Editorial
No puede ocultarse que las grandes potencias mundiales de la actualidad – los Estados Unidos, Rusia, China, considerando a otras ya integradas en grupos multinacionales como Japón, Coreas, Inglaterra, Alemania, Israel y los Países Árabes– atraviesan en estos momentos por crisis internas de las que surgen acciones y determinaciones que rebasan la llamada Guerra Fría.
Que Estados Unidos intente de nuevo aplicar por su decisión única la trasnochada doctrina Monroe de “América para los americanos”, desde luego, entendiendo a estos bajo el manto de USA, maniobrando con sus diplomáticos y agencias militares elevadas posiciones de poder económico-político para aplicar leyes como la Hellman Burton contra Cuba casi setenta años después de las expropiaciones de la Revolución Cubana triunfante en un país liberado de la dependencia yanqui, se antoja un intento de resurrección de un muerto, legal, y tal vez podría dar pie a la parte cubana a revisar los sucesos previos a la ocupación de Guantánamo, espacio territorial de un país soberano ocupado mediante acciones de fuerza, que no de razón.
Pero USA no descansa. Su jocoso y caprichudo gobernante ha dispuesto la congelación de los fondos que legítimamente depositó en sus instituciones financieras y bancarias Venezuela, país a quien también se le acosa, limita en sus ventas de petróleo a otros países o se le siembran, hasta ahora sin éxito, personajes infiltrados previamente capacitados en espacios de los Estados Unidos para utilizarlos en golpes de Estado. Estos “aliados”, abnegados judas políticos, han sido denunciados y exhibidos, al igual que su coro de países y gobiernos americanos débiles que a fuerzas aceptan la intromisión política extraterritorial.
Europa (Inglaterra, Alemania, Francia, España, etc.) fracturan por razones comerciales individuales sus alianzas, gestionando grupos insurgentes de cada uno de esos países.
Rusia, un país, unido y disciplinado, se mantiene organizado, se reordena y avanza consistentemente en su ramo de comunicaciones estratégicas, armas, tecnología, y superación de niveles internos de bienestar. En la actualidad, sus avances se perciben más consistentes que los norteamericanos, y su voluntad de colaborar con vecinos asiáticos ha estado presente en los últimos años. Rusia mantiene un equilibrio sano interno, en tanto va superando tecnológicamente a sus actuales adversarios.
China, un gigante dormido por muchos años, va despertando. Sus éxitos se acumulan en la producción de bienes y servicios. Su población ya no es más un sector en abandono. La disciplina y el sentido de responsabilidad de su pueblo va creciendo día a día ganando posiciones consistentemente en todos los mercados internacionales.
La riqueza de las familias históricas, agrupadas en los Emiratos y grupos de poder, con el dominio absoluto que mantienen sobre el mar de petróleo sobre el que territorial, física, geográfica e históricamente se encuentran, no son generadores de problemas mayores. Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y demás tienen sus diferencias con Irán e Irak, espacio en el que inventaron los amigos gringos un problema y lo invadieron, culpando a Saddam Hussein.
Las cúpulas gobernantes de Israel, a partir del acuerdo post II Guerra Mundial, recibieron como compensación por sus tribulaciones en Alemania y Europa una porción de tierras despojadas a los palestinos, a quienes desde ahí continúan agrediendo para, al igual que los territorios anexados y despojados a los países vecinos, ampliar la superficie estratégica de los antiguos espacios recibidos otrora como compensación, nada más que ahora lo hacen a costa de los países árabes vecinos. Todo ello se acepta internacionalmente para disminuir “culpas del mundo” por el llamado “Holocausto” de los varios años del conflicto armado del Tercer Reich alemán y sus campos de concentración, víctimas como las de Hiroshima y Nagasaki, cuando las bombas atómicas gringas vaporizaron a cientos de miles de personas de población civil indefensa.
Los grandes consorcios internacionales financieros e industriales, los ambiciosos productores y comerciantes de armas, así como las nuevas tecnologías, son los actores y mentes ocultas detrás de los gobiernos en turno para afectar finanzas mundiales o regionales, revivir leyes obsoletas, bloquear recursos financieros legítimos, promover y financiar movimientos armados, disponer restricciones y aranceles crecientes al comercio mundial, etc.
Son hechos que existen y no pueden negarse. Los medios modernos de comunicación han roto el equilibrio y los controles informativos no pueden aplicarse en medio de una guerra no declarada comercial-económica-financiera y política entre las potencias registradas como broncudas a lo largo de toda su existencia.
La paloma de la paz, fatigada de mantenerse tantos años en vuelo, aún no halla sitio seguro para anidar y producir polluelos que ilusionen al mundo.