Letras
Prosa Poética de La Cueva*
Esta es una aproximación al tema LA PIEL. Los participantes construyeron breves prosas poéticas a partir de los cinco sentidos.
*El taller permanente de Escritura Creativa LA CUEVA pertenece al Centro de Formación Literaria Voz de tinta.
EL GUSTO
Ivanna Reimers
Si es que no todos pueden hacerse un espacio en mi corazón, les aseguro que cada uno tiene un espacio en mi cuerpo. Mis favoritos del último mes fueron Matías, Tomás y Bernardo. Mmmm… Bernardo. Fue la víctima más sabrosa. Su piel blanca, tersa y suave, desprovista de vello y erizada a mi tacto, se deshizo en mi boca con la primera mordida. Los órganos usualmente son ásperos en mi lengua; los de Bernardo no fueron la excepción. Mi parte favorita fueron sus muslos; la mezcla de su cruda carne con la espesa sangre fueron un festín. Dulce, tierno y blando. Quise mucho a Bernardo, tanto que me lo comí con todo y huesos.
GUSTO
Lourdes González
Mi pequeña niña de sol, reflejando el mar en tus ojos y la prisa en la arena.
Siempre recibí de tu cuerpo el sabor marino del verano, siempre fresco, siempre húmedo.
Tu piel de tonos dorados sabor de algodón de feria en tus llantos infantiles, impregnada con la sal de tus lágrimas. Te puedo paladear a la distancia, llenar tu ausencia con trocitos de la dulzura de tu piel.
OÍDO
Emilia Torres
Texto de prosa poética: No hay nada más conciliador para el hambre que escuchar las palpitaciones de esa delicia que será rebanada en láminas finas. El inopinado deslice de la navaja contra ese capullo que no permite la liberación de lo que esconde la piel. Es el pinchazo que evoca regocijo; el leve borboteo del aire escapando de ese agujero perforado con el codicioso pinchazo. No obstante, el descuido evoca que la piel se deslice y ruede con resignación, un suave susurro sobre los tablones de cedro. De ahí pierde su trayectoria, una leve ráfaga de aire que suena afilada en su promesa cuando el mamey queda aplastado sobre la madera.
VISTA
Haidy Gutz
Tintura azulada de una civilización antigua y sabia, que penetró en el Atlas pálido de tu ser. En suave y sensible camino femenino, la danza hindú sedujo cada pliegue humano de mi destino. Portadora del deseo destello de tomarla y perderme en zurda magia; viajo hipnotizado de tu mano delicada al territorio imperio desconocido de tu alma.
TACTO
Gladys López Pavón
¿A dónde ha ido el terciopelo de tu piel bajo mis dedos? Mis manos asidas a tu pequeña humanidad pretendiendo que te sostienen, que te protegen, que te arrullan tiernamente, mientras mi alma desfallece de amor recién llegado. Mis falanges empeñadas en atrapar tus rizos para darles orden y concierto. Mis palmas secando lágrimas en tus mejillas regordetas. El abrazo que creías vital, indispensable, y que hoy aceptas como concesión amorosa. Sabrás que nada de eso partió hacia ningún rumbo. Cautivo está y partirá conmigo cuando sea tiempo de retornar al infinito.
VISTA
Jaime D’ Adame
Martín, la simplicidad de la existencia se ha hecho sublime al conocerte. Complejo fue disfrutarte siendo ajeno; resuelto quedó, pues recibí de tus ojos verdes toda la ilusión hipnótica del amor. Las olas del mar se convierten en corrientes de deseo cuando entramos a nadar. Emergidos. Late el deseo encapsulado, recorre tu cuerpo desnudo, estremece tu piel al contacto con el aire, el palpo firme al descubrirla. Arrogante puedo parecer al pedirte que regreses, no lo haré. Solo volveré a ese mismo mar, veré si dejaste un poco de tu piel. Nadaré y nadaré en él. Sigue tu camino, pero dale permiso de regresar a tu paz curandera.
OLFATO
Joaquín García
El delicado aroma que emana de tu piel, mezcla de miel y flores, refleja lo frágil de tu existencia. Solo estando cerca de ti lo puedo percibir. Es entonces que te rodeo con mis brazos y te cargo, mientras de tu cabello, tus pequeñas manos y tu cuello aspiro suavemente. Frágil… fugaz; como voluta de humo se va disipando tu aroma. De nuevo inhalo y lleno mis pulmones de ti.
OÍDO
Mario Barrera
En el oscuro silencio de la noche, navegando en la espuma blanca de las sábanas, me llega el suave sonido del roce de tu piel al deslizarse donde yace mi alma; entonces, me transportas colgado de una nube. Ahí explotan mis sentidos y me refugio en tu regazo, me arrulla el suave latido de tu corazón. Entonces, a través del terciopelo de tu piel, un murmullo convertido en caricia sea el eco que se vuelva eterno.