos con el estilo ‘historietista’ de este creador mexicano. Bernardo reconoció en una entrevista que le hice que siente que cuando escribe ‘dibuja las historias’, ya que también es un ilustrador destacado.
Es notable el trabajo de investigación que este colega se chupó para presentarnos una historia ágil y muy actualizada sobre el lavado de dinero, un tema prácticamente ausente en muchas otras novelas policíacas. Otro punto a favor es que Bef no emite ningún juicio de valor acerca de ningún personaje, simplemente los pone a interactuar para crear una novela que seguirás atentamente hasta llegar al clímax de la historia.
Me gustó este esfuerzo de Bef. Es un libro entretenido, divertido, con una historia interesante y una edición cómoda y muy adecuada para leer en cualquier sitio.
RICARDO PAT