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Felipe Balam Ku
“Desde que nací, y hasta el año ’66, viví en Colonia, no en la Sierra. No trabajé en la fábrica porque era un niño. En ese tiempo falleció mi papá y nos fuimos a vivir a Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo -antes se llamaba *Noj Kaaj Santa Cruz Xbalam Naj. Mi hermano Gilberto se enteró que allá había una fábrica similar a la de Colonia Yucatán que se llamaba CINQROO (Compañía Industrial Maderera de Quintana Roo). El dueño era don Renán Silveira y el administrador un tal Fernando Erosa. Se corrió la voz y ahí me encontré con varios paisanos que se quitaron de Colonia cuando supieron de esta empresa y se fueron a trabajar allá, como el sr. Mugarte, el papá de Xix; igual un carpintero de apellido Díaz, un güero él; estaba también Alfredo Alcocer, creo le decían Chulgas, hijo de don ‘Nico’, hermanito de Canuto; estaba Elías Meléndez, que en Colonia tenía su puesto de periódicos y al principio vendía bajo la sombra un árbol de cedro, ya después se pasó junto al mercado y empezó a vender, además de periódicos, revistas; un hijo de este señor, Efraín, trabajó en la fábrica CINQROO. Había otros, pero no los recuerdo en este momento.”
“En Colonia nacieron también mis hermanos: Gilberto en el ’51 (que también fue un reconocido locutor) y Susano en el ’41. Estudié hasta el 4º grado de primaria en la escuela “Manuel Alcalá Martín” con Baltazar Matos, un flaco que vendía en la puerta del plantel unos polcanes muy buenos a 10 cts.; es hermano de Amelio, quien estuvo casado con la maestra Rosita Rincón. Baltazar se casó con Catalina Ortiz. También recuerdo a don Lorenzo Echánove con sus granizados, tú lo debes recordar,” me afirma. “¿Recuerdas su crema de coco a 15 cts.? A la hora del recreo nos deleitábamos con esos manjares; con 30 cts. comíamos bien en ese tiempo. Éramos unos niños como de 10 u 11 años. Igual estudié con una hija de Litos Alcocer.”
“Nuestros vecinos fueron don Ariel Góngora con sus hijas, unas güeras que les decían las chelas. Vivian por la casa de mi tío Manuel; su esposa era Mirna Marrufo. Se quitaron de Chetumal después del ciclón Janet que destruyó la ciudad en 1955. Hubo una crisis muy fuerte en la capital de Quintana Roo después del huracán y varios se fueron a vivir a Colonia, como uno que le decían precisamente Chetumal, un muchacho que estudió la secundaria cuando apenas se abría la primera escuela secundaria nocturna por cooperación en el estado.
“El maestro que recuerdo es Manuel Araujo, una eminencia de maestro, como todos los de esa época. Había dos apellidos Araujo en Colonia, los otros Araujo eran la familia de don Cheto, que era buen carpintero, y su esposa Doña Concha Cetina, papás de Tony y Cheti.
“El profesor Conde no me dio clases. No sé de qué le tocaba la maestra Patricia Conde, una delgadita ella que sí me dio clases.
“Recuerdo también cuando íbamos a pescar mariposas al monte, no sé si te tocó vivirlo. Muchos niños íbamos, hasta señores iban en sus caballos; los sábados en la tarde, las que pescábamos con una rama, para no maltratarlas, se las vendíamos a una familia de gringos. Había una mariposa que le decíamos la ‘Reina’, una de color azul muy bonita. Era la más cotizada, los gringos nos las pagaban a un peso, o 40 o 50 cts., dependiendo: tenían que estar en buen estado. Desde las dos de la tarde nos reuníamos los sábados en la esquina de casa del Ing. Geyne frente al campo de pelota para vender las mariposas, y con ese dinero nos íbamos al cine a las seis de la tarde.
“Cuando salimos la primera vez de Colonia en el ’66, le dejamos la casa, que ya la habíamos acondicionado, a los Gavilanes (la familia Lugo) que la pidieron a la empresa y se las dieron. Por unos meses vivimos en Valladolid, Dzitás, Tinum, Carrillo Puerto. En esas comunidades lo que vi es que las películas se proyectaban en una barda o en una tela blanca, prácticamente eran cines caseros. Dije en la radio aquella vez, en comparación con lo que vi en esas poblaciones, que en Colonia Yucatán teníamos un gran cinema con su pantalla que rivalizaba con las de Mérida con el cinemascope. Era muy grande, el proyector del cine era los que empleaban las grandes ciudades, y los radioescuchas entraron en más dudas cuando lo comenté al aire en los micrófonos de la XERB la Onda Musical del Caribe. Hablé también de cómo eran los pizarrones verdes de la escuela ‘Manuel Alcalá Martín’, creo que tú lo has visto: en todas las escuelas son verdes, pero no tan grandes como los que tuvimos en Colonia en aquella escuela de madera, preciosa. Lástima que la tiraron. Comenté que los pizarrones eran de pared a pared. Teníamos, además de buenos mesabancos y sillas, un ventilador en el techo del salón, las aulas estaban muy bien ventiladas con grandes ventanas protegidas con miriñaques-mosquiteros-, que podíamos salir a rendir honores a la bandera o cualquier otro acto ya sea cívico o artístico. Así llueva o truene, no nos mojábamos ni nos asoleábamos gracias a ese gran salón de actos que tenía la escuela. No me creían. ‘No puede ser que en un pueblo así tengan tantas cosas,’ argumentaban incrédulos los fieles radioescuchas y les comentaba también, en vista de que no me creían y, además era verdad, abunda Felipe, los privilegios que ahí teníamos.
“En la escuela contábamos también con un teatro con su respectivo piano y eso creo que en ningún otro lado había; cuando yo estuve ahí, era un maestro el que tocaba el piano, le decían Pitituis (Jorge Encalada creo se llamaba). Tampoco conocí a la maestra Eliza Nah de Pérez, que tocaba el piano antes que él. Fíjate que yo no sabía que el profesor Armando Conde escribió el himno a la escuela de Colonia. ‘Entre los veeerdesss campos del orienteee, se encuentra la Colonia Yucatán…’ ¡Qué bonita es la letra del himno!
“Como dos años después, regresamos a Colonia. Mi mamá vendía verduras en el mercado que nosotros mismos cosechábamos, principalmente tomates. No nos fue bien ya que un señor de apellido Orozco (que le decían veneno), tenía una tienda y un camión y se proveía cada semana en Mérida. Estaba muy surtido su local, vendía de todo y la gente prefería ir a comprar allá y no pudimos con la competencia. Creo era el año ’69, y nos vamos de nuevo a Felipe Carrillo Puerto.”
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO
Saludos y felicitaciones a Felipe Balam, que buena historia tiene…