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III
Félix Martínez Torres (Minatitlán, Veracruz 1962). Poeta y narrador. Algunos de sus poemas aparecen en varias antologías. Pertenece al grupo Ateneo Literario Jose Arrese. Participa además en el Taller de apreciación y creación literaria del Instituto Regional de Bellas Artes de Matamoros.
Poemas de Félix Martínez
Se aleja el mar
Las olas que mojan mis rodillas
traen el sabor a atún con arena
de mis paseos de niño
en las playas del sur
Sus escolleras
son montañas por conquistar
invitan a ascender por ellas;
el golpe burbujeante del mar
se expande en el rostro
y ensancha ilusiones.
La resaca me arrastra
como monstruo sin manos,
sube lento,
casi hasta ahogarme.
Brinqué con la punta de los dedos,
como ahora
cuando el agua me cubre,
como ahora
que alguien ha soplado las aguas
a mi favor,
y me pongo de pie sobre la arena.
Me pongo de pie
para caminar en la orilla
recoger conchas, patear un balón
recibir el sol en el rostro.
Siempre regreso a la playa del ayer.
para mirar sus delfines y barcos
aunque el mar de mi infancia
camina hacia el sur
y yo viaje hacia el norte.
En medio de la frente
Hoy llegué a una decisión terminante
porque robaron mis sueños.
Busco a la ladrona
pero se fue del pueblo.
Perdí el trabajo
por dejar de reír.
Y llegué a una decisión fatal
tomé la pistola y apunté a mi frente.
Sonó el estrépito tronante de la bala,
había hecho añicos el espejo
Le había atinado a mi imagen
en medio de la frente.
Mutismo
Nubes de alientos espesan el ambiente,
gestos marcados cinceles en el rostro,
palabras susurradas en las bocinas,
muchas voces apagan la voz de la conciencia.
A tu lado y sin motivos defendiendo lo indefendible
queda sorda mi conciencia.
Levantas la mano,
juras por el aire que nos circunda.
Tu voz como bloques levanta muros.
Ya no te veo,
solo escucho tu voz,
frases viejas, palabras sin sonidos.
En este rincón esperaré que pase el tiempo.
Tu voz apenas audible.
Hablé no me escuchaste.
Sin saberlo,
yo también había quedado mudo.
Espejo empañado
No limpies el espejo
para que no se descubran,
para que no vean mis miedos,
mis aletargados anhelos.
El espejo empañado
mantendrá la ilusión de mejores días.
Cuando me paraba de frente y sin temor
devolvía rebeldía y pasión
con la señal del triunfo.
El espejo se hizo viejo
se llenó de polvo.
No me libero.
Dejaré mi imagen difusa
borrarse con el tiempo.