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Letras
César Ramón González Rosado
El pequeño vendedor del dulce pregonaba: “Pirulí, pirulí de goma, cura catarro y mata lombriz, son de París. Chupa, chupa niño tu rico pirulí”.
Un anciano misterioso se detiene frente al vendedor y le hace una pregunta extraña: “¿De dónde sacas la receta para estos pirulís, joven vendedor?», pregunta el anciano.
El vendedor se sorprende por la pregunta y se encoge de hombros. «Es una receta familiar, señor. Mi madre los fabrica.”
El anciano asiente lentamente y dice: «Sí, sí… la receta de los pirulís de goma. Hay algo especial en ellos, algo que va más allá de la simple goma y azúcar.”
El vendedor se siente incómodo con la conversación y pregunta: “¿Qué quiere decir, señor?”
El anciano sonríe misteriosamente y dice: «Nada, nada. Solo que… tal vez debas tener cuidado con quienes te rodean. Hay algunos que no desean que la receta de los pirulís se propague.”
Y con eso, el anciano se aleja, dejando al vendedor con más preguntas que respuestas.
Pisita, su madre, le dice cuando ella se entera de la pregunta del anciano: “No, no le digas. Es un secreto de familia que viene de varios siglos atrás.”
Pisita se siente intrigada y curiosa. ¿Qué puede ser tan importante en la receta de los pirulís que deba mantenerse en secreto durante siglos? Comienza a pensar en todas las historias que su madre le contó sobre su familia y la receta.
De repente, se acuerda de una historia que su abuela le contó sobre un antepasado que fue un alquimista y creó la receta de los pirulís como una forma de curar enfermedades. Se rumoraba que el alquimista había hecho un pacto con algún personaje misterioso para obtener el conocimiento.
Pisita se siente asustada y emocionada al mismo tiempo. ¿Es posible que la receta de los pirulís tenga un poder oculto?
Comienza a buscar en los archivos de su familia y habla con sus parientes mayores para obtener más información.
Después de varios días de investigación, Pisita descubre un antiguo libro de recetas que perteneció a su antepasado, el alquimista. El libro está escrito en un código secreto, pero logra descifrarlo, después de mucho esfuerzo.
Lo que descubre es sorprendente. La receta de los pirulís no sólo es una simple mezcla de ingredientes, sino también incluye una serie de símbolos y rituales que se deben realizar durante la preparación. Estos símbolos y rituales están diseñados para invocar una energía mística que da a los pirulís su poder curativo.
Pisita se siente emocionada y un poco asustada por lo que ha descubierto. ¿Qué significa esto para su familia y su negocio?
¡Pisita decide seguir los rituales y símbolos para ver si pueden aumentar el poder de los pirulís! Comienza a preparar los pirulís con la receta secreta, siguiendo los rituales y símbolos indicados en el libro.
Mientras mezcla los ingredientes, siente una energía extraña en el aire. Los símbolos en el libro parecen cobrar vida y la habitación se llena de un aroma dulce y misterioso.
Cuando termina de preparar los pirulís, Pisita nota que tienen un brillo extraño y parecen emitir una luz suave. Se siente emocionada y un poco nerviosa al mismo tiempo.
Al día siguiente, decide probar los pirulís en su puesto de ventas. Los clientes que los prueban parecen experimentar una sensación de bienestar y felicidad inmediata.
Pero también aparece un extraño personaje que se interesa por los pirulís. Se presenta como un coleccionista de objetos mágicos y ofrece a Pisita una gran suma de dinero por la receta secreta.
¡Pisita rechaza la oferta y sigue vendiendo los pirulís con la ayuda de su pequeño vendedor: “Pirulí pirulí de goma, cura catarro y mata lombriz, son de Paris; chupa, chupa niño tu rico pirulí”.
Decide que la receta secreta es demasiado valiosa para venderla y que prefiere mantener el control sobre su negocio y su legado familiar.
El coleccionista se muestra descontento con la decisión de Pisita, pero no insiste más. Sin embargo, Pisita nota que parece estar observándola desde la distancia y se siente un poco incómoda.
A medida que pasan los días, el negocio de Pisita florece. Los clientes siguen llegando para probar los pirulís mágicos. La reputación de Pisita como vendedora de dulces especiales se extiende por toda la ciudad.
Pisita también comienza a notar que algo extraño está sucediendo: los pirulís parecen estar teniendo un efecto inesperado en algunos de los clientes. Algunos de ellos parecen estar experimentando visiones o sueños proféticos después de comerlos.
¡Pisita decide dejar de vender los pirulís por miedo a las consecuencias! Se siente abrumada por la responsabilidad de manejar un producto que pueda tener efectos tan profundos en las personas. Aunque el negocio ha sido un éxito, decide que no vale la pena el riesgo de causar daño a alguien. Cierra su puesto de ventas y se despide de sus clientes.
El coleccionista misterioso aparece nuevamente y le ofrece una última oportunidad para venderle la receta secreta.
Ella se niega rotundamente y le dice que ha decidido dejar de vender los pirulís para siempre. El coleccionista se enfurece y desaparece en la noche, dejando a Pisita con una sensación de alivio, aunque también de temor.
Justo cuando Pisita cree que todo ha terminado, recibe un paquete misterioso con un pirulí adentro. El pirulí tiene un mensaje adjunto que dice: «La magia no se puede detener tan fácilmente».
Pisita ignora el mensaje y tira el pirulí, decidida a dejar atrás el misterio y la magia en la elaboración de los pirulís, volviendo a la receta tradicional, la de antes de que aparecieran esas misteriosas y extrañas personas con sus tentadoras ofertas de compra.
Como hoy es “Día de Reyes”, ha decidido que los pirulís sean gratis para los niños y también para sus papás.
“Pirulí, pirulí de goma, cura catarro y mata lombriz, son de París ¡y hoy son gratis! Chupa, chupa niño tu rico pirulí”, canta el pequeño vendedor.
Y así, el cuento de Pisita y los pirulis mágicos llega a su fin.
Pisita ha aprendido que la magia puede ser peligrosa y que a veces es mejor dejar las cosas como están.
Año Nuevo 2025
