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La Colección III

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La Colección

III

 

ColeccionIII_1

Zorra gris

(Urcyon cinereoargenteus)

La zorra identifica los olores azules de la carne

y levanta el penacho gris de los secretos.

El azul de la mañana rememora lagunas extintas.

Olvidar agua,

bosquejar sonidos detrás de carrizales.

 

Sobre las ramas de los árboles sus antepasados vigilan.

Crecen los rumores de floresta

por la historia de selvas accidentadas

hasta detenerse tras las dunas.

 

Y esperar…

Esperar que se alimenten

los intensos sentidos putrefactos de la respiración

el dactilar humor de la amargura:

¡Ahí está la zorra,

con su carga intrépida

sobre el hocico largo!

 

Tayra (Eira barbara)

Cabeza de viejo

(Eira barbara)

El cuerpo devolviendo a la Oscura

el brillo lunar, diamante abierto.

La cabeza, con su casco de luz,

traspasa el verdor de las columnas de cedros.

Como flecha de aire revienta el gris de los fustes,

liberando astillas de plata.

Recorre la sabana entre sombras.

Lejano, como el olvido,

contempla la ruindad de la conciencia

de aquellos cazadores de tuzas

que silenciosos esperan tras los matorrales.

El cabeza de viejo desciende los caminos de polvo,

mientras sus tersas patas agitan el hambre.

Saltando, entre carrizos y pastos que crecen en busca de sol,

olisquea el viento, y se mantiene lejos…

lejos del Humano y sus atroces genocidios.

 

ColeccionIII_3

Mono aullador

(Alouatta pigra)

Esperar los dientes de sol sobre la heladez de la ventisca. Latente angustia al despuntar amaneceres. Ellos permanecen colgados en el deterioro de los cedros, arrimados unos contra otros, inaugurando partituras estridentes.

Empecinados en conquistar la solemne presencia del círculo anaranjado en el horizonte, los aulladores vierten alaridos a la muchedumbre de pájaros.

Estos monos se pasean por las ramas arañando el vértigo. Silencian los costados de la muerte que desgarra los cedros, donde atisban la creciente luz, contemplando las fauces de sus depredadores que esperan su descenso a beber agua. Los aulladores agitan la furia de sus hocicos mientras intentan someter el remolino que crece en la oscuridad de su garganta.

 

ColeccionIII_4

Mono araña

(Ateles geoffroyi)

para Yariely Balam

Comienzan los retos de altura.

Caen frutos de esperanza pútrida al volar sobre la cumbre de los álamos.

Violencia de escapar la cacería.

Ser alimento para depredadores niños que sacian sus pesadillas con tu carne.

El equilibrio de las manos persiste.

Remolino de sombras recorriendo las copas de los cedros, de las jícaras;

abriéndose paso entre el follaje que rodea la laguna.

Desgajan ramas en la huida, enredadera contra liana.

Cola prénsil, brazo ágil,

distiende el vértigo hasta la victoria de la noche

y el sobresalto de la madrugada.

 

ColeccionIII_5

Temazate

(Mazama americana)

No hay que despedir la madrugada de sus ojos.

El camino se impregna en feromonas y luz nocturna:

estallan las dagas en la frente.

El brinco mortal del dardo; nacientes plántulas

equidistantes al agrio dolor de los espejos de la luna

que baña los ficus cada noche:

el temazate, hambriento,

enarbola cada amanecer,

en los pastos, el pliegue de su miedo,

grabando su aroma en la corteza de los álamos.

Adán Echeverría

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