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La nostalgia de los buenos tiempos (IV)

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Felipe Balam Ku

Fíjate que una vez me fui a Isla Mujeres –creo era 1983– a transmitir un partido de béisbol por la radio. Recuerdo que me acompañaron Luis Pavía, mi patrón, el Picho –Ariel Magaña, quien junto con su hermano Romeo fueron los dueños de los Leones de Yucatán– y aquel cátcher de los reyes de la selva: Pedro Bazán. Al terminar el juego, este muchacho nos comentó: ‘Hace algunos años, era yo un adolescente, vi un partido entre Colonia Yucatán y el H. Ayuntamiento de Tizimín. La calidad de sus jugadores, tanto de Tizimín como de Colonia Yucatán, era de Liga Mexicana. Yo los conocí,’ dijo Bazán, ‘los más destacados de Tizimín eran los hermanos Díaz: Armando, Vicente, Wilberth y Alvar Peniche, y por Colonia eran el pitcher Arnaldo (el fantasma) Rosado y Enrique (el chango) Serrato, un fino jugador que cubría el jardín central. Todos ellos eran dignos de estar en Liga Mexicana,’ comentó el pundonoroso cátcher, campeón con los Leones de Yucatán en el ’84. Así que nosotros tuvimos el privilegio de tener en Colonia Yucatán peloteros de gran calidad.”

Desde que llegué a la isla en el ’81 no me he movido de aquí” me comenta Felipe por medio del celular, con voz pausada, clara, y a veces con cierta melancolía y orgullo. “Sigo activo en la radio en un programa que se transmite los sábados de 11.00 a 12.00 del día que se titula ‘Viejitas pero bonitas’. Al que veo frecuentemente acá en Cozumel es a don Manuel Bates López, que se casó con Coki (Socorro Marín), la hija de don Miguel, un señor de cejas muy pobladas que boleaba zapatos en Colonia frente al cinema Trópico; su hijo estudió conmigo la primaria. Nosotros, cuando niños, también boleábamos zapatos, pero junto a la nevería. Mi primo Manuel Cen, y otro que se llamaba Bartolomé Berzunza (+) –en Colonia le apodaban Ley- que es pariente de Flor Berzunza, la hija del Chato que también vive acá, boleábamos a un costado de la nevería de don Luis Basulto. Don Miguel Marín, con su gran sillón, se instalaba frente al cine, cerca de la taquilla. Él le boleaba los zapatos a los que tenían dinero: a los ingenieros, contadores…”

Felipe, de lo que viviste en Colonia Yucatán ¿qué te marcó? ¿qué te dejó?

¿Lo que me dejó vivir en Colonia? Los privilegios que teníamos en la escuela, la educación,” responde sin pensarlo mucho. “Eso fue lo que me marcó, la educación principalmente,” responde enfático. “Todo lo que viví esos años que estudié en la primaria ‘Manuel Alcalá Martín’, estaba acostumbrado a las comodidades y privilegios que teníamos, como las grandes aulas, los mesabancos, aquel gran salón de actos donde todos los lunes rendíamos honores a la bandera y cantábamos el himno nacional. Además, allá no limpiábamos nada, como me sucedió en la escuela de Carrillo Puerto que teníamos que hacer de todo: teníamos que ir a buscar nuestra silla y mesabanco a varias cuadras de la escuela, y luego devolverlas, y no era a lo que yo estaba acostumbrado. No me gustó, por eso me salí de la escuela un tiempo. Eso me orilló a no continuar mis estudios, hasta que me di cuenta de que estaba cometiendo un error y lo corregí. Me acostumbré mucho a la escuela de Colonia. Insisto: la educación y disciplina que me dieron la escuela de Colonia Yucatán “Manuel Alcalá Martín” me marcó para ser una persona de bien. Eso lo aprendí con la enseñanza de los maestros, la educación que nos dieron, la disciplina. Además, no podías andar en Colonia sin zapatos, sin camisa, ni decir malas palabras, ahhh… y el respeto, esa educación que nos enseñaron en la escuela me marcó mucho.”

Ya de muchacho, tenía creo 18 años, me fui a Champotón, Campeche, a hablar con los papás de mi novia. Solamente yo fui, a nadie de mi familia le pedí que fuera. Solo unos amigos me acompañaron el día de mi boda, lo que hace uno de joven. Me casé en Champotón en 1975, porque mi esposa Margarita Brito Montuy (+), es de allá. Mis hijas son Luz Melody, que nació en Carillo Puerto; Marilyn, oriunda de Tizimín, y Alondra Balam Brito, de Cozumel, en ese orden.

“¿Nietos? Sí, tengo tres y se llaman José Felipe Basto Balam, Melody Basto Balam y el j’tuup Josué Valencia Balam.

“Ya tengo 43 años trabajando de locutor, ya mero me jubilo. Como te digo, mi programa ‘Viejitas pero bonitas’ pasa una hora los sábados. Antes teníamos un noticiero llamado “Actualidad”. Este año debemos, de acuerdo con los planes, ampliar el horario de cabina, según me ofrecieron. Fíjate que conozco a tu amigo el ing. Luis Vargas Aguilar, es el que viene a darle mantenimiento a la difusora desde hace años; además, sé que era compadre y amigo del difunto dueño Luis Alberto Pavía Mendoza. Ahora su viuda Lupita Nova Jiménez es la actual dueña y la que administra la estación. Yo aquí sigo, espero jubilarme pronto para hacer lo que me gusta: leer. Me gusta leer a Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, a Luis Spota y su libro “Palabras mayores”; soy fan de Catón (Armando Fuentes Aguirre). Me gusta leer también a Carlos Monsiváis. De periodismo, mi preferido fue Julio Scherer. También me gusta y disfruto escuchar música, ir al béisbol, pasarla bien.

Después de muchos años, regresé a mi lugar de origen, específicamente en 1998. Renté una camioneta y me fui con mi familia a visitar Colonia Yucatán. Pedí permiso a los nuevos inquilinos de pasar, aunque sea un ratito, a lo que fue mi casa, y me lo concedieron. Entré a recordar los años maravillosos de mi infancia. Caminé las calles de Colonia, disfruté ver de nuevo todo, la nevería, lo que fue la escuela, todo… Aunque solo unas horas estuvimos, ya que esa misma tarde regresamos, volví a vivir, volví a recordar la nostalgia de los buenos tiempos; pero, como dijo Gabriela Mistral, recordar un buen momento es sentirse feliz de nuevo.”

L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO

vicentelote63@gmail.com

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