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Letras
José Juan Cervera
En memoria de Carlos, con gratitud
La madurez, el ejercicio profesional y las responsabilidades de la vida adulta hacen olvidar a veces las etapas formativas en que el horizonte se extiende difuso y accidentado. Tal era la perspectiva de los días en que podían guardarse fervores y algún rastro de candor entre los pliegues de la experiencia primeriza. La energía creadora se manifiesta de distintos modos, y el espíritu de comunidad la lleva a explorar vías para hacerse tangible.
Leer y escribir son aprendizajes que evolucionan con el acopio de recursos que permiten acceder a conocimientos funcionales y significativos, así como a una apreciación rica del universo, porque brindan muestras de su diversidad y de su estructura compleja. Contribuyen a dotar de sentido a los acontecimientos cotidianos e introducen en este proceso una fuente de gozo que irriga el campo radiante en que se asienta. Las personalidades formadas bajo este influjo sienten el llamado a nutrir con entusiasmo iniciativas editoriales que, pese a su factura incipiente, estimulan la convivencia en el orden donde se desenvuelven, tal como sucede en contextos escolarizados.
Las revistas de corte estudiantil surgen como proyectos colectivos en que las individualidades buscan expresarse acordes con sus intereses inmediatos, pero también apuntan hacia una vocación que puede cobrar fuerza si las circunstancias favorecen su desarrollo. Esta inquietud rondó a los jóvenes que dieron vida a varias publicaciones en su paso por las aulas del Centro Universitario Montejo, donde Carlos Roberto Barrera Jure cursó doce años de su instrucción formal, de los que da cuenta en su libro Letras de juventud (Mérida, Ediciones Ayuba-Minaya Editorial, 2020).
Diálogo (1972), revista de la Sociedad de Alumnos de la Secundaria del CUM, deja ver la conformación de caracteres y las expectativas que anidaban en su cuerpo de redactores: el equilibrio y la madurez expresiva de Hernán Casares Cámara anunciaban al periodista profesional en que se convirtió durante el transcurso del tiempo; los temas religiosos y morales que Jorge Carlos Patrón Wong privilegiaba en sus escritos preludiaron su desempeño definitivo como clérigo, en tanto que el empeño de Carlos Roberto Barrera Jure en salvaguardar el recuerdo de hechos diversos persistió en décadas posteriores en las ediciones que realizó para exaltar valores familiares, históricos y ecológicos en una colección de volúmenes que hizo circular entre sus allegados.
Los años de bachillerato acogieron la revista Ideas, que entre 1975 y 1976 publicó entrevistas a docentes y artículos firmados por algunos de ellos, crónicas deportivas, información sobre actividades escolares y textos humorísticos. Si bien sus editores fueron alumnos del área de ciencias sociales, coexistió con algunas más que elaboraron estudiantes de otras especialidades. Esta vitalidad se expandió en un fruto más ambicioso que cuajó en Diálogo. Revista de Comunicación Intercolegial (1977), la cual se propuso combinar esfuerzos de colaboradores de varios planteles educativos particulares. Entre sus notas sobresalientes figuran las que refieren la historia de los colegios protagonistas de esta suma de voluntades.
Las páginas que acogen lo que podría considerarse la segunda parte de este libro son las más nutridas y contienen reproducciones facsimilares de un impreso que representó otro salto cualitativo en la secuencia de publicaciones periódicas que animaron los miembros de la generación 1964-1976 del CUM: Forum ’76, que en noviembre de 1996 vio la luz para conmemorar dos decenios del egreso escolar de aquellos jóvenes estudiantes. A lo largo de quince números dio cabida a anécdotas y remembranzas selectas, amenidades, notas de actualidad, ecológicas, cinematográficas y deportivas lo mismo que artículos de antiguos profesores. Una de sus secciones más conspicuas es la que reunió colaboraciones de las esposas de algunos de los integrantes del grupo promotor. Entre las cartas de los lectores predominaron las felicitaciones, pero también incluyeron expresiones adversas a la revista. Con todo, la línea de continuidad mantuvo una cohesión que no es fácil de lograr.
Las obras que evocan ejemplos de prensa estudiantil en Yucatán son escasas, y es probable que lo sean también en otros ámbitos geográficos. Otra de ellas, de singular importancia, es Crónicas de la APEY. Una generación universitaria trascendente (2000), con escritos de Luis Alvarado Alonzo, José Adonay Cetina Sierra y Gustavo Reyes Ponce, dedicada a impresos periódicos de la década de 1950.
Quien se proponga emprender investigaciones en esta materia tendrá que consultar archivos hemerográficos cuyo resguardo procura una conciencia plena de su valor histórico y patrimonial, sea que se encuentren en acervos públicos o en manos particulares.