XV
4. VIDA URBANA
Labores comerciales y otros servicios.
Si bien es cierto que los chinos traídos a Yucatán desde principios de la década de 1890 se dedicaron casi exclusivamente a trabajar en los plantíos de henequén, al término de sus contratos muchos de ellos pasaron a ocuparse por su cuenta de otras actividades por las que fueron popularmente conocidos. Eso ocurrió cuando se trasladaron a los centros urbanos y a varias poblaciones de la entidad.
Uno de los factores que influyó en el proceso de sustitución de unas labores por otras fue el de las condiciones adversas de trabajo a que se vieron sometidos, de acuerdo con testimonios de varios inmigrantes. Esta tendencia a ampliar su campo de acción en busca del sustento diario se generalizó a todos los estados de la república en donde fueron contratados para efectuar actividades específicas.
Así como se les atribuyó una perversidad sin límites por desplazar a los jornaleros nativos, cuando algunos chinos comenzaron a dedicarse al comercio se les acusó de ejercer prácticas inescrupulosas en ese ramo. En realidad, su disciplina y sus hábitos frugales les permitieron una modesta prosperidad que causó la irritación de sus competidores. Esto desencadenó reacciones airadas que llegaron a extremos como la matanza de asiáticos y el saqueo de sus propiedades, como ocurrió en otras partes del país. En Yucatán no se presentaron hechos de esa magnitud.
Los chinos en el estado se consagraron al fomento de establos y a las labores relacionadas con la horticultura, pero también se incorporaron a los servicios domésticos, lo mismo que a la venta de abarrotes y productos que expendían por las calles, particularmente golosinas como helados, cacahuates y dulces derivados de ellos. Existe la versión de que fueron los primeros en ofrecer sorbetes de manera ambulante, en condiciones tan austeras que muchas veces fueron objeto de abusos.
La memoria colectiva los asocia frecuentemente con los establecimientos de lavandería que proliferaron en diversos puntos de Mérida, labor que hicieron suya, según Nelson Reed, los primeros cuatro chinos que llegaron a esta ciudad en los años sesenta del siglo XIX, tras evadirse del territorio ocupado por los mayas sublevados en el oriente de la península. Desde los primeros meses de 1892, año de la llegada masiva de trabajadores chinos a Yucatán, se anunció la apertura de dos talleres de lavado a cargo de jóvenes asiáticos empleados inicialmente en las oficinas del empresario King Wing.
“Los hijos de Confucio” –como se les llamaba muchas veces– atendieron expendios de pasturas y administraron otros establecimientos, como fondas y pequeños locales en el mercado principal de Mérida, actividades que algunos de sus descendientes siguieron desempeñando por tradición familiar. En la actualidad, son muchos los adultos que recuerdan haber acompañado a sus padres y a sus parientes mayores a esos lugares pintorescos por obra del toque distintivo que en ellos imprimieron sus propietarios, propulsores de nostalgias y de asombros redivivos.
_______________________________________
“Los hijos de Confucio”, La Revista de Mérida, año XVI, núm. 1049, 2 de agosto de 1885, p. 3.
“Establecimientos chinos”, La Revista de Mérida, año XXIV, núm. 2355, 20 de marzo de 1892, p. 3.
“Chino estropeado”, El Peninsular, Mérida, año III, núm. 823, 29 de octubre de 1906, p. 3.
“Chino golpeado”, Diario Yucateco, Mérida, año I, núm. 67, 21 de marzo de 1907, p. 6.
“Golpes a un chino”, Diario Yucateco, año I, núm. 289, 8 de febrero de 1908, p.7.
Amaro Gamboa, Jesús, El uayeísmo en la cultura de Yucatán, México, IPN-UADY, 1988, p. 62.
Montejo Baqueiro, Francisco D., Mérida en los años veintes, Mérida, Ediciones del Ayuntamiento de Mérida, 1981, pp. 74, 140-141.
Reed, Nelson, La guerra de Castas de Yucatán, México, Ediciones Era, 1993 [1ª ed. 1971], p. 202.
José Juan Cervera
Continuará la próxima semana…
