ROCÍO PRIETO VALDIVIA
Tú y yo no perdimos el equilibrio.
Recuerdo tus palabras: si no fueras mujer
serías mi mejor amigo…
Y en las esquinas del tiempo
mil veces morimos.
Y a pesar de la distancia
nos queda el verdor del deseo
que se funde en el ocaso de los días
que fenecen cada tarde.
Mientras las arenas del tiempo
se nos meten por los ojos.