La Prensa Estudiantil en Yucatán
La historia de las publicaciones periódicas representa un campo de conocimiento que se propone recuperar el vínculo dinámico de dichos impresos con la sociedad que los produce y los demanda; desde esta perspectiva, puede apreciarse la variedad de significados que el universo de la cultura despliega para recrear la vida cotidiana. Un capítulo poco atendido en este ámbito de la memoria colectiva se refiere a las revistas que los estudiantes elaboran durante su paso por las aulas, que no se limita al aprendizaje formal, sino que muchas veces constituye también un marco de expresión que resulta oportuno en esa etapa formativa de la juventud.
Es de lamentarse la escasa importancia que se le concede a estos materiales documentales, menosprecio que se pretende justificar argumentando la duración limitada de sus ediciones y la novatez de quienes las realizan. Sin embargo, en ellas anida el germen de aptitudes que luego pueden volcarse en un desempeño profesional equilibrado y fecundo.
Acaso puedan situarse los orígenes de la prensa estudiantil en Yucatán durante los años en que se consolidó el Instituto Literario del Estado, que el general Manuel Cepeda Peraza fundó en 1867. El corte liberal de sus programas de estudio abrió cauce al impulso de afirmación generacional de los educandos quienes, al asimilar aquellos contenidos humanísticos, se dieron a la tarea de registrar y propagar sus ideas e inquietudes.
El Estudiante Liberal fue uno de los medios impresos que surgieron en esa atmósfera; se ostentó como órgano de la Convención Radical Escolar y su primer número apareció el 9 de mayo de 1897, año en que se desató una encarnizada competencia en la campaña por la primera magistratura del estado para el cuatrienio 1898-1902. Su editor fue uno de los hijos del distinguido escritor Eligio Ancona, homónimo suyo. Fue partidario de la reelección del gobernador progresista Carlos Peón, y por ello declaró enfático: “La juventud liberal de Yucatán protesta contra la candidatura del reaccionario D. Francisco Cantón.” Un periódico que circuló por entonces, mimetizado con el nombre de El Gorro Frigio, dirigió una feroz crítica a los jóvenes que fijaron tan claramente su posición política.
El 5 de mayo de 1890 comenzó a editarse El Estudiante de Medicina, que un grupo de jóvenes cursantes de esa profesión impulsó con el propósito de divulgar conocimientos especializados, y sugerir prácticas de curación sencillas entre el público lector. En sus páginas colaboraron varios médicos, entre ellos Saturnino Guzmán y Augusto Molina.
A fines de 1908, un grupo de alumnos del Instituto Literario fundó el periódico El Eufrono, acerca del cual Santiago Burgos Brito asienta en sus memorias: “En él hicimos nuestros primeros ensayos literarios.” Este medio impreso publicó, por ejemplo, un soneto que José María Pino Suárez había entregado como colaboración durante los preparativos de otra revista juvenil, cuya edición se frustró sin remedio.
Minerva, órgano de la sociedad del mismo nombre, fue elaborado por estudiantes normalistas en 1917 y 1918, tuvo como director a Fernando Gamboa B. y en él publicaron sus textos Santiago Herrera Castillo, Manuel Alcalá Martín y Santiago Pacheco Cruz. Del Instituto Literario salió el periódico Febo en 1920, el cual editó la sociedad así llamada, que formaron alumnos interesados en la literatura; se imprimió en los talleres de la Escuela Racional, como un generoso apoyo que los jóvenes agradecieron al profesor José de la Luz Mena.
En las décadas siguientes aparecieron más revistas de esta clase, varias de ellas representadas en asociaciones que reunieron a estudiantes de distintos planteles educativos. La más significativa de ellas fue la Asociación Periodística Estudiantil Yucateca (APEY) a la que, a partir de 1955, se afiliaron medios de prensa editados en escuelas secundarias, de bachillerato y de instrucción normal; desempeñó un papel notable en la defensa de los intereses populares y mereció el respaldo de reconocidos intelectuales de ese tiempo. En 1957, en la Universidad Nacional del Sureste se fundó la Organización de Prensa Universitaria (OPU), que surgió como un movimiento de oposición a la APEY. A principios de los ochenta, el Frente Estudiantil Periodístico Universitario (FEPU) agrupó a revistas como Noti Prepa, Unidad e Ideología y Ciencia, de la Escuela Preparatoria Uno y de las facultades de Derecho y Antropología de la UADY, respectivamente.
Son muchas las reflexiones que pueden derivar de experiencias como las que aquí se apuntan. El presente esbozo solo pretende sugerir un tema cuyo registro documental, análisis e interpretación demandan la concurrencia de investigadores y estudiosos de los procesos culturales, enmarcando un esfuerzo ingente que es preferible no seguir aplazando.
José Juan Cervera