Educación Maya
IX
COSMOGONÍA
El origen del mundo y del hombre expresado en el libro sagrado de los quichés, el Popol-Vuh –considerada obra por excelencia representativa de la literatura indígena americana– es el relato que contiene los mitos cosmogónicos mejor hilados que, con determinadas variantes, son comunes al área maya, y que tiene además el interés de poseer notables similitudes con leyendas mesoamericanas.
Con bello estilo poético, que debió ser superior en la lengua maya en que fue escrito, la creación como obra divina es presentada en amena narración que parte de una descripción de la nada:
Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo, Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques; sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra, sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo.
No había nada que estuviera en pie: sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia. Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, Los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz. De grandes sabios, de grandes pensadores, es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios.28
En este principio del texto cabe la mención del historiador Carlos Navarrete: “La religión de los quichés era politeísta, aunque ciertos elementos nos hacen pensar que algunos de los nombres de dioses pueden pertenecer a una sola divinidad, dentro de un proceso de eliminación e integración de dioses que los estaba acercando a formas monoteístas, como el concepto de Corazón del Cielo.”29
También es de recordarse que el Popol-Vuh, como todos los escritos indígenas posteriores a la Conquista, sin perder su valor como documentos, y sin que sus autores hubieran hecho renunciación de sus sentimientos religiosos antiguos, por haber sido escritos con caracteres latinos enseñados por los frailes, ya dejan ver la influencia de la nueva religión.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre si Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.
Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán.30
Con la magia de la palabra, los dioses crearon la tierra y la cubrieron de montañas, valles, ríos, plantas y animales, pero no lograron que éstos los adoraran.
–Decid, pues, nuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. Invocad, pues, a Huracán, Chipi–Caculhá, Raxa–Caculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la tierra, el Creador, el Formador, a los Progenitores: hablad. Invocadnos. adoradnos, les dijeron.
Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y graznaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.
Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre sí: –No ha sido posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto no está bien, dijeron entre sí los Progenitores.
Entonces se les dijo; –seréis cambiados por que no se ha conseguido que habléis…31
Asi, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el Formador y los Progenitores.
–¡A probar otra vez! Entonces fue la creación y la formación. De tierra, de lodo hicieron la carne (del hombre). Pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía, estaba blando, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía… Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener.
Entonces desbarataron y deshicieron su obra y su creación
–¿Cómo haremos para perfeccionar, para que salgan bien nuestros adoradores, nuestros invocadores?
Así dijeron cuando consultaron entre sí: – Digámosle a Ixpiyacoc, Ixmucané, Hunahpu Vuch, Hunahpú–Utiú: ¡Probad suerte otra vez!, ¡Probad hacer la creación! Así dijeron entre sí el Creador y el Formador cuando hablaron a Ixpiyacoc y a Ixmucané…
Entonces hablaron y dijeron la verdad: Buenos saldrán vuestros muñecos hechos de madera; hablarán y conversarán sobre la faz de la tierra. Al instante fueron hechos los muñecos de madera; se parecían al hombre, hablaban como el hombre y poblaron la superficie de la tierra.
Existieron y se multiplicaron; tuvieron hijas, tuvieron hijos los muñecos de palo, pero no tenían alma ni entendimiento, no se acordaban de su Creador, de su Formador: caminaban sin rumbo y andaban a gatas.
Ya no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia…Estos fueron los primeros hombres que en gran número existieron sobre la faz de la tierra.32
Enseguida fueron aniquilados, destruidos y deshechos los muñecos de palo, y recibieron la muerte.
Varios mitos se narran ocurridos en las tinieblas, cuando aún no había llegado el primer amanecer. Entre ellos sobresalen las aventuras de dos muchachos semidioses, héroes gemelos, Hunahpú e Ixbalanqué, quienes para vengar la muerte de sus padres que habían sido sacrificados en el inframundo, descienden a éste y tras múltiples pruebas a que son sometidos vencen a los señores de Xibalbá, luego de lo cual:
salieron enmedio de la luz y al instante se elevaron al cielo. A uno le tocó el sol y al otro la luna. Entonces se iluminó el cielo y la faz de la tierra. Y ellos moran en el cielo33
Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: –Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados: que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra.
Así dijeron…
Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores.
De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas.34
Cuatro animales: el gato de monte, el coyote, una cotorra y el cuervo dieron a los dioses la noticia de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas que había en Paxil, y les enseñaron el camino.
Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado, y ésta fue su sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz (en la formación del hombre) por obra de los Progenitores.35
La sacralización de la aparición del hombre como objeto de la creación del cosmos y sostenedor de los dioses señaló el comportamiento del maya.
Según Mercedes de la Garza, en otros mitos, como el cakchiquel, está contenida “la idea de que la sangre de los dioses se mezcla con la masa de maíz para formar al hombre, lo cual justifica el rito en el que el hombre alimenta a los dioses con su propia sangre.”36
La propia Mercedes de la Garza, al referirse a las diversas creencias cosmogónicas de los mayas actuales, mezcla de tradiciones indígenas, conceptos cristianos y hasta de hechos históricos más o menos recientes, hace la siguiente interesante, aunque dolorosa consideración: “Los mitos siguen siendo historia viva y aun le dicen al hombre cuál es su sitio dentro del cosmos, cuál es su realidad; y precisamente por ello se puede apreciar que mientras que el maya prehispánico se consideraba, en los mitos, el ser de quien dependía la existencia de los dioses y del cosmos íntegro, el maya actual se ha llegado a considerar un servidor, por naturaleza, del ladino que lo explota. Al menos, eso no ocurre en todas las comunidades.”37
El Popol-Vuh une el mito de la creación del cosmos con la historia del pueblo quiché, tal como los libros de Chilam Balam, fuentes indígenas yucatecas, incorporan la historia en sus textos, pero, en tanto que el escrito quiché, como asienta Mercedes de la Garza, “tiene una unidad armónica en la que se integran lo que llamamos mito y lo que llamamos historia, distinciones que para sus creadores no tenían ningún significado”, los Chilames, a juicio de Barrera Vásquez y Rendón, autores de la exégesis El libro de los libros de Chilam Balam, contienen un material heterogéneo: textos de carácter religioso, de carácter histórico, textos médicos, con o sin influencia europea, textos cronológicos y astrológicos, rituales, textos literarios. Lo cual, unido al esoterismo que en ellos priva, se hacen de difícil acceso.39
Sin embargo, la historiadora De la Garza, en análisis comparativo de todos los textos mayanses y de las leyendas que sobreviven en sus distintos grupos étnicos, enriquecido por respetables testimonios arqueológicos –estudio a cuyo contenido no es el caso referirnos con detalle–, llega a importantes conclusiones que nosotros interpretamos como pruebas de la unidad religiosa, tanto en lo grande del área maya, como en su largo existir como civilización, lo que quiere decir que la transmisión de creencias, o sea, la educación religiosa, fue efectiva.
La fijación de motivos históricos, así como consignaciones míticas en pintura, escultura, escritura, en estelas y códices, constituyeron formas de transmisión con patentes aspiraciones de ir más allá de las generaciones presentes, pero fue la costumbre de memorizar textos la que garantizaría la sobrevivencia de las tradiciones y su paso a otras comunidades.
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28 Recinos, 1968: 23
29 Navarrete, 1978:701.
30 Recinos, 1968: 23–24.
31 Recinos, 1968: 26.
32 Recinos, 1968: 28–30.
33 Recinos, 1968: 102.
34 Recinos, 1968: 103.
35 Recinos, 1968: 103–104.
36 Garza, 1998: 41.
37 Garza, 1998: 51.
38 Garza, 1998:
39 “Barrera Vázquez y Rendón, 1974: 9.
Candelaria Souza de Fernández
Continuará la próxima semana…