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La emancipación de la conciencia

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Carlos Peón Machado

José Juan Cervera

El género biográfico trae consigo un recurso eficaz para sustentar, a partir del examen de los hechos relacionados con la conducta de un individuo, perspectivas que lo vinculen con los procesos decisivos de su tiempo. Su luz permite esclarecer el modo como el orden social de un período determinado condiciona las acciones de los sujetos representativos de un grupo o de un estilo de vida, con los matices singulares de su personalidad, de sus relaciones comunitarias y de su pensamiento.

La eficacia de una biografía se ajusta a la calidad de los elementos que la conforman, de sus fuentes y de los valores que la guían, de la experiencia del autor y de las características del público al que se dirige. Carlos Peón Machado 1838-1923, de Iván Franco (Mérida, Kóokay Ediciones, 2023) pone en juego un conjunto de cualidades que imprimen un justo realce a la figura del empresario y político que da nombre al libro, al cumplirse su centenario luctuoso.

Pudiera parecer extraño que una figura mayor de la vida civil en Yucatán haya sido desatendida pese a su relevancia política tanto durante el período en que ocupó la gubernatura del estado cuando se propuso el saneamiento de las finanzas públicas y, en general, la reforma del aparato administrativo a su cargo, sino también antes, durante la campaña de restauración republicana –dándose a la tarea de fomentar sus propiedades rústicas a la vez que estrechaba vínculos con sus aliados en ideas–, y en el advenimiento del constitucionalismo varias décadas después, en ejercicio de una serie de concepciones renovadoras de la sociedad local.

La trayectoria de Carlos Peón fue soslayada con el celo reticente que sobre ella aplicó la historiografía tradicional, esgrimiendo criterios que reflejan incomodidad ante un agente de cambio reacio a subordinarse al peso inerte de moldes convencionales. La presente obra pone a la vista las circunstancias que llevaron a este abogado e ingeniero agrimensor a encarnar el impulso vibrante del liberalismo clásico, cuyos fundamentos racionales nutren un sistema de interpretación de la realidad puesto al servicio de nuevas estructuras sociales. Su labor, notable en muchos aspectos, cobra sentido en el fomento de instituciones maduras, en concordancia con el ideal de ciudadanía que se propuso trazar como base de esfuerzos concertados con un grupo de intelectuales republicanos.

Peón Machado encabezó a un grupo de artífices de la modernidad en Yucatán, empresa que tuvo frente a sí antagonistas aferrados al modelo simbólico de una herencia colonial incapaz de ponerse en sintonía con los tiempos emergentes, pero también disputó espacios a una camarilla de especuladores financieros que pactaron su prosperidad material y un ulterior dominio político con la jerarquía eclesiástica, a la sombra de la dictadura porfiriana.

De la mano de Carlos Peón se expandió la cultura letrada mediante el patrocinio de proyectos editoriales enfocados en una prensa vigorosa que denunció infracciones a las Leyes de Reforma y debatió con periódicos de raíz confesional, pero de igual manera orientó su impulso táctico en el apoyo de programas educativos de vanguardia, en los que puede rastrearse el origen de reductos de pensamiento crítico subsistentes en la actualidad, adaptados a las condiciones del momento. Esta premisa conlleva no sólo la transmisión de saberes diversos y su síntesis creativa sino también la persistencia de una actitud suspicaz ante las imposiciones erigidas a guisa de simple artículo de fe para emitir, en cambio, principios razonados ante concepciones estáticas de la existencia.

Difícilmente pueda concebirse algo de alcances más universales que la libertad de conciencia, cuyo inagotable caudal constructivo tiende a explorar todo aquello que los prejuicios, los dogmas y la estrechez de criterio se afanan en moldear en ejercicio de posiciones que dan más peso a esquemas validados por la costumbre, a fuerza de comprimir el despliegue de facultades y la forja legítima de caminos posibles a la plenitud. En el cultivo de vitalidades profundas reside la esencia de toda acción que mide pliegues encubiertos y voluntades ajenas para desentrañar correspondencias de causas y efectos, en abono de un entendimiento ágil del lugar que ocupa en el cosmos.

Uno de los rasgos más conspicuos de este libro es que se deslinda de panegíricos y de hagiografías laicas, pero es claro que provee los frutos de una investigación cuajada en un sobrio trabajo expositivo, marcando diferencias que contrastan con otros títulos de índole biográfica apenas sostenidos en métodos endebles y difusos. Su rigor y su amenidad son prendas que reavivan el discernimiento sustancial de una época, y entrañan un espléndido homenaje a la memoria de Carlos Peón Machado, traído de nueva cuenta para someter al escrutinio de los lectores de hoy las emanaciones radiantes de la inteligencia.

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