VII
Continuación…
Se termina la temporada en Puebla y mañana saldremos a México, D.F. Descansamos dos días y nos presentamos en el teatro Follies Bergere. El teatro estaba en la plazuela de Garibaldi. Mariachis en toda la plazuela… ¿Qué hago aquí si debo estar en Progreso, en la ciénaga con mis cuates?
Se inicia la primera función y nos asignan el último camerino para vestirnos. El primero lo tenía el tenor Nicolás Urcelay, el otro Paco Miller y así los mejores, Manolín y Shilinski, las Dolly Sisters y Miroslava. Qué linda mujer era Miroslava. Palillo con sus tronantes sketches y el Ché Quintero con sus poesías.
Público rabioso y teatro con olor a maquillaje y prendas íntimas. ¿En la plazuela de Garibaldi? Homosexuales, turistas, pachucos, borrachos, prostitutas (con el debido respeto, señoras). Y mil mariachis.
Garibaldi, peligro y canciones juntos. En esas tardes en Garibaldi cómo me gustaba ir a admirar, sí, admirar el trabajo de los merolicos. Cómo me gustaba comer tacos de carnitas y tomar “mi” cerveza en “mi” camerino. Cómo me recreo la vista con las exquisitas formas de las bailarinas (segundas tiples). Qué mujeres tan bonitas y llenas de eso, eso que se llama carne y que yo le llamo nada porque solo pienso y no me atrevo a calificar ni describir un hermoso cuerpo de mujer. Mujer, mujer divina, tienes el veneno que fascina en tu mirar… “Polo y René bajen en seguida” (les aviso) “está cantando Agustín Lara.” Esa noche era el invitado de honor de los artistas. Yo apenas pude ver un pedazo del piano que tan delicadamente tocaba el “Divino Flaco”. Garibaldi llenó de recuerdos gratos mi mente. Continúan las funciones. Dos presentaciones diarias. Hoy me amaneció en una fiesta que le ofrecieron a Paco Miller unos antiguos compañeros suyos que habían sido cirqueros en sus mocedades. Cuánto cariño le demuestran estos señores a Paco. Cantamos, tocamos y acompañamos a La Panchita. Ella es una mujer hermosísima y con una piel de especial característica, por su tersura. La Panchita es la esposa de Paco Miller. Qué gran señora y qué lindas hijitas tienen.
Dos niñas con caritas de ángel. Mañana me voy a comprar un traje de medio uso en “La Lagunilla”. Cómo me gusta ir a “La Lagunilla”. Cuánta gente comprando y qué rico olor a verduras. Ya tengo un traje “nuevo” para mí. Ah, además me compré dos camisas en Tepito, claro que también de “medio pelo”. Coristas, tramoyistas, maquillaje, olor a mujeres, a la vida de teatro, a público, a papas fritas y muéganos, a café de chinos. México de noche. Mañana termina nuestra temporada en el Follies y saldremos inmediatamente a San Luis Potosí. ¿Qué nos esperará en ese lindo lugar? Las Golondrinas en la última función y llanto de algunos compañeros. Noche de farra y despedidas con buen vino. Amanece y nos dirigimos al lugar donde hemos de abordar el autobús que ya nos está esperando. 5, 6 o 7 horas de viaje, no sé cuántas; sólo sé que me siento importantísimo como persona, pues tengo un lugar en el afecto de mis compañeros. San Luis Potosí, qué ciudad tan llena de provincia y católicos de misa diario. Qué catedral tan delicadamente construida. Qué mujeres tan extrañamente atractivas. Nos instalamos en una casa de una señora viuda que nos proporciona alojamiento y comida tanto a nosotros tres como a algunas de las muchachas que formaban el Ballet de la compañía. Señora de más de 60 años, pero con una vitalidad y dulzura que, al combinarse, la hacen una de las grandes y respetables damas de San Luis. Vemos en sus modales que esta señora ha tenido una excelsa educación y en su rostro se refleja la imborrable huella de una linda mujer. Paladeamos la exquisitez de la comida potosina.
Recuerdo esas horas de comer al medio día. Comíamos como en familia, con vajilla europea y manteles de lino con bordados. Aprendo a comer despacio y a tomar café después de la comida, que varía diariamente.
Hoy ha sido nuestra noche especial, pues se nos rinde un sencillo, pero para nosotros importante, homenaje y por primera vez recibimos un hermoso ramo de nuestros compañeros. Sin querer se me escapan algunas lágrimas, pues pienso lo alegres que serían mis padres en este momento si lo estuvieran viviendo junto conmigo. Muchas lindas chicas nos visitan en el camerino (ahora sí nos toca uno elegante, pues todos los camerinos del Teatro La Paz lo son). SE ME ANTOJA AHORITA QUE ESCRIBO ESTAS MEMORIAS QUE QUISIERA SER UN RICO Y PODEROSO DE YUCATAN PARA PROPORCIONARLE UN TEATRO COMO EL QUE TIENE SAN LUIS POTOSÍ. Baldón para todos los yucatecos que no hemos puesto de nuestra parte para obsequiarnos un teatro que sea orgullo nuestro… pero ese es solamente un deseo sincero, aunque creo verdaderamente irrealizable. Pobre Mérida mía, sin rostro de teatro, ojalá que alguien haga algo.
Hoy nos despedimos del público bueno y noble de San Luis y saldremos rumbo a Tampico, salimos de noche y nos amanece camino al bello puerto tamaulipeco. Ya llegamos… Olor a petróleo y movimiento marítimo en sus costas. Nos espera un pariente de Polo y nos instala en un pequeño hotel. Unas horas apenas de descanso y actuaremos en la Plaza de Toros de Tampico. Me tiemblan las manos nuevamente al experimentar lo que es sentirse frente a un público de miles. Mi miedo llega a tocar extremos de pánico, pero logro controlarme. ¡Qué pequeños nos vemos en medio de esta plaza! Miles de aplausos y más millones de segundos delirantes para nosotros. Llegan algunos artistas de México, D.F., para reforzar el elenco. Pepe Guízar y sus caporales, la gran soprano Doña Mercedes Caraza y otros que escapan a mi memoria. Ya somos triunfadores, pues nos avisan que los programas de radio que pasamos los medios días son escuchados en Yucatán. Enviamos saludos a todos los progreseños que nos escuchan al otro lado del Golfo de México. Nos visita el padre de Polo y nos felicita por nuestro éxito. Otra vez esa palabra que me persigue y no logro saber en realidad que significa. Pero en fin, éxito, aunque sea transitorio y quebradizo.
Tengo de amigos a dos hermanos enanitos: Anita y Pepín. Cuerpos pequeñitos pero almas de gigantesca sublimidad. Voz atiplada la de Pepín y de grave resonancia la de Anita. Bailan el Tico-Tico y ayudan a Paco en sus actos de magia. ADIÓS TAMPICO. Cuánto recordaré los medios días en que me iba a tu río (El Chairel) a nadar y recordar mis días de progreseño. Qué bonito es El Chairel qué hermosos y peleadores sábalos se pescan ahí. Adiós o hasta luego, pero ya nos vamos rumbo a Monterrey.
Coki Navarro
Continuará la próxima semana…