XXXVII
La princesa que camina afuera de su cuerpo mientras duerme
Querido amigo:
También he pensado en eso. Mi cuerpo físico lleva muchos años durmiendo, pero se mantiene de la edad humana de quince años, mientras que yo, en esta forma inmaterial, tampoco envejezco, pero puedo aprender todos los días, sin descanso, lo que a muchos les llevaría siglos.
En el castillo todos duermen. Quienes no estaban dentro del castillo siguieron despiertos. Todos los súbditos del reino siguieron ahí unos años; ya todos se han ido.
El castillo está ahí, nadie puede entrar a reclamarlo; el hechizo de la treceava hada no lo permite, y en parte es para proteger a todos los que duermen ahí. Pero un castillo no te hace rey, ni reina y menos princesa. Son los habitantes del reino quienes lo sostienen, todos los que cada día trabajan para sustentar los alimentos, las fiestas, la defensa, estar sanos, y los súbditos se dieron cuenta de ello mientras nosotros dormimos: siguen viviendo sus vidas, aún sin reyes y sin reino.
Yo no estoy ahí, llevo años sin ver mi cuerpo. No queda habitante alguno, sólo los que duermen. Cuando me presento con alguien, nunca digo ser de un reino o una princesa, porque no lo soy, y no necesito serlo desde hace mucho tiempo.
Quiero pedirte un favor: no busques a ninguno de los trece. La mayoría de ellos no tienen rival en sus artes de magia y, aunque tú eres bueno con los símbolos, los calendarios, los caminos múltiples y cuentas con muchos objetos mágicos, es imposible que una persona sola pueda enfrentarlos. Además, cada día se hacen más poderosos, y aquel mago que venciste hace tiempo puede tener ahora más experiencia.
Ya perdí a un amigo, Lavoisier, se despidió de mí hace unos días, antes de dejar este mundo. Me dijo que los brujos lo atraparon, y por medio de engaños lograron condenarlo a la guillotina. Lo acusaban de practicar magia negra, aunque sólo era un maestro de química. Le he prometido que nunca nos olvidaremos de él y sus saberes llenos de alegría: Nada se crea ni se destruye, sólo se transforma.
La persona del sueño
Tercera parte. La valentía
El unicornio regresa – ¿Cómo te llamas? – La princesa que camina afuera de su cuerpo mientras duerme – Efecto Sherezada – El desierto – Mbechee: nieta – Un lugar vacío – Escríbeme una carta, por favor – Neblina – Tú que caminas como un sueño – Si empiezas a hablar también hablamos
Escrito e ilustrado por Rubén Camilo Solís Pacheco