Imelda Meraz
Como entre sábanas blancas que el viento mueve,
ellas medio cubrían tu luz…
Pero tú, tan coqueta, dejabas una parte descubierta
para dejarte ver…
O tal vez era el parpadeo de mis ojos al abrir y cerrar.
Te vi tan bella esa madrugada
en la que me despertaste.
Sentí tu brillante luz
Y te observé a esas altas horas de la madrugada…
Entre el calor de mis cobijas,
y las ganas de seguir viendo tu espectáculo,
el sueño me venció y únicamente quedó tu recuerdo.