Detectives por la mañana
– Buenas noticias, amigos –dijo el pequeño Ezequiel–. Hoy sí terminé mi investigación.
– ¡Dinos! ¡Dinos! –respondió Damiana rápidamente.
– Es un hecho. Cuando alguien llega a la casa, toca el timbre, y mi papá no quiere hablarle, finge que no está y me dice que tampoco responda. Ayer hasta nos escondimos bajo la mesa para que no nos vieran por la ventana. Estábamos en pleno almuerzo, llegó el tío Joaquín y ¡zaz! nos metimos bajo la mesa. Así que ya no hay duda: mi papá todavía juega a las escondidas, igual que nosotros cualquier día.
– ¡Aaah! –exclamó Damiana –. Pero ellos siempre reniegan, dicen que jugar es para niños. Ya les había contado que con mi familia también es lo mismo: Cuando papá no quiere hacer algo, le dice a mamá que lo haga; si ella no quiere, le dice a mi hermano mayor que le toca a él, pero mi hermano en seguida va conmigo a decirme “es tu turno, es tu turno”, y como sé que no es verdad, voy con el abuelo a acusarlos a todos… Entonces él va con mi papá a darle un sermón. “Parecen niños,” le dice bien molesto, así que todo eso es como el juego de la papa caliente, va de mano en mano, una y otra vez hasta que alguien grita ¡PAPA CALIENTE! y quien la tiene en su mano se quema y pierde. Así se la pasan jugando en la casa.
La persona del sueño
Primera parte. La voluntad
Un sastre y su amigo unicornio viajando en un barco – ¡Ayudando al amigo sastre! ¡Qué desastre! – Cuando los Ehuejcu se volvieron huecus – Los huecus de los Ehuejcu – Los huecus – Detectives por la mañana – Detectives por la tarde – Detectives por la noche – Polillita roja – El señor del monte – La persona del sueño sigue por aquí – El abuelo Genaro – Libélula y el nieto – El hechizo de borrar tu nombre – El viaje de la princesa – El libro de los nombres – El recuerdo de la princesa
Escrito e ilustrado por Rubén Camilo Solís Pacheco