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No hay refrán perdido
LA LABOR HUMANÍSTICA EN ESPAÑA Y EL USO DE REFRANES EN LA LITERATURA DEL SIGLO DE ORO. SIGLOS XIV AL XVII.
-PARTE 2-
ADRIANA RALÓN
Muy buenos días, queridos lectores.
Hoy continuaremos con la segunda parte de esta entrega del estudio de los refranes que fueron tan comunes en la humanística del Siglo de Oro de las letras españolas.
Acompáñenme.
El cambio de Nebrija fue radical: al dedicarle a la lengua vulgar una gramática, se presta por primera vez al castellano una atención que sólo merecían las lenguas clásicas. Comienza así a gestarse la idea de que la lengua vulgar es tanto o más importante que la latina. Es el primer paso de una larga disputa entre ambas lenguas que en los siglos XV y XVII va a ser frecuente hasta lograr la vulgar su supremacía sobre la latina.
Nebrija no realizó un análisis interno del funcionamiento de la lengua castellana, sino que aplicó sobre ella las teorías de los gramáticos latinos, en especial de Prisciano, Donato, Diomedes y Quintiliano. Su intención era demostrar que la gramática castellana funcionaba como la latina.
Juan de Valdés conoció a fondo las teorías sobre la lengua vulgar que se difundían en Italia (…). Sin embargo, Valdés no acepta otra variación que el centralismo castellano. Es este sentido de pureza de la lengua lo que lo lleva a fijarse en los refranes: “Para considerar la propiedad de la lengua castellana, lo mejor que los refranes tienen es ser nacidos en el vulgo” (Lope Blanch, 1978:48).
Esa preferencia por la lengua hablada, por el uso, es lo que le hace volcarse a los refranes castellanos… y de todas las formas en que se le presentaba la lengua, elige los refranes porque, como bien dice Pacheco, “[…] en aquellos refranes se ve mucho bien la puridad de la lengua castellana” (Lope Blanch, 1978:48).
Las corrientes humanistas del XVI aportan los más valiosos trabajos en un momento de promoción de la lengua romance a los usos cultos y la eclosión de otras investigaciones de índole lingüística: las Cartas en refranes de Blasco Garay (1541); el Libro de refranes de Pedro (del) Vallés (catálogo alfabético del refranero con intención didáctica, Zaragoza 1549); los Refranes o Proverbios en romance de Hernán Núñez (1555); la Philosophia vulgar, del sevillano Juan Mal de Lara (1568); la recopilación de refranes y adagios de Sebastián de Orozco y su ensayo moralizador Teatro universal de los Proverbios. El Vocabulario de refranes y frases proverbiales, del maestro Gonzalo Correas (manuscrito inédito a su muerte en 1631 e impreso por la RAE en 1906) para quien los refranes son Profecía evangelios pequeños, hermanos bastardos del texto divino. Con él termina la preocupación rigurosamente científica por los refranes.
En paralelo a la herencia grecolatina del refranero, se sitúan algunas colecciones de proverbios, sentencias y dichos, aquellas en las que se versifica la sabiduría aleccionadora de la antigüedad, como es el caso de los Dichos o sentencias de los 7 sabios de Grecia de Hernán López de Yanguas, Medina del Campo, 1543, los Proverbios morales de Alonso de Barros, Madrid, 1598, y los Proverbios morales y consejos cristianos de Cristóbal Pérez de Herrera, Madrid, 1618.
De estos refranes castellanos del Siglo de Oro que provienen de la literatura clásica unos constituían ya Prouerbia (Proverbia) en griego o latín o en ambas lenguas; otros surgen en nuestro Refranero a partir de un apotegma, generalmente del parlamento final o único del mismo, procedimiento de formación de un refrán que había dado, igualmente, Adagia en las lenguas clásicas.
Tampoco hay que olvidar las colecciones bilingües latín-castellano de sentencias y enunciados gnómicos de autores clásicos, como la Primera parte de las sentencias que hasta nuestros tiempos, para edificación de buenos [sic] costumbres, están por diversos autores escritas, en este tratado en este tratado sumariamente referidas en su propio estilo y traducidas en el nuestro común (Gallardo Germán, 1554, Lisboa).
En España, en los siglos XVI y XVII triunfó el refrán en la literatura; en Francia caen en desuso muchísimos refranes que eran de uso normal y corriente en el francés medieval, así popular como literario. Y eso, a pesar de Rabelais, quien en el siglo XVI no sólo emplea muy hábilmente numerosos refranes del acervo popular cultural del Medioevo, sino que también crea él mismo otros muchos. A pesar también, más tarde, de La Fontaine y de algunos otros escritores de notable prestigio.
Para los hombres del Renacimiento francés en el siglo XVI, y de manera especial para los humanistas, el refranero era algo demasiado popular, algo demasiado vulgar. La cultura auténtica –según ellos- había que buscarla en Roma y en Grecia, en los clásicos de la Edad Antigua. Sentencias y aforismos de los pensadores y escritores de la Antigüedad Clásica. Ahí están para demostrarlos los Adagia de Erasmo. Dichos y refranes del pueblo llano del Medioevo
La literatura medieval es sólo fruto de una loca fantasía. Su lengua responde a una degeneración del latín en la boca y en la pluma de aquellos “hombres sin cultura de la Edad Media”. Naturalmente, el refranero no pasa de ser para ellos sino un fiel reflejo de tanta vulgaridad y de una ignorancia supina. Así agonizan y desaparecen no pocos refranes vigentes en el francés medieval.
En España, en cambio, en buena parte de la literatura del Siglo de Oro se quiere estar cerca del pueblo. Nuestra literatura nace muchas veces del pueblo y sobre todo está escrita para el pueblo.
Los grandes paremiólogos de los siglos XVI y XVII ilustraron sus colecciones con comentarios morales y eruditos, para retratar muchas costumbres con las cuales se relacionan los refranes.
Hasta aquí, espero que se hayan quedado con la suficiente curiosidad de saber qué más habrá en la tercera parte y podamos volvernos a encontrar el próximo viernes.
Reciban un fraternal abrazo.
Referencias
Hugo O., Bizzarri, 2008. El refrán en el tránsito del Humanismo y el Renacimiento. Luis, Combet. Los refranes en la literatura.
Herón, Pérez Martínez. Hacia una paremiología.
Jesús, Cantera Ortiz de Urbina. Supervivencia y triunfo del refrán en las letras españolas al llegar la Edad Moderna.
Real Academia Española.
Pilar, Cuartero Sancho, 1993. Origen Grecolatino de refranes castellanos del Siglo de Oro.
ILUSTRACIONES AHGA.