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Lic. José María Pino Suárez, Liberal Revolucionario (1869-1913) – V

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PRECURSOR IDEOLOGO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

En su libro “Del liberalismo a la Revolución Mexicana”, el filósofo Leopoldo Zea trata de desentrañar el proceso social que se encaminó hacia el hecho radical que se generalizó el 20 de noviembre de 1910. Fue al principio un descontento hacia una situación provocada por la dictadura del General Porfirio Díaz, el representante del Militarismo que gobernaba de acuerdo con una burguesía terrateniente y comercial, y que había alcanzado el poder mediante un golpe de Estado que la hacía ilegítima en su origen, y que continuaba ejerciendo métodos ilegales y represivos para mantenerse y continuarse.

Según Leopoldo Zea: “Al iniciarse el siglo XX se empieza a sentir en México el descontento que habrá de aflorar en 1910”.

Descontento contra la paz y el orden que ésta justifica. Descontento contra una paz lograda al costo de los ideales liberales, por los que tantos mexicanos habían dado su vida. Descontento contra “la paz a cualquier costo”. Era esta una paz que no había venido a establecer la cordialidad en los mexicanos, ni el acuerdo “mental” de que tanto se ufanaban los positivistas. Era la paz que los fuertes imponen sobre los débiles, la paz draconiana, la paz de los intereses de un grupo en contra de los intereses de la mayoría.

En 1900, este descontento va tomando forma a través de diversas expresiones públicas. Este descontento empieza pidiendo un cambio de situación; pero por la vía pacífica. No se habla aún de violencia; no se habla de revolución. Lo que se quiere es, pura y simplemente, una vuelta a la etapa de la historia de México que antecedió a la porfirista.

Esto es, vuelta al liberalismo. Pero al liberalismo original, al liberalismo representado por Benito Juárez y Melchor Ocampo. Ya no más a ese liberalismo que justifica el orden de los fuertes y la servidumbre de los llamados débiles. Había que volver al liberalismo que ofrecía oportunidades semejantes a todos los hombres para alcanzar su propio bienestar (12).

En la capital de la república y en algunas ciudades crecía ese descontento a que se refiere el filósofo Leopoldo Zea, y quien nos da la clave para entender lo que sucedía en una sociedad cuyas contradicciones iban en aumento. Era algo natural que fuera en la generación joven, principalmente en los que asistían a las instituciones de educación media superior, en donde las ideas liberales o neoliberales resurgieran, aunque esa generación y en esa época se hallaba en los límites ideológicos que la educación positiva del Porfiriato había implantado, las palabras Libertad, Justicia, Progreso y Ciencia se hacían patentes en su significado y eran motivo de reflexión y discusión en las reuniones.

En 1901 desde el diario “Regeneración” (13) Ricardo Flores Magón decía “El progreso material –esa irritante superchería con la que se quiere hacer comprender que la autocracia del general Díaz es saludable, se nos pone como motivo para admirar la torpe política que, a guisa de cerdos, arrastremos nuestra dignidad en el fango, siempre que ese fango sea de oro con que tapar nuestra ignominia.”

El punto de vista de Flores Magón sintetizaba en el plano nacional el pensamiento de la generación que contribuyó a preparar y hacer la revolución, entre los que se encontró José María Pino Suarez por su actuación regional. Flores Magón y su hermano Jesús combatieron la dictadura desde el periódico “Regeneración”, fundado en San Luis Potosí el 7 de agosto de 1900; Pino Suárez en Mérida, Yucatán, procedió de parecida manera y fundó el diario “El Peninsular” el 19 de marzo de 1904. En “Regeneración”, la divisa del diario fue “Periódico Independiente de Combate”, el diario liberal yucateco también dio a conocer que era una publicación de combate con vista hacia el futuro.

En 1905, la oposición al régimen dictatorial se manifestaba abierta y decididamente en varias publicaciones: “El Peninsular”, dirigido por José María Pino Suárez, “Regeneración” por Ricardo Flores Magón, “El Diario del Hogar” por Filomeno Mata, “El Hijo del Ahuizote” por Juan Sarabia, “Excélsior” por Santiago de la Hoz. Además, hay que citar otros periódicos adversarios del régimen entonces imperante: “Juan Panadero”, “El Colmillo Público” y “Redención” (14).

Todo lo anteriormente expuesto hace evidente que a mediados de la primera década del siglo XX se desarrollaba un proceso de cambio social. “Un grupo muy pequeño de intelectuales, compuesto probablemente por no más de cien personas en toda la República, trataba de difundir nuevas doctrinas sociales entre las masas.” (15)

Investigaciones recientes especifican que fueron tres centros importantes donde las ideas liberales y las nuevas doctrinas socializantes se difundían: Mérida, en Yucatán, Guadalajara, en Jalisco, y la capital de la república, la ciudad de México. En el caso particular de Yucatán, se sabe que un exiliado español llamado José Zaldívar intentó fundar en 1899 un periódico “anarcosocialista”. Fue el antecedente de la línea periodística seguida por Pino Suárez en el diario “El Peninsular”, en el que se llevó a cabo una enérgica, aunque breve campaña contra la práctica del esclavismo en la península y contra los abusos a los que estaban sometidos los indígenas en las plantaciones de henequén, ciertamente, en ninguna parte de México eran más desfavorables las condiciones de trabajo que allí. En las plantaciones de henequén, de las que era imposible escapar, se vendía a los indígenas como esclavos. El clima caluroso e insalubre, el duro trabajo y el trato severo, combinados con las miserables condiciones de vida en muchas de las plantaciones, reducía a los trabajadores a la escala más baja de la vida humana” (16)

Para tener una idea cabal de la trascendencia de la labor periodística de Pino Suárez, es necesario mencionar las condiciones existentes en Yucatán, una región sólidamente asentada de la dictadura, y en donde el dominio económico-social era ejercido por el bloque de terratenientes reaccionarios, en alianza con los capitalistas extranjeros, principalmente norteamericanos. De hecho, como menciona el historiador H.B. Parkes: “Yucatán se convirtió en propiedad de cincuenta criollos dueños de plantaciones, a cuya cabeza estaba el gobernador Olegario Molina, que poseía enormes cantidades de tierra, en tanto que cien mil indígenas mayas, convertidos en peones, trabajaban en las plantaciones de henequén que abastecían a los Trust Norteamericanos.” (17)

A través de “El Peninsular” y con sus colaboradores –Ignacio Ancona, Serapio Rendón, Ricardo Mimenza Castillo y otros–, Pino Suárez condenó la condición injusta en que vivían los campesinos, esclavizados por los terratenientes henequeneros. Hizo el examen de la situación económica social y, en síntesis, la acción periodística expuso las necesidades y calamidades, las clases oprimidas, principalmente la de los peones de las haciendas henequeneras; criticó la injusticia de un sistema que solo favorecía el enriquecimiento de una camarilla ensoberbecida cuya riqueza y ostentación era posible solamente por la “explotación del hombre por el hombre”.

“Como órgano divulgador de grandes ideas avanzadas, “El Peninsular” tuvo muy buen éxito, pero económicamente fue un fracaso. Por tanto, el Lic. Pino Suárez tuvo que suspender su publicación en 1906. Seis gruesos volúmenes constituyeron su “querido diario”, como él lo llamaba con gran satisfacción. Fue aquel tiempo de mucha actividad provechosa en la cultura, pues se dedicó a profundos estudios literarios y filosóficos y a recopilar sus substanciosas obras poéticas. (18)

Pino Suárez demostró una formación ideológica natural, hacía crítica del Porfiriato en el sentido de que había desvirtuado el orden republicano y los ideales por los que lucharon los liberales mexicanos del siglo XX.

En forma reiterada, en sus escritos cita los nombres de Benito Juárez, Melchor Ocampo, Sebastián Lerdo de Tejada, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ponciano Arriaga, y otros hombres de la Época de la Reforma, luchadores que pugnaron por integrar una nación en la que existiera, sin exclusión como dice Leopoldo Zea, las dos aportaciones que caracterizan a las nacionalidades: libertad y bienestar material. Y como el Porfiriato no logró ese hecho, se había traicionado al liberalismo, debiendo continuarse luchando por el retorno al liberalismo auténtico. Este principio sostenido por Pino Suárez, lo acercó a otros liberales que sustentaban ideas semejantes, y los alejó de otros que del liberalismo cambiaron al anarquismo, siendo aún más radicales.

Notas:

(12) Zea, Leopoldo.- Del liberalismo a la Revolución Mexicana, Secretaría de Educación Pública. Instituto de Capacitación del Magisterio.Página 33, México, 1963.

(13) Regeneración. Tomo II Núm. 49, 7 de agosto de 1901.

(14) Silva Herzog, Jesús.- Trayectoria Ideológica de la Revolución Mexicana. Cuadernos Americanos. Página 21, México, 1963.

(15) Clark Marjorie, Ruth. La Organización Obrera en México. Ediciones Era. Pág. 13, México 1981.

(16) Clark Marjorie, Ruth, Obra Citada. Página 14.

(17) H.B. A History of Mexico. Pág. 296. Boston, 1928.

(18) Muñoz y Pérez, Daniel. Lic. Don José María Pino Suárez. En testimonios históricos sobre Madero y Pino Suárez. Secretaría de Educación Pública. Página 75, México, 1963.

Fidelio Quintal Martín

Continuará la próxima semana…

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