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Lino y Patín, Superando toda adversidad – II

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Colonia Yucatán

Lino Ariel Canto Cortés recordó que tenía como 25 años cuando se quitó de la Colonia Yucatán.

Aunque no lo creas yo tomaba mucho los tragos. Recuerdo que iba al parque y estaba limpio, no había broncas, era tranquilo. Cuando íbamos al Cuyo con mi tío Hernán, que era el que recibía la madera que llegaba de Colombia, Brasil y Guatemala, como no podían pegar más los barcos se quedaban fondeados y la madera la jalaban con lanchas, les ponían pernos y los jalaban a la orilla;  el tractor se encargaba de lo demás. Hacíamos hasta una semana, yo nomás iba a cotorrear con ellos. Era feliz en la Colonia, bueno, hasta hoy, dice sonriendo, como cuando un niño descubre algo que le gusta.

Nunca vi ni estuve en broncas. Era todo tranquilo, era la buena vida. Lo que más me gustaba eran los carnavales. ¡Maaa, se ponían bueeenos! ¿Recuerdas a la Reina que dijo en su discurso: «Sólo deseo que pasen una feliz navidad y próspero año nuevo»? Ja ja ja jaaa, no recuerdo quién lo dijo. ¡Ah!

¿Y los encuentros de softbol entre la Sierra y la Colonia? ¡No se podían ver!  Cuando ganaba la Sierra a pedradas los sacaban. Había mucha rivalidad hasta para elegir a la Reina del carnaval. Una vez contendieron Nery Braga de la Colonia y Cheli Bates de la Sierra; como por 200 votos gano la última. Al año siguiente ganó Nery. Don Eusebio Díaz y Pancho Marín eran los que se encargaban de hacer los mejores disfraces.

¿Tú sabes dónde quedó toda esa madera que había en la Colonia? La barda del campo de la Sierra también era de madera, ¿dónde quedó?, se pregunta, enciende otro “Delicado” y continúa. Yo ayudé a poner esa barda, eran tablones de Pich; Cardenales se llamaba el equipo de la Sierra. ¿Te acuerdas del juego que tiró Arnaldo Rosado de 19 entradas? Maaa… ¿tú sabes tirar 19 entradas? Ah y al día siguiente a chambear. Cómo voy olvidar ese tiempo cuando iba con mis cuates a Tizimin a pendejear, a ver mujeres alegres…jejejeje.

Nunca me metí en problemas. Me llevaba con todos, tanto con los de Colonia como con los de la Sierra, conviví con todos. Cerró la fábrica y empezó a llegar gente de otros lados, cambió mucho: cuando eran empleados de la empresa todos se conocían, pero diario tomaban los tragos; los camioneros llevaban el trago de contrabando. Malafacha (José García) es el único que recuerdo de la Sierra que era pelotero, torero, camionero, boxeaba, de todo hacía.

Ahora sólo me dedico a hacer jaulas para pajaritos; las vendo a 40 pesos. La madera de cedro Patulin me la da. A veces hago 10 jaulitas a la semana. Así que ves: mañana viene un chavo a buscar estas 10 y ya tengo otras listas para vender.

Hace como 10 meses que cerramos el taller de hojalatería que teníamos en Pacabtún. Con la venta del terreno del taller Calin me dio una lana y la metí en el banco. 31 años fui hojalatero, una vez me hicieron un reportaje en el Diario. Cuando vengas la próxima vez te muestro la foto. Estaba sobre la cabina de una camioneta trabajando, el reportero no lo creía.

De mi familia, dos murieron cuando estaban chicos, sólo quedamos tres: Calin (Carlos Eliézer), yo y mi hermanita Landy Anselma, que es la x’tup [1]. Ella me financia mi comida… Un sobrino mío, hijo de ella, es el que viene a dormir acá todos los días. Yo vivo solo, me levanto a las 11 y si hay chamba lo hago. A veces me acuesto a las dos de la mañana, dice este hombre que luce desde siempre una larga y cuidada barba blanca que solamente en dos ocasiones se ha quitado: en un aniversario de sus papás y la otra a petición de una vecina. Desde eso no la he vuelto a quitar; eso sí, mi bigote nunca me lo he quitado.

Enciende un cigarrillo más, acerca una madera cuadrada que tiene un pequeño colchón que le sirve para apoyar el pecho, inclinado, va recogiendo las tiras de alambre y con paciencia los va metiendo en los pequeños agujeros de la madera calada previamente, uno por uno, para avanzar en la construcción de esas jaulitas que aprendió siendo un niño en la Sierra.

¡Te repito, allá fui feliz y sigo siendo feliz!  finaliza este hombre de ojos verdes, mirada infantil y franca sonrisa dándole el último toque a su Delicado.

[1] La más chica de la familia, en lengua maya

Continuará…

L.C.C. VICENTE ARIEL LÓPEZ TEJERO

vicentelote63@gmail.com

4 COMENTARIOS

  1. Dicen que las palabras escritas son pare siempre, cada una de esas historias es un recuerdo que viene a mi cabeza como si estuviese viviendo aquel momento nuevamente, yo fui testigo de la felicidad con la que llevó su vida, con las ganas de salir adelante, de las incontables amistades que tuvo, y lo que a mí y a mis hijos nos enseñó. El humor con el que se tomaba las cosas, y la seriedad con la que cumplía sus compromisos hicieron de el un hombre humilde, sincero y capaz de lograr lo que se proponía. Se le extraña pero se le recuerda con mucho cariño, y nunca nos olvidaremos de el.

    • Lini,. Como le llamaba, un gran ejemplo de vida. Como le decía a thelma, cuando ves a Lini, te levanta el ánimo, todo el tiempo de buen humor y feliz. Lo pasaba a buscar los domingos y me acompañaba a jugar sotball, le gustaba ir a pescar al muelle de los puertos cercanos y a comprar pajaritos. Gracias amigo, se te extraña

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