Yo lo sé:
eso de no sentir nada, tener en vez de un corazón
sombras, rumores,
olvidar el beso de despedida,
qué más da.
No tiene sentido prolongar la caricia,
la mañana empieza a clarear y las sabanas son frías.
Yo lo sé:
algo en la noche nos miente,
nos hace pensar en un vago sentimiento olvidado.
Pero nuestras espaldas lo dicen todo,
tan cerca y un abismo entre ellas.
Yo lo sé:
cuando todo es metódico, sombrío,
y se besa la caricia sin sentir nada…
Una noche quédate en la soledad de mi océano,
seamos uno,
uno con la caricia, con el beso.
Actuemos y después,
al despertar,
vivamos desde el abismo del olvido,
vivamos sin saber el uno del otro;
así, tan lejanos que, si sabemos más, morimos;
que si leo en tus ojos un poco de luz, me pierdo.
Yo lo sé:
es aún noche,
mi ombligo cobija tus dedos, complacido…
Hagamos,
hagamos como que somos uno,
como que es lo cotidiano mi cuello sobre tu brazo,
mi pelo haciéndote cosquillas en la nariz.
Ahora lo sé y lo siento:
el palpitar de un corazón gris,
perdido sobre unos pasos que hacen eco
en una calle vacía
de una mañana como todas.
Texto y Foto: Daniela Eugenia