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La Medalla “Héctor Herrera Cholo” a Mario III es una medalla al Teatro Regional mismo

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Ariel Avilés Marín

Con profunda satisfacción asistimos el lunes 12 a la Sala de Cabildos del Ayuntamiento de Mérida, para atestiguar la entrega a Mario Herrera Flores, Mario III, de la medalla que lleva el nombre de nuestro máximo representante del Teatro Regional Yucateco, “Héctor Herrera, Cholo”.

Reafirmo que la noticia, al saber el laudo en el cual se le confería la presea, nos causó profunda alegría y satisfacción, pues es un acto indiscutible de justicia y una atinada decisión.

Honrar a Mario con esta medalla es hacer un reconocimiento a una trayectoria de casi un siglo de varias generaciones de una misma familia que ha dejado la vida y su talento en nuestros escenarios; desde la humilde carpa, en las ferias populares, hasta las presentaciones formales en salas con todas las de la ley, sin menoscabo de la calidad, en una u otra circunstancia, siempre con el corazón por delante, y el amor a este nuestro teatro vernáculo.
No tuve la oportunidad de ver personalmente las actuaciones de Don Héctor Herrera Escalante, pero las viví a través de las narraciones de mi madre de sus presentaciones en las carpas de la Feria de Santiago, en el Teatro Yucatán, en el Teatro Plaza, en el Colonial; esas conversaciones con mi madre fueron tan vívidas, que tengo una idea muy clara de lo que fue Don Héctor y su trayectoria teatral.

Ya desde ese entonces, la parodia era una fuente inagotable que nutría al Teatro Regional. Plumas como Fernando Mediz Bolio o Álvaro Brito corrían ligeras para tener los libretos certeros sobre los hechos de actualidad.

Después de esta primigenia actividad, y en ella la primera generación de la familia Herrera, los tres hijos de Don Héctor –Daniel, Mario y Fernando– dan continuidad al género con las variantes que su propia época y circunstancias les imponen.

Los hermanos Herrera Bates crean un sinnúmero de grupos y combinaciones que marcaron época en el teatro vernáculo; bien podían ser Los Cocheros, o Sitrillo, Huachahuech y Chanita. También crearon personajes entrañables, como Salomón Sakuja, jala las cadenas, el hombre que al cantar ¡Hmm! No puja. O Beto, el de Muxupip, gracioso chef regional. Creaciones, respectivamente, de Mario y Fernando.

La tercera generación marca un hito en la trayectoria; la aparición de Héctor Herrera Álvarez y su creación, Cholo, marcan la cúspide del género y pondrá las bases para su continuidad y trascendencia. Cholo hace sus pininos junto a su padre y sus tíos; marcha a la capital e incursiona en el cine nacional.

Después de ese período, Cholo vuelve al terruño con gran fuerza. Las temporadas en el Teatro Fantasio hacen época: nunca antes se habían visto las colas que daban la vuelta desde las puertas del teatro hasta la calle 60, casi hasta llegar a la 61.

El Derecho de Crecer; Choloman, el defensor del pueblo; Cholo Medina O’rina, y otras obras más crean una verdadera multitud de seguidores del Teatro Regional, como nunca antes vista. La creación de una sala de teatro, que fuera la casa natural del Teatro Regional, se da al calor de Cholo.

En esta tercera generación aparece un personaje discreto, alguien que nunca pisó los escenarios, pero cuya labor fue esencial y trascendente para la sobrevivencia del género, Mario Herrera Álvarez, cuya impecable administración garantizó las sanas finanzas del grupo.

A pesar de la excelente administración de Mario, Héctor corrió siempre aventuras con desenlaces costosos; como la memorable ocasión en la que quiso rescatar la opereta y la zarzuela, para las nuevas generaciones. En el Teatro Héctor Herrera se montaron dos importantes obras de estos géneros: Molinos de Viento, opereta del español Pablo Luna, y La Verbena de la Paloma, de Tomás Bretón, obra toral de la zarzuela. Gracias a esa temporada organizada por Cholo pudimos disfrutar por última vez las voces y actuaciones de entrañables figuras como Rosa María Montes, y el matrimonio de Don Alberto Catalá y Esperanza Valdivieso; y también, gracias a Cholo y esta temporada de obras, llega a Yucatán y se naturaliza como yucateco, el inolvidable Francisco Sobero Garavito, Tanicho, que tan profunda y trascedente huella deja en la escena yucateca.

Mario Herrera Flores sube a escena al calor de su tío Héctor, pero muy pronto va andando por su propio pie; la facilidad para estudiar el carácter y los rasgos de los personajes de la política, la industria, la banca, en general, la sociedad, es algo que se ha dado como casi natural entre los Herrera, y Mario no es la excepción.

Muy pronto, sus caracterizaciones van arrancando las carcajadas del multicéfalo en las salas donde se va presentando. Quizá la más brillante y profunda de ellas era la que hacía de Víctor Cervera Pacheco, el característico chorrito de su pelo arrancaba la risa colectiva del respetable, sin haber dicho una sola palabra.

Mario también va creando sus personajes, Tzataol, tal vez el de más profunda entraña. Mario es también una vida dedicada a nuestro teatro vernáculo. Su carrera, de ya más de cuatro décadas en los escenarios, ha significado la continuidad y pervivencia de este género que sigue siendo el amor del público local.

Las nuevas generaciones de la familia Herrera siguen caminando con pie firme por el Teatro Regional Yucateco. Ya vamos en la sexta, y no sabemos cuántas más han de haber. El caso de la familia Herrera y el teatro vernáculo de Yucatán es un caso único en el concierto del teatro nacional, y del género cómico y popular. Su nombre se escribe con sus propios méritos en esta historia del teatro, especialmente este tan nuestro.

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Por todo lo antes expuesto, es de total justicia decir que, haber impuesto a Mario Herrera Flores, Mario III, la Medalla “Héctor Herrera, Cholo” es un homenaje, no a una familia destacada en el género, sino al Teatro Regional mismo.

Don Héctor, Daniel, Mario, Fernando, Héctor, desde dónde estén, han de estar profundamente complacidos de recibir este homenaje hecho a nombre de la ciudad de Mérida por las autoridades de la ciudad, y con el más profundo beneplácito del pueblo que ama y sigue al Teatro Regional Yucateco.

Mérida, Yucatán, a 13 de agosto de 2019.

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