Colonia Yucatán
Don Pedrito Espinoza Soberanis recordó al Ing. Alfredo Medina, alto, como de 2 metros, un tipo de voz ronca, fuerte, muy bueno, muy tratable.
“En los años que trabajé aquí nunca me fue mal, te ayudaban, enseguida atienden tu problema. Al menos nunca vi un mal trato del Ing. Medina , la verdad: ayudaba a toda la gente. En eso de los pagos, nunca hubo un trabajo que no te paguen, semanalmente te pagaban todo, nunca te decían falta algo, no, cada sábado nos pagaban a todos, había una buena atención de la empresa. El Ing. Medina tenía mucha atención con la gente. No hubo eso de que te regañe, ¡nadie! ni Rodríguez, ni Zamudio ni el Ingeniero Medina, ¡nadie! El Ing. Medina era buenísima gente, no te dejaba parado si necesitabas dinero: le explicas tu problema, si necesitabas dinero «habla con Rodríguez,» te decía y te ayudaban. Al menos nunca vi un mal trato del Ingeniero Medina, la verdad, dice con voz fuerte, serio, siempre con el índice levantado. Eso sí, evitaba que entrara un trabajador tomado para evitar accidentes, ¡ja!, eso sí”, reitera enfático don Pedrito, quien fuera vecino de la familia Vázquez-León, Flores Narváez y Chay Aguilar.
¿Mi accidente? Pasó esto mira: me pusieron a trabajar en la guillotina de ayudante, estaba jalando la basura de las hojas de chapa que se acaba de cortar. La guillotina tenía medidas marcadas en la mesa en milímetros, entonces estaba jalando la basura para meterla a cortar y, al tiempo de levantarme de la mesa donde estaba parado, resbaló mi alpargata al tiempo que don Chabelo Kú pisó y cayó la guillotina y… vi mi pie encima de la mesa de chapa. No se dio cuenta don Chabelo, no tuvo la culpa, pisó sin darse cuenta. Fue un accidente, hasta lo lloró el pobre; el Chato Carrillo y otro que no recuerdo me ayudaron. El Dr. Ríos me curó, más de un mes hice incapacitado, fue lo único grave que me pasó.
Cuando llegó el gobernador Luna Kan acá a la Colonia es cuando nos dieron los documentos de todas las casas. Había una buena atención de la empresa con la gente; para mí ni una queja contra el ingeniero Medina, ayudaba a la gente…
Ahora, pues la verdad a la Colonia le está pasando lo que a Cancún: se está yendo rápido. Aquí, desde que acabó la madera, decayó esto. Antes toda la noche hay gente, había tranquilidad.
A mí me gustaba mucho el béisbol, a veces acompañaba al equipo “Maderera del Trópico” cuando jugaba en Tizimín; el Güero Durán me invitaba, buenísimo pelotero y muy buena gente…
La gente de la Colonia era muy participativa, no había líos, era tranquilo. Nunca vi un ladrón aquí, la verdad, puedes dejar la puerta abierta y hay confianza. Acá obtuve mi primer radio: gracias a don Juan Rivera adquirí mi radio, por abonos; Televisión no, nada, puro radio. Tocadiscos también había.
Se trabajaban los tres turnos: 1º. 2º y 3º. Los de 3º entraban a las 10.00 de la noche y salían a las 6. 30 de la mañana. Se veía alegre aquí porque día y noche había gente, no había tanta cosa como ahora, la verdad, la gente está tranquila, hasta ahora pones tu ropa a tender, no hemos oído de un robo grande… Jamás, de veeeez en cuaaaando alguna travesura de los chamacos, señala el papá del difunto “Toh” que se ayuda con un rústico bastón para caminar. Así que ves, señala, desde las seis de la mañana salgo a caminar, despierto a las cuatro y media de la mañana, veo que está oscuro y sigo acostado, pero me fastidio. Cuando oigo que arrancan las máquinas con “Chon” –Asunción Muñoz, dueño de la tortillería que está frente a su casa-, entonces me levanto, le rezo a mi santo que tengo en mi cuarto, camino un poco dentro del cuarto y luego salgo. Vengo a tomar mi jícara de atole en el mercado, mientras da la hora de regresar a mi casa; de noche no salgo porque casi no veo, y no hay quien me saque a dar mi vuelta. Ayer, a las cinco y media de la tarde me acosté a dormir, qué hago, estoy solo… Me empecé a sentir decaído por la diabetes, hace poco empecé a sentirme así, no había nada de bastón, je je. Me siento muy decaído.
Continuará…
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO