Editorial
Por costumbre, nuestro pueblo yucateco ha aprovechado año con año el tiempo vacacional escolar, que incluye semanas de los meses de julio y agosto, para acudir a los puertos en lo que llaman “temporada”, claro, temporada de asueto escolar y también de vacaciones programadas en bastantes empresas, comercios y mercados.
Son precisamente los puertos de nuestro territorio costero los que reciben a esos miles de yucatecos con los brazos abiertos, porque la derrama económica que esto representa es de bastante cuantía.
Por ese movimiento que va creciendo semana a semana, las playas se ven pletóricas de familias, y los comercios de la zona costera reciben los beneficios económicos consustanciales al gasto de esas decenas de miles de visitantes.
Muchas familias poseen desde hace años casas en la zona costera, de ahí que con el traslado mínimo de enseres de cocina y/o para descansar o dormir, solamente los jefes de familia viajan todos los días a trabajar, mientras el resto de la familia se queda a disfrutar.
Después de cumplir en Mérida con sus responsabilidades, algunos comerciantes, estudiantes o integrantes del servicio público retornan con sus familias a los puertos.
La “Temporada” activa y favorece la economía de nuestros puertos con el uso de la mano de obra porteña, bien para los servicios en playa, como en consumos en restaurantes, tiendas, panaderías, etc.
Estas vacaciones, disfrutadas por lo común en familia, son esperadas y muy disfrutadas por la juventud, los maestros, así como por la economía de los concesionarios de transporte y servicios.
Los yucatecos por lo general se preparan y esperan muchos meses por la llegada de ese respiro espiritual, así como de un justo y muy merecido descanso en sus agitadas vidas.
