Colonia Yucatán
Con frecuencia sucede cuando converso con personas que vivieron en la Colonia Yucatán que comenten con orgullo y satisfacción haber vivido y convivido con personas responsables y educadas, gente trabajadora y agradecida. Afortunadamente no me he topado con pesimistas, por el contrario: mucha gente habla de lo bien que vivió allí, como si el tiempo no hubiera acabado con esa gran industria que nos dio de todo: Trabajo, educación y valores. Fuimos y somos personas que la propia comunidad formó a base de cumplir cabalmente las reglas que impuso. Se vanaglorian cuando hablan de haber trabajado en la fábrica. Aunque por desgracia no todos trabajaron en “Maderera del Trópico”, se emplearon en otras actividades, no se quedaron encerrados en las condiciones que el destino les impuso.
Toca hablar de dos personas que han sabido enfrentar y vencer todas las adversidades de manera exitosa, hombres trabajadores, optimistas, honrados, pero sobre todo humildes. De trato amable y bonachón, ambos me trataron familiarmente las veces que los fui a visitar, y aun cuando me los he encontrado en otros lugares siempre los he visto sonrientes y felices, nunca se arredraron ante los desafíos que la vida les impuso. Ambos, hay que decirlo, son hombres de bien.
El primero de ellos, siendo un niño contrajo una enfermedad que lo mantiene de pie ayudado por unos “fierritos” como él mismo dice: Nosotros llegamos de Cenotillo a vivir a la Sierra con mis papás, Anastasio Canto y Paula Cortez, porque había trabajo. Vivimos al lado de Donato Sánchez, el cortador de madera. Estando ahí se me presentó la polio, tenía dos años de edad. En la Sierra estudié hasta sexto año; recuerdo que mi maestra fue Rosita Aranda. No podía ir a la Colonia a estudiar porque andaba en triciclo, había que subir escaleras y me daba vergüenza. Después de la escuela no hacía nada. Don Venancio Flores –Don Beny– me enseñó a hacer jaulas para pajaritos. La hojalatería la aprendí de mi hermano Carlos. Calín me enseñó, tenía un tallercito al lado de su casa. A los 20 años más o menos empecé a aprender; fui hojalatero como 31 años, las jaulitas ya las hacía desde antes. Era yo la competencia de don Corona,” comenta alegre, mientras se toma una pausa en su trabajo para encender el tercer cigarrillo de la plática Lino Ariel Canto Cortez quien, a unos días de cumplir 65 años –los cumplo la próxima semana–, luce jovial, sonriente, tranquilo y, sobre todo, feliz.
Recuerdo que ahí la pasaba bien con mis cuates Manuel Bates, Luis Medina, Gaspar Braga, el “Huevis” Rebolledo, Lauro Pérez, el hermanito de “Longa” y Toni Medina. A veces, cuando íbamos a buscar rolos a “Maderas blancas”, ja ja ja jaaa, no lo vas a creer, en las cercanías a la Sierra “pescábamos” pavos je je je je jee. Una vez hasta un cochinito trajimos. Cuando llegamos a la Sierra nos enteramos que había muerto un hijo del “gordo” Orozco, aquel que metía leña a la fábrica, el hermano de René, se murió en el cenote que está yendo a Kantunil Kin, el mero 24 de diciembre. Estábamos viniendo del monte con 3 pavos y un cochinito cuando nos dieron la mala noticia; pues soltamos el cochino y los pavos, que estaban muertos, nos los quedamos.
Yo siempre viví en la Sierra. Mi casa estaba cerca de los galerones, frente a casa de Manuel Bates. Mi papá trabajaba en la madera, era trozador en el aserradero. ¿Te acuerdas que con hacha cortaban la madera y no quedaba parejo? Eso hacía él.
Toyi Matos, Aidé Bates, Candy, Cheli, la novia del difunto Mury Núñez, eran mis amigas. Ja ja, una vez, vas a ver qué me pasó, no recuerdo quién me habló y salí. Tenía mis fierritos, empecé a caminar hacia la calle y veo que viene un cabrón hecho la madre en su moto, rraaaaannnnnn. Cerré mis ojos y solo sentí cómo pasó el viento. Era el cabrón de Mury, estaba medio pedo, no me dio, si no, en la Colonia hubiera ido yo a parar,” recuerda sonriendo.
En ese tiempo me levantaba a las 11 de la mañana y me iba a la carpintería con don Beny. Ahí estaban “Calandria” (Mario Villafaña) y “el pelón”, su hermano Rosendo. Solamente “Calandria” trabajaba ahí, el pelón cubicaba madera con mi tío Hernán en la colonia.
Un día estábamos jugando barajas en la carpintería cuando llegó Pancho López con Pedro Albornoz en la camioneta de la empresa y gritó: “¡Quedan detenidos en nombre de la ley!” Todos corrieron. Yo agarré mi martillo y me puse a chambear… “¿Y tú?” me dice. “Pues aquí,” le respondí… A nadie detuvo.
Nos quitamos de allá cuando cerró la fábrica. Preguntaron quién quería venir a cuidar las bodegas de la fábrica de acá que estaban cerca de “Tulipanes”; mi viejo fue el primero que levantó la mano y vino. Desde eso nos quitamos. A Calín yo lo fui a buscar a la Colonia, sólo a eso fui, ni ropa llevé, al día siguiente venimos, ya tenía chamba acá. Un primo mío trabajaba en un taller y necesitaban un soldador. Me dieron para mi pasaje y lo fui a buscar. A mi primo yo le ayudaba en el taller y me ganaba mi lana; luego vino Roger Hernández, uno que trabajó en el IMSS de la Colonia, puso un taller allá por la “Gatita Blanca” y allá fuimos. Hicimos ahí como 19 años. Calín jugaba softbol los sábados con unos maestros y le daban su buena lana por jugar; luego trajo a mi cuñada.
Nosotros desde que llegamos acá hemos vivido aquí en la Colonia Industrial; luego Calín consiguió su casa. Al día siguiente de hacer la transacción, se devaluó el peso y el antiguo dueño quiso echarse para atrás, pero ya no pudo. Era una dúplex, la otra mitad la compro “Patato”.
Continuará…
L.C.C. VICENTE ARIEL LÓPEZ TEJERO
Excelentes narraciones, he seguido con atención y con mucho entusiasmo todas y cada una de las anteriores,la serie de Witta, muy amena, y ésta también.
Mis felicitaciones a el autor Lic. Vicente Ariel López Tejero.
Excelente nota, muy redactada y muy interesante.
Excelente trabajo mil felicitaciones y que memoria bellos recuerdos de mi vida aún fueron 11 años pero lo recuerdo muy bien en hora buena
Muy buenas notas periodísticas, se les agradece este tipo de reportajes porque nos recuerda las bellas épocas q vivimos en nuestra época en el bello pueblo de la colonia Yucatan, saludos a todos los q participan en la estructura del periodismo del diario del sureste.
Muy buena nota, espero que siga con este tipo de recuerdos Ariel López Tejero saludos
Muy enriquecedora sus narraciones y mas para nosotros que vivimos en nuestro pueblito magico y las anectodas de grandes personajes como Wita, Lino Canto y Patin Uribe nos hacen viajar en el tiempo.felicidades al Lic Ariel Lopes Tejero.
Ariel quiero agradecerte felicitarte y darte las gracias por las narraciones que has estado publicando de los amigos de Colonia yucatan, ya que nos transporta a época muy bonita de nuestra vida. NUEVAMENTE GRACIAS.
Cuando leo las anegnotas de mis paisanos mi mente viaja al pueblo mágico y recuerdo todo lo bello que tiene la colonia Yucatán
Muy buena historias para recordar a nuestra colonia yuxatan. Muchas gracias ariel. Excelente trabajo
Muy buena reseña… excelente!
Excelentes recuerdos de personajes de nuestra inolvidable Colonia Yucatán
Ariel, te felicito y agradezco que nos hagas recordar a excelentes amigos de colonia, un merecido reconocimiento.
Muy buen artículo. Aporta a la historia de nuetra región.
Viejos recuerdos de la Colonia Yucatán. Buen trabajo