Ejercicio de aproximación de las participantes del taller Logos – Construir una propuesta narrativa y descriptiva con el silencio como un todo que se desdobla en la brevedad.
IV
EL BARQUERO
AIDE MATA
CHIHUAHUA
El tiempo y el silencio, ¿qué son?
Ya no lo sé, agitado el río negro, lleno de almas que caen sin cesar por el portal, gritando, aullando, maldiciendo.
No hay luz en esta oquedad, solo el faro de la barca…
Cruzo el muelle llevando esas ánimas que han pasado la puerta hacia las siete habitaciones donde serán juzgadas con severidad. Cuida Cerbero que no traten de huir; saben que, si no les tienen piedad, su castigo podrá ser para toda la eternidad.
Mientras los caídos levantan sus manos con dedos como sarmientos, emitiendo sonidos agudos, tratan de hundir la nave; mas prohibido está tocarla…
Intentan llevarse con ellos esos alientos al cauce de la agonía y dolor perenne. Los gritos de dolor, las maldiciones y juramentos de tantas almas caídas putrefactas agitan más el río; no se callan, su lamento es infinito.
Cerbero emite sonidos, imitándolos, pero el eco le responde, subiendo la intensidad aún más, causando una envolvente y escalofriante cacofonía. Quiere acallar esa especie de jauría que perdió su humanidad, ese endemoniado afluente que en su fondo yace a manera de efluvio maligno enviado por Dios para ser su castigo.
Aunque ya no son corpóreos, el dolor es aún mayor y claman un perdón que no llegará. Los oigo, viaje tras viaje, sin detenerse, pues la barca nunca para de viajar. No hay lugar para el silencio, pasan y caen, gritan y aúllan; oírlos fue mi castigo.
Soy el barquero de este río sin fondo y sin fin. Negro infernal, lo navego de muelle a muelle en mi barca sin parar.
El tiempo no importa, pero daría todas las dracmas que pagan los deudos por estas almas caídas y pecadoras por solo un viaje en silencio, solo eso, un viaje en silencio.
Mi alma descarnada solo pide una cosa: silencio.
