En Yucatán
JORGE FRÍAS CASTILLO
AGOSTO 2020 – Nuestra tradición históricamente hospitalaria y de buenas costumbres, de respeto y armonía social en el estado de Yucatán, siempre ha sido un connotado ejemplo, aun ante las efervescencias políticas u o crisis económicas, debacles en la salud o los procesos históricos en los grandes cambios sociales.
Sin embargo, el día de hoy, hay que mencionar honestamente que, aunque nuestras autoridades pregonen que seguimos siendo uno de los estados más seguros de la República Mexicana y del mundo, ante los fenómenos económicos, epidemiológicos como el coronavirus que el mundo padece en estos tiempos, el síndrome del narcotráfico y los grandes desniveles en el control delincuencial, las estadísticas señalan muy claramente el incremento de robos, asaltos y aún más crímenes injustificados sobre ciudadanía indefensa ante los efectos de la inmigración de gente peligrosa hacia el estado.
Aparentemente, los controles y programas de seguridad de las autoridades de nuestro gobierno no han sido suficientes para abarcar en plenitud al estado de Yucatán, a pesar de las fuertes inversiones en equipos, cámaras, agentes, estrategias y tácticas.
Es obvio que, en estos momentos difíciles que se viven por la pandemia y por la falta de reactivación económica e industrial, se han incrementado robos, asaltos y asesinatos a ciudadanos y trabajadores honestos, dejando una secuela de abandono entre sus familiares.
Mucho de este fenómeno de inseguridad se ha manifestado sigilosa y especulativamente en nuestra sociedad en poblados y ciudades del interior del estado, delitos cometidos en casi un 50 % por gente foránea que han migrado en busca ya sea de un mejor vivir, o huyendo de su situación de inseguridad, así como también gente dedicada a mal lograr la poca estabilidad social que se tenga. En este punto es donde la plataforma de seguridad de las autoridades debería ser más eficaz y contundente en el castigo al delincuente.
Por cuestiones de tradición, imagen turística u organización social, se pretende que nuestros niveles de seguridad sean adecuados cuando se manifiesta una clara deficiencia ante los informes de notables incrementos en robo y crimen que han afectado a nuestra sociedad, que lucha por mantener un orden de organización, costumbre y respeto a los valores que nos distinguen.
La estadística, aunque no es comparable con las problemáticas delincuenciales de otros estados, se incrementa de una manera preocupante. El gobierno del estado y autoridades policiales tienen que redoblar esfuerzos para garantizar seguridad a la ciudadanía, que a últimas fechas se siente agobiada por la presencia de gente no grata, dispuesta a ocasionar daños no solo de propiedad sino hasta de la misma integridad física.
Por eso es importante señalarlo, sin intención de trastocar ningún esquema político o jurídico, sino como la observancia de un pueblo yucateco que siempre se esmera, a pesar de las múltiples situaciones del momento, en preservar la paz y armonía urbana y social, basados en el respeto y la ley.
Muy buen reportaje, ojalá se le ponga la debida protección a la ciudadanía yucateca, ya es tiempo de poner un orden, que parece se sale de los límites, de seguridad.