José Juan Cervera
Las demarcaciones territoriales, como asiento tangible de procesos económicos y hechos sociales, incuban identidades colectivas que asimilan y ponen al día tradiciones de hondo significado. Estos puntos de intersección nutren fuerzas culturales que los individuos definen con los frutos de su quehacer cotidiano.
Los vecinos que habitan un área geográfica se valen de elementos dinámicos para conectarse entre sí y con sus antepasados, honrándolos y transmitiendo a las generaciones venideras el sentido de pertenencia a un suelo común en el cual es posible erigir mucho más que edificios y monumentos, porque hay caminos que trazan nuevas direcciones para el espíritu, y el cuerpo aprende a conjugarlos cuando desarrolla una plena conciencia de sí.
Las manifestaciones artísticas animan lazos afectivos y ensanchan la mirada haciendo posible remontar posiciones que aíslan, ofuscan y ensombrecen en el marasmo de su mezquindad. La literatura reconstituye y equilibra criterios de vida aplicando recursos expresivos que pueden transformarse en deleite compartido si logran remover impulsos que subyacen lejos de superficies visibles y engañosas. Las ciudades y los pueblos tienen un repertorio de letras y de voces que confieren presencia efectiva al ser profundo que acoge el anhelo de sus moradores.
Ejemplo de ello es Tekax, municipio situado al sur de Yucatán, que ocupa un lugar relevante en la historia regional y en su memoria social. Esta zona, en la que floreció la industria azucarera antes del movimiento armado de 1847, se distingue por la sierra que la recorre, imprimiéndole una singularidad no conocida en el registro orográfico de otras partes del estado.
En Tekax vivió el final de sus días el poeta Wenceslao Alpuche (1814-1841), nativo de Tihosuco y reconocido por su obra de aliento patriótico. En la crónica de un viaje a esa ciudad en 1845, el escritor y periodista Fabián Carrillo Suaste (1822-1894) refiere la vista del sepulcro del poeta como su primera impresión de la ermita de San Diego, ya que fue inhumado en su atrio, hecho que consideró “un privilegio acordado al talento” por evitarse de ese modo “que los restos de un hombre ilustre quedasen confundidos con las cenizas vulgares de un cementerio.”
Miguel Alonzo Romero (1887-1964), médico y diputado constituyente, dedicó a su ciudad natal unas Estrofas que leyó al inaugurarse la Casa-Escuela de Tekax en mayo de 1908, las cuales aparecieron impresas en la revista Artes y Letras en el siguiente mes de ese año. Sus cuartetos endecasílabos exaltan los fulgores del progreso y de la civilización en un ambiente digno del esplendor de la Grecia clásica, de acuerdo con sus palabras.
Otro poeta que enaltece los rasgos entrañables del municipio donde nació es el médico y antropólogo Fernando Bautista Buenfil, tal como lo atestigua su obra Canto a Tekax. Un rapsoda al final del siglo XX, cuya publicación auspició el Ayuntamiento de ese lugar en 1990. El autor aúna a sus cualidades líricas el conocimiento autorizado que le otorga su condición de cronista oficial de Tekax.
El narrador Víctor Garduño recrea las tradiciones de Tekax en su cuento Vivirás como si fuera cierto, incluido en su libro Los otros misterios (1993); su relato tiene como figura central la venerada imagen de San Diego, a la que dota de vida familiar y peripecias cotidianas en historias paralelas en las que ratifica la preeminencia que ocupa en la devoción popular: “Por eso la ermita está en el cerro, junto al pozo, porque San Diego quiso tener allí su santuario.”
Xaya, una de las múltiples localidades de la jurisdicción del municipio, es el lugar de origen de la familia Sánchez Chan, dos de cuyos miembros, Feliciano y Sasil, son reconocidos por las labores creativas y de divulgación de sus raíces culturales, especialmente por desenvolverse como escritores en lengua maya, traductores y editores.
Los procesos artísticos conforman realidades unitarias cuyas disciplinas se fecundan unas a otras; así, la música vocal y las actividades escénicas tienen componentes literarios. Pepe Talavera (1888-1920) merece ser recordado por su intervención en el desarrollo del teatro regional yucateco. Jorge Buenfil y Angélica Balado son compositores de música que al mismo tiempo han creado memorables letras de canciones. Todos ellos nacieron en Tekax y contribuyen a forjar desde Yucatán la experiencia comunitaria que aloja el germen de la universalidad.