XXVI
Continuación…
Pasan los días y con ellos la Navidad. Continúo comiendo lo que a veces ni los perros comen. Aprendí a devolver mi lata vacía y dar las gracias y las buenas noches a la señora y a sus hijos. Aprendí a convivir en ese mundo de miseria y pobreza en su máxima expresión. Descendí hasta el último peldaño de la vivencia del hombre. Me precipité vertiginosamente hasta quedar arrinconado en un callejón de tristeza y hambre; de soledad y penumbra; de ambiente propicio para el suicidio. Soy un pedazo de algo reducido a nada. Vivo en el fondo del fondo de lo más profundo. Mi estómago es quien me avisa que vivo, cuando me atormenta pidiéndome comida. Pienso con el estómago, pues mi cerebro se ha vuelto paralítico. Hago casi cierta la profecía de que el hombre olvida su cerebro cuando piensa con el estómago; olvida su estómago cuando piensa con su cerebro… pero olvida todo cuando piensa con el corazón. Cuando ya he comido, trabaja mi cerebro y mi corazón.
Sin darme cuenta, y con la automatización del que reconoce su derrota, me encierro una noche a meditar en mi cuarto. Creo que lloro un rato, creo que mi situación no tiene remedio. Siento el fracaso recorrer mi destino y mis arterias. Estoy cansado de soportar tanto borracho; de recorrer cantinas, de comer sobras capitalinas; de recibir ofensas y tener que diluirla en mi interior para que no me lastimen tanto… YA LO DECIDÍ… ME VOY DE AQUÍ, ME LARGO DEL D.F., PUES ESTAS PALABRAS D.F. CASI SON PARA MÍ, SINONIMO DE DiFícil. Me duele más el alma que el cuerpo. La vida me está martirizando más allá de lo que mi juventud puede resistir. La vida me reta a vencerla o a terminar con lo poco que queda de mi bohemia sensibilidad y de mi peregrino cuerpo. ACEPTO EL RETO… TRATARÉ DE SUPERAR MI DOLOR, MI SOLEDAD, MI POBREZA, MI HAMBRE, EL FRÍO DE MI ARDIENTE ALMA Y MI DESCONSUELO. Me despido de mis ancianas amigas, de mis compañeros bohemios, entrego la aldaba de mi cuarto, pues no precisaba de llave y con la bendición de todos y unos pocos pesos (producto de una colecta) emprendo mi viaje hacia Tijuana… ¿Por qué Tijuana?… Nunca lo sabré. Tal vez por asociar la frontera con la oportunidad que para todos (dicen) tiene esos lugares.
Medio compuse mi guitarra rota y a Guadalajara. Camión de segunda y comida provinciana en el camino. Lo que menos me importa es cuándo llegará este incómodo mastodonte rodante a la capital de Jalisco. Ya me siento algo tranquilo, pues me he desprendido de las garras del monstruo que me tenía atrapado haciéndome daño, pero brindándome experiencias que han quedado siempre sembradas en mi mente. Han echado raíces en mi alma, pero de ellas brotarán flores sin espinas. Me escurre por el cuerpo la sangre de los mordiscos del destino, pero ya estoy sintiendo la vitalidad impetuosa de quien no se deja vencer fácilmente.
xxx xxx
GUADALAJARA, GUADALAJARA, tienes el alma de provinciana. Ya estoy aquí nuevamente contigo, novia tapatía. Cobíjame entre la suavidad de tus brazos y mírame con esos ojos tan lindos que tienes. Suéltate las trenzas y cántame con tu mariachi, mientras saboreo un plato de birria.
Inmediatamente a mi llegada visito a mis colegas en el restaurante El Amigo. Ahí se reúne la mejor “trova” jalisciense. Mariachis bien vestidos, trovadores de cantar bonito y músicos de acordeón que suena a llanto de enamorados. Parejas que toman lo que quieren y quieren lo que toman. Vibrar de cuerdas y corazones. Violines, guitarras, acordeones, trompetas, jóvenes y viejos y, yo, rebosando de angustia, coraje y ansiedad.
Enseguida comienzo a sentir que mi vigor quiere escapar para proyectarse en romanticismo y canción. Me agrego a un grupo que también anda en busca de “chamba”. Cantamos algo esa noche, y a la otra noche, y a la otra, y a la otra y, sin darme cuenta, mi vida ha cambiado. Tengo cuarto con ventanas a la calle, comida cuando quiero darle gusto al paladar y tengo lo que tanto ansiaba tener en mi sentir… ¡El sabor de mi “bohemia”, de mi romántica “bohemia”! He vuelto a sentirme corajudamente YO. Ahora soy un trovero que canta y ríe, soy hombre que no tiene horario, ni director, ni reglamento para regir sus pasos y sus acciones, solo impera MI DECISION, MI CRITERIO, MI ABSOLUTA Y TOTAL FORTALEZA ESPIRITUAL. Voy a la Catedral y platico unos momentos con el silencio y la devoción de quien agradece con el pensamiento y no tiene que decir lo que ya Dios sabe. Ahí parado ante el altar mayor (no me gusta arrodillarme… lo confieso) veo al Espíritu Santo que me da la bienvenida. Se clava profundamente en mi conciencia el descubrimiento que hago de lo que debe ser la manera de pensar de la humanidad. HAY QUE ESTAR BIEN CON DIOS, AUNQUE NO SE ESTE BIEN CON LOS HOMBRES. Quien está con ÉL, no necesita la aprobación de sus pecadores semejantes. Con este pensamiento viviré desde este momento, y seguiré disfrutando de esa sentencia hasta el día de mi muerte. He comprendido que el hombre es un insensato al querer elevar al hombre, olvidando a Dios, cuando somos tan frágiles como el barro de que estamos hechos. Oh, mi Dios, ¿por qué los estúpidos queman tanto incienso para halagar el orgullo y la vanidad humana? ¿Por qué los mortales buscan dinero, poder y gloria y se alejan de la verdad?
Coki Navarro
Continuará la próxima semana…