Educación Maya
XXII
Fray Bartolomé de las Casas, en su Apologética historia sumaria (pág. 26) describe:
Hay congregaciones en ciudades en las que concurren los requisitos que según Aristóteles deben concurrir en una sociedad temporalmente perfecta: labradores, artesanos, guerreros, ricos-hombres que practiquen el comercio, sacerdotes, jueces y gobernantes que atienden la cosa pública; pero existen comunidades muy pequeñas, grupos dispersos y errantes y hombres silvestres y solitarios. Para estos últimos encontró justificantes.
En la aldea Chimel, tal civilización persistió. Los requisitos señalados por el fraile se hicieron vigentes, aun con la presencia de guerreros que, en el momento necesario, surgieron inducidos por lo educativo a que aludiremos.
«El elegido», señor de prestigio, representante de toda la comunidad, o «principal», es quien preside los acontecimientos familiares importantes que, regularmente, son incumbencia de todos. La esposa del elegido es una personalidad que está dispuesta a prestar ayuda, especialmente a las mujeres en ciertas situaciones como son los alumbramientos, por lo cual procura ser una buena partera que además se esmera en aprender los secretos de los antiguos sobre las plantas medicinales.
El señor y la señora principales son los primeros responsables de la educación de toda la comunidad: por eso, cuando una mujer queda encinta, unos meses después de iniciado el embarazo, acude a ellos en compañía de su esposo, para participárselos, porque «el niño es de la comunidad, no sólo de ellos». Los miembros de la comunidad, de diversos modos, contraen compromisos con los futuros padres, quienes con ayuda del representante buscan un elegido especial para que vele por la buena educación del niño, además de los padrinos que lo protegerán si quedase huérfano.
La futura madre, meses antes del alumbramiento, comienza a poner a su hijo en contacto con la Naturaleza. Sale al campo y le platica al ser que lleva en el vientre, acerca de las plantas, los animales y lo difícil de la vida. «De esta naturaleza nunca tienes que abusar. Esta vida la tienes que vivir constante como yo la vivo.»
Describe Rigoberta las numerosas ceremonias que acompañan los momentos claves de la vida, desde el nacimiento hasta la proximidad de la muerte, momentos estos últimos en los que hay el deber de transmitir secretos que se han conservado de padres a hijos y que son repetidos aun en los últimos instantes de la vida para reafirmar los compromisos.
Ceremonias y ritos acompañan al nacimiento, al cumplimiento de los primeros ocho días, de los cuarenta días, de los diez y doce años; para iniciar noviazgos, peticiones de bodas, para bodas, siembras, cosechas.
Ceremonias y ritos tienen contenido altamente educativo, cuyos principales fines son el respeto a la naturaleza, a la vida, a la virtud, a los antepasados, a la solidaridad comunitaria, y a la defensa de la raza, recordando con frecuencia los daños que han recibido de los ladinos, de los cuales se deben proteger procurando que no les borren sus tradiciones.
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114 Burgos, 1992.
Candelaria Souza de Fernández
Continuará la próxima semana…